Partidos Políticos

Los alcaldes de PDeCAT no firmaron el manifiesto para ceder locales el 1-O

La orden habría surgido de Marta Pascal para «no exponerse ante la autoridad judicial»

Algunos de los primeros ediles que participaron el sábado en el compromiso con el referéndum independentista
Algunos de los primeros ediles que participaron el sábado en el compromiso con el referéndum independentistalarazon

El manifiesto no fue firmado excepto por los alcaldes de Esquerra Republicana, ediles independientes y de la CUP. Los alcaldes del PDeCAT no plasmaron su firma. Según estas fuentes, «a media semana, el PDeCAT maniobró para impedir que sus alcaldes firmasen».

La cuestión catalana ha hecho, en sólo cinco años, desaparecer a Unió Democràtica, sumió al PSC en una profunda crisis que ha mermado sus fuerzas, provocó un cambio de liderazgo en ERC dando carpetazo al liderazgo de Joan Puigcercós y Josep Lluís Carod Rovira, hizo emerger a Ciudadanos como fuerza política, cambió el paso del PP que ha cambiado de líder, diluyó a Iniciativa per Catalunya en los Comuns de Ada Colau y destrozó a la omnipresente Convergència Democràtica que la llevó a refundarse en el PDeCAT.

En el nuevo escenario político que abrió el presidente catalán, Carles Puigdemont, el PDeCAT, la nueva marca del nacionalismo convertido al independentismo, ha agudizado la crisis de su partido y en las últimas horas se aboca a un nuevo cisma, que puede sumirle en una crisis de considerables dimensiones. Además de la debilidad de la nueva dirección, el autismo de Puigdemont que toma decisiones al margen del partido, las intrigas de los partidarios de Artur Mas y Francesc Homs, y las disensiones, cada vez más agudas y patentes, con ERC a la que se quiere forzar a aceptar a la fuerza la «reedición de Junts pel Sí», hay que sumar lo que sucedió este sábado pasado cuando Puigdemont acudió a la asamblea de la Asociación de Municipios por la Independencia.

Allí los alcaldes independentistas en el paraninfo de la Universidad de Barcelona se conjuraron para cerrar filas con el referéndum. Se leyó un manifiesto aplaudido a rabiar. La idea de los organizadores era que el documento se firmara porque «el compromiso adquiría mayor fuerza si los alcaldes asumían por escrito que abrirían sus colegios y locales municipales para votar», en la consulta, apuntan fuentes conocedoras de los entresijos en los preparativos.

Sin embargo, el manifiesto no fue firmado excepto por los alcaldes de Esquerra Republicana, ediles independientes y de la CUP.

Los alcaldes del PDeCAT no plasmaron su firma. Según estas fuentes, «a media semana, el PDeCAT maniobró para impedir que sus alcaldes firmasen».

El pretexto utilizado por los alcaldes, que son mayoría en la AMI, fue «no exponerse ante la autoridad judicial». La orden, en petit comité, surgía de la sede de los antiguos nacionalistas. Se señala directamente a la coordinadora del PDeCAT, Marta Pascal, que transmitió las instrucciones a la presidenta de la AMI, Neus Lloveras, y al presidente de la otra organización convocante, la Asociación Catalana de Municipios, Miquel Buch, alcalde de Premià. Lloveras acató la instrucción al igual que Buch, que, según apuntan en su entorno, lo hizo con desgana.

La directriz fue acatada pero el revuelo está servido. Republicanos y cuperos vieron con desagrado la actitud del PDeCAT. Consideran que «flaquea», que «pone palos a las ruedas» o, simplemente, «que hay algunos que miran más por su proyecto personal que por el colectivo». De hecho, como ha venido publicando LA RAZÓN, alcaldes convergentes exigen garantías de futuro a su dirección ante posibles sanciones judiciales que les podrían inhabilitar en las municipales de 2019. El PDeCAT conserva su fuerza local, su única fuerza real ante las previsiones electorales negativas que auguran todas las encuestas en autonómicas y en generales, y sus alcaldes, y el propio partido, no están dispuestos a poner en cuestión sus bastiones.

Sin embargo, esta tesis no es compartida por todos los alcaldes del PDeCAT que han manifestado su desagrado con la imposición de Pascal. «Deberíamos haber firmado y de aquí al 1 de octubre ya veremos qué pasa», apunta uno de ellos. Para este colectivo, no suscribir el manifiesto «ha regalado a ERC la bandera del liderazgo del procés», también en el mundo municipal.

«Parece que tengamos miedo y la mayoría no lo tenemos para nada», ratifica otro edil nacionalista que sentencia «ha sido una decisión poco inteligente. Hace tiempo que se necesita inteligencia en la sala de máquinas del partido».

El párrafo del manifiesto que generó dudas y discordia, rompiendo la unidad del soberanismo, y provocando el enésimo cisma en el PDeCAT y aumentado las diferencias con sus socios de ERC y de la CUP, dice que «nuestra predisposición y compromiso a colaborar en todas aquellas actuaciones que desde el gobierno se nos requieran; y por eso, en el momento que se haga la convocatoria pondremos a disposición de la organización del referéndum los locales habituales dónde se celebran todas las contiendas electorales en nuestros municipios».

Es decir, los alcaldes del PDeCAT no suscribieron su compromiso de poner urnas y locales. Desde el partido se acusa a ERC y a la CUP «de muchos aspavientos, pero sólo nosotros tenemos gente imputada».

Esta decisión de Marta Pascal la ha vuelto a poner en el disparadero de las críticas. En el programa de humor de TV-3 «Polònia», la líder nacionalista dijo que «el nombre de PDeCAT no me gusta cómo suena», aunque ella fue una de sus firmes defensoras en el congreso de defunción de CDC, y que «Artur Mas nos deja hacer bastante». Estas afirmaciones han enfurecido a sus críticos y, por tanto, han incrementado las tensiones internas, porque reconoce que Mas sigue influyendo en las direcciones del partido «queda claro quién sigue mandando en el PDeCAT», apunta un dirigente molesto con Pascal que remacha con cierta resignación «somos amateurs».