Elecciones catalanas

¿Otras elecciones en seis meses?

El bloque independentista diverge sobre quién será el president y cómo aplazar la DUI. Entre los constitucionalistas, la tensión de PP y PSC con Cs augura dificultades para una investidura.

Soraya Sáenz de Santamaría participó ayer en el XXII Encuentro de Economía en S’Agaró y defendió que la aplicación del 155 «ha sido una muestra de respeto a todos los catalanes»
Soraya Sáenz de Santamaría participó ayer en el XXII Encuentro de Economía en S’Agaró y defendió que la aplicación del 155 «ha sido una muestra de respeto a todos los catalanes»larazon

El bloque independentista diverge sobre quién será el president y cómo aplazar la DUI. Entre los constitucionalistas, la tensión de PP y PSC con Cs augura dificultades para una investidura.

A falta de menos de un mes para el 21 de diciembre, los primeros compases de la precampaña abocan a un escenario de pactos imposibles. La declaración de intenciones que han ido haciendo los partidos, junto a los resultados que arrojan la mayoría de sondeos, que dibujan un Parlament muy fragmentado e igualado, antojan un periodo postelectoral inviable para formar gobierno. Estas conjeturas se ciernen sobre ambos bandos, tanto el independentista, que empieza a padecer las dificultades para entablar unidad de acción por acudir en listas separadas, como el constitucionalista, que cada día hace aflorar mayores divergencias. Y en medio se sitúan los «comunes», que con toda probabilidad se va a convertir en la fuerza determinante, pero tiene unas exigencias que no satisface a nadie. De no haber investidura, habrá repetición de elecciones.

En este sentido, los separatistas, aparecen como un bloque muy agrietado por sus diferencias, pese a que se intente maquillar con negociar un acuerdo programático de mínimos. ERC, responsable de que no se reeditara JxSí y confiado por las encuestas, tiene en mente gobernar e iniciar una etapa de hegemonía relegando el «procés» al segundo plano y priorizando el eje izquierda-derecha –acercamiento a los «comunes»–, lo que chocaría con las intenciones del ex president Carles Puigdemont. Su lista, bautizada como Junts per Catalunya, acude con el deseo de restituir el Govern cesado, algo que descarta la candidata accidental de ERC, Marta Rovira, que apuesta por formar otro gobierno «ejecutivo», y al antiguo darle solo carácter de «legítimo». En lo que coinciden ambos es en aparcar la vía unilateral y apostar por la bilateralidad, mientras la CUP aboga por un proyecto rupturista, que desarrolle la república catalana proclamada el pasado 27-O.

Estas formaciones se podrían apoyar en los «comunes», aunque para seducirlos deberán abandonar la unilateralidad y ceñirse a dialogar con el Gobierno un referéndum y no la independencia, además de dar prioridad a las cuestiones sociales.

Con estos planteamientos, el líder del PSC, Miquel Iceta, ya ha avanzado que le aleja de ese partido la propuesta de un plebiscito independentista, y las relaciones se han erosionado después de la ruptura en el Ayuntamiento de Barcelona, algo que complicaría el gobierno constitucionlista también. Iceta tampoco pretende investir a la candidata de C’s, Inés Arrimadas, –segunda fuerza según las encuestas– por ser de «derechas», y por tanto sus esfuerzos se centran en seguir remontando en las encuestas para convertirse en un aspirante que conjugue respaldo electoral en las urnas y suscite el menor rechazo entre las demás formaciones. Como avanzó ayer LA RAZÓN, la «Vía Iceta» cuenta con el agrado del Gobierno –se traduciría en los apoyos del PP catalán–, que le ven una figura con gran capacidad para dar salida a la crisis catalana, en detrimento de Arrimadas, que tiene remotas opciones de concitar los apoyos suficientes –PSC y «comunes» ya la han descartado–. Arrimadas, como es lógico, no ha encajado bien este supuesto, que ve cómo se alejan sus opciones de erigirse de abrazar la Generalitat. Esto también se podría convertir en un problema para el PSC, ya que C’s se podría cobrar esa actitud y no apoyar a Iceta por quedar por detrás de Arrimadas, que argüirá la fuerza de las votos si acaba como primera fuerza constitucionalista.