40 años de las primeras elecciones

Los partidos de los que ya nadie se acuerda

Más de 100 formaciones estaban registradas un mes antes de los comicios, a los que concurrieron 5.343 candidatos. Algunos querían un Gobierno «variopinto» y otros prometían tractores.

Un día antes de las elecciones, las calles de Barcelona estaban cubiertas de propaganda electoral
Un día antes de las elecciones, las calles de Barcelona estaban cubiertas de propaganda electorallarazon

Más de 100 formaciones estaban registradas un mes antes de los comicios, a los que concurrieron 5.343 candidatos. Algunos querían un Gobierno «variopinto» y otros prometían tractores.

La convocatoria de elecciones generales al Congreso de los Diputados despertó una verdadera fiebre creadora de partidos. Los españoles se afanaron en agruparse, acudir al Ministerio de la Gobernación y darse de alta. La ilusión y, por qué no decirlo, el oportunismo, fueron los motores de aquel fenómeno que se llamó «sopa de letras». Y es que más de 100 partidos estaban registrados en mayo de 1977. Tras la euforia llegó el baño de realidad y muchos se unieron en coaliciones y federaciones para ser eficaces con la Ley D’Hondt. A las elecciones del 15 de junio de 1977 concurrieron 5.343 candidatos en 589 candidaturas. Sólo 22 partidos se presentaron en casi todas las circunscripciones, en unos comicios en los que participaron 18 millones de españoles, un 78,83 por ciento.

Entre la «sopa de letras», el más chocante fue el Partido Proverista, creado por Manuel Maysounave en 1976. Defendía lo que llamó «pro-verismo», sacado del latín «pro veritas» (por la verdad), e incluso publicó un libro titulado «Partido Proverista». Sus planteamientos mezclaban el socialismo, el liberalismo y la democracia cristiana bajo los postulados de «verdad, corresponsabilidad, mérito y misión». Su primera acción fue proponer al presidente Suárez un gobierno de coalición nacional, «variopinto y diverso» dijo, con Gil-Robles (Presidencia, en sustitución del propio Suárez), Fraga (Defensa), Pujol (Comercio), Meliá (Turismo) y Tamames (Trabajo), entre otros. La propuesta no fue tomada en serio, a lo que confesó a Europa Press: «Hemos pasado hasta ahora por ingenuos, pero era una táctica». A esto siguió una escisión. La llamada «comisión disidente» exigió saber dónde estaba el millón de pesetas que Maysounave había recibido del Movimiento Nacional. La campaña siguió, y a pesar de que aseguraba contar con 30.000 afiliados obtuvo 4.590 votos entre Barcelona, Tarragona y Vizcaya. Se disolvió tras las elecciones de 1989, con 245 votos.

Cuatro formaciones no obtuvieron ni mil votos, y no llegaron al 0,01% de apoyo electoral. Uno de ellas fue Falange Española Independiente (FEI), creada en febrero de 1977. Su líder fue Sigfredo Hillers, fundador en 1963 del Frente de Estudiantes Sindicalistas, y crítico con el Movimiento Nacional. Los falangistas, siempre peleados entre sí, se presentaron separados: Falange Española de las JONS (Auténtica), Falange Española de las JONS, y FEI. Los de Hillers presentaron candidaturas en Cuenca y Alicante, y lograron 855 sufragios. A partir de ahí, su historia es la de una sucesión de expulsiones, uniones efímeras y separaciones.

El Partido Agrario Español, otro de los cuatro, fue de los primeros en inscribirse, el 4 de octubre de 1976. Sus hombres venían de la asociación «Defensa Agraria Nacional». Sus líderes fueron Luis Ramírez Plaza y José Julio Gómez. El PAE intentó dirigirse a los trabajadores del campo, a los «olvidados durante el régimen anterior». Propugnaron una reforma agraria para el acceso de los campesinos a la propiedad privada y prometieron tractores. La prensa les llamó «populistas». Durante la campaña atacaron el caciquismo y a los intermediarios. Sólo estuvieron en Jaén, y sacaron 833 votos.

El Partido Liberal Independiente (PLI) se presentó en Teruel en marzo de 1977, liderado por José Manuel Muñoz Salvadores y José Torán Peláez, en un acto ante 500 personas. Muñoz Salvadores había estado en el entorno de García Trevijano y visitó a Don Juan de Borbón en Estoril, en marzo de ese año, para explicarle su programa. Pero ser juanista en tiempos juancarlistas no funcionaba. Únicamente presentaron candidatura en dos circunscripciones: Teruel y Jaén. Los resultados fueron muy malos: 805 votos. El fracaso hizo que los fundadores dejaran la formación, y la heredara Óscar Bernat, que procedió a la fusión con grupos minúsculos del liberalismo, para fundar en 1978 la Acción Ciudadana Liberal, de José María de Areilza.

El Bloque Andaluz de Izquierda (BAI), el que menos sacó en 1977, lo creó el Movimiento Comunista Español (MCE), que se declaraba marxista-leninista, y que a principios de los años 70 se pasó al maoísmo. El núcleo duro del MC estaba en el País Vasco, vinculado a ETA hasta que fue expulsado en su V Asamblea. En cada región, el MCE se alió libremente para encarar las elecciones. En Andalucía lo hizo con el Partido Comunista de los Trabajadores, que era una disidencia del PCE que consideraba a Carrillo «un traidor». También se unieron al Partido Carlista, declarado socialista autogestionario y «confederalista plurinacional», cuyo secretario de organización era Carlos Carnicero. La suma, contando con algún independiente, llegó a los 226 votos en Málaga, la única circunscripción en la que el BAI se presentó. Tras el fracaso, el MCE renunció a la «E» de «español» para dar cabida al «sentimiento plurinacional» del Estado. Los andaluces se convirtieron en Movimiento Comunista de Andalucía, uniendo nacionalismo andaluz y socialismo. Su líder, Rafael Martín Pérez, acabó detenido en marzo de 1980 por unos carteles amenazantes contra Adolfo Suárez y Martín Villa.