El desafío independentista

Los independentistas aprovechan el caso para pedir el archivo del 9-N

CDC, debilitada en los sondeo, lanza un ataque feroz contra «un Estado de matriz franquista»

Mas compareció ayer en la sede de CDC junto a los ex consellers imputados por organizar la consulta del 9-N y junto a Trias
Mas compareció ayer en la sede de CDC junto a los ex consellers imputados por organizar la consulta del 9-N y junto a Triaslarazon

CDC, debilitada en los sondeo, lanza un ataque feroz contra «un Estado de matriz franquista»

Convergència Democràtica trató ayer de revolucionar sus frustrantes expectativas electorales a falta de cuatro días para las elecciones generales. El propio Artur Mas se puso al frente de la campaña para usar como revulsivo electoral las conversaciones entre el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el director de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, sobre las posibles irregularidades de dirigentes soberanistas. CDC materializó el golpe de efecto a media mañana, cuando Mas compareció en la sede convergente junto a «las caras visibles de las víctimas de la persecución del Estado», a saber, los ex consellers Francesc Homs, Irene Rigau y Joana Ortega.

El ex presidente de la Generalitat, acompañado de todos ellos y también de Xavier Trias, comenzó arremetiendo contra un Estado «de matriz franquista» que busca «destruir a las personas» y continuó exigiendo que se archive la querella presentada contra quienes diseñaron el 9-N.

Según Mas, las conversaciones entre Fernández Díaz y Daniel de Alfonso, son una prueba evidente del «contubernio que hay a nivel de gobierno, judicial y mediático». «El problema no es la reunión, el problema es que en la sede del Ministerio, el propio ministro está intentado perseguir a una determinada gente no por la corrupción, sino por sus ideas políticas», afirmó.

Aunque Mas aseguró que la rueda de prensa ofrecida no tenía nada que ver con un acto de campaña, lo cierto es que no dudó en ceder protagonismo al candidato de CDC a las generales, Francesc Homs, para que éste pudiera personificarse en una de las «víctimas» del «matonismo» del Estado. «A este grupo de cobardes que representa Fernández Díaz y la gente del PP, que usan y abusan de las instituciones y del poder a la manera franquista, les digo que no me dan ningún miedo», dijo Homs.

No sólo Convergència trató de coger el rebufo electoral de las conversaciones grabadas en el Ministerio del Interior. De hecho, todos los partidos catalanes salieron en tromba para tomar impulso a cuenta de este episodio. El líder de ERC, Oriol Junqueras, también se colocó en la primera línea de la campaña junto a los principales de su partido y concluyó que hay «una conspiración de los aparatos del Estado contra la verdad, la decencia y la dignidad». «Ha habido un ataque sistemático a la libertad y a la democracia», afirmó, con aires gravedad y afectación.

El número 1 de En Comú Podem, Xavier Domènech, pidió, por su parte, «la dimisión de Mariano Rajoy/Richard Nixon», mientras que la candidata del PSC, Meritxell Batet, se sumó a las peticiones de dimisión porque el PP «es un peligro».