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Políticos de anuncio

Ramón Marí. Alcalde de Albal. Valencia
Ramón Marí. Alcalde de Albal. Valencialarazon

Que entre los políticos hay quienes merecen una sanción social e incluso penal es una evidencia. Como también lo es que hay gente extraordinaria.

Que entre los políticos hay personas que merecen una sanción social e incluso penal es una evidencia. Como también lo es que hay gente extraordinaria. Ante el descrédito de la clase política, éste ha sido el mensaje que ha querido trasladar una conocida marca de refrescos en su última campaña. Tres alcaldes honrados, que trabajan por y para su pueblo principalmente. Son tres porque en 45 segundos de anuncio no cabían más. Pero, como ellos, habrá cientos con historias similares. «No son los únicos ni mejores que otros. Son casos que demuestran que el ser humano es más importante que la profesión que desarrollan», explica Carlos Chaguaceda, director de comunicación corporativa de Coca-Cola España. LA RAZÓN vuelve a juntar a estos tres políticos cuyas actuaciones bien merecen un reconocimiento.

Elena Biurrún. Alcaldesa de Torrelodones (Madrid)

«Se acabó eso de comer, beber y desayunar a cargo del Ayuntamiento»

Su particular forma de gestionar una localidad de 22.000 habitantes a apenas 30 kilómetro de la capital le ha llevado a ser noticia hasta en el «Wall Street Journal» como modelo de «limpieza política». Pero en España, por lo que más se la conoce es por aparecer en el anuncio de una conocida marca de refrescos renunciando a su coche oficial. No le desagrada, pero lamenta que el resto de medidas «se hayan quedado un poco olvidadas» porque la de devolver el coche «es más estética que otra cosa». Es Elena Biurrún, alcaldesa desde 2011 de Torrelodones, cuya figura ha trascendido y se ha convertido en un referente nacional del municipalismo.

Nada más llegar, esta abogada militante de Vecinos por Torrelodones se bajó el sueldo un 20 por ciento, redujo el número de concejales con dedicación exclusiva a tres, eliminó los cuatro cargos de confianza del anterior regidor, que costaban al erario público cerca de 250.000 euros ,y eliminó casi por completo los gastos de protocolo. «Quitamos de forma radical esa parafernalia tan estridente», explica. «Se acabó eso de comer, beber, cenar y desayunar a cargo del ayuntamiento. Si tenemos que comprar algo se pide un anticipo, con lo cual hay rastro de todo y no se puede esconder lo que te estás gastando». Su equipo de gobierno se dedicó en exclusiva los seis primeros meses a revisar todos y cada uno de los contratos, servicios y facturas. Así, descubrieron que en junio todavía no se había pagado prácticamente nada de ese ejercicio. Y desde entonces, siete millones de euros han tenido que ser destinados a cubrir impagos.

«Obviamente, me parece bien que me consideren honrada, mejor que corrupta», asegura Biurrún, pero reivindica que como ella, «hay mucha gente honrada en el mismo puesto, sea del signo político que sea». «Es verdad que hay gente muy sinvergüenza, pero hay otros que se levantan por la mañana y se parten el espinazo para sacar adelante su municipio», reitera. Habla claro, con el lenguaje que puede usar cualquier ciudadano –porque ella también lo es– y sin confundir a sus vecinos. «Sólo estoy aplicando en el Ayuntamiento lo que hago en mi vida privada», insiste. Y en ese quehacer diario, su equipo ha optado por abandonar las obras faraónicas para decantarse por muchas obras más pequeñas y ha apostado por retransmitir los plenos por la radio y Twitter. A nivel local, la regidora torrelodonense cree que la mala imagen de los políticos pasa por el «descontrol y el desmadre en los fondos de los ayuntamientos». Sin ir más lejos, el anterior alcalde de su localidad contaba con chófer, guardaespaldas y hasta una tarjeta de crédito del consistorio. Pero a nivel nacional, Biurrún señala la corrupción como el mal endémico. «No puede haber imputados en las listas electorales. Tienen que pasar a segunda fila hasta que demuestren su inocencia», afirma. Pero también apuesta por la regeneración política y por acabar con el aura que parece tener el político. «No puede ser que parezcamos de una casta distinta. El político es igual de común que cualquier otro ciudadano», sostiene indignada.

Carlos Castro

Pedro Garde. Ex alcalde de Sisante (Cuenca)

«Lo primero es mi pueblo»

Había que conseguir que las urgencias siguieran abiertas a toda costa. Y este ex alcalde del municipio conquense de Sisante y su equipo de gobierno no dudaron en renunciar a sus retribuciones públicas para contratar a un médico y recuperar así la figura del «médico rural». Afortunadamente, explica Pedro Garde (PP), «no hizo falta porque la orden se revocó». Pero la alternativa al cierre estaba en marcha. «Teníamos una preselección de médicos ya hecha» y el elegido «iba a vivir en una de las casas desocupadas que tenemos», relata. Se trataba de buscar una alternativa al cierre del Punto de Atención Continuada (PAC), que durante varios meses sobrevoló por esta localidad castellano-manchega y que tanto preocupaba a sus habitantes.

«Esto es una población envejecida en su mayoría en la que el 50 por ciento tiene más de 65 años», asegura Garde. Si a eso se le suma que la mayoría viven solos, dado que los hijos han emigrado a las grandes ciudades, y que el centro más cercano estaba en San Clemente, a más de 20 kilómetros, el posible cierre de las urgencias se convirtió en un quebradero de cabeza para los vecinos de Sisante, pero también para el resto de ciudadanos de cinco pueblos adyacentes. «Ni políticos ni técnicos nos dijeron cuál era el plan después del cierre», afirma Garde. Su «pulso» a la Junta de Castilla-La Mancha, como él mismo lo califica, le obligó incluso a llevar a los tribunales al Gobierno regional. «Fui muy crítico. No comparto que en política lo primero tenga que ser el partido», asegura, porque «para mí está claro que lo primero era mi pueblo». Eso sí, agradece que su formación nunca le llamara al orden, respetara su libertad y que peleara por lo que consideraba justo. «Es la prueba de que somos un partido demócrata», asevera.

Al final el agua no llegó al río y las urgencias permanecerán abiertas, algo que «ya justifica la minilegislatura» de este ex regidor popular. Porque desde el pasado 8 de junio es sólo concejal. ¿El motivo? Un llamativo pacto con el PSOE sellado verbalmente, por el que el PP gobernaría dos años y los socialistas otros dos, al no haber mayoría absoluta para ninguna formación.

Garde lamenta la valoración tan baja de su profesión, casi siempre debido a la corrupción, y por eso se prestó a protagonizar el ya famoso anuncio. «Creo que hay muchos políticos decentes, honrados, honestos y justos. Más que de los otros», asegura, antes de pedir que «el que la hace que la pague».

C. Castro

Ramón Marí. Alcalde de Albal (Valencia)

«Me abochorna que haya políticos

capaces de robSu férrea defensa por los intereses de sus conciudadanos frente a los de las entidades bancarias ha hecho que se le conozca como «el alcalde que acompaña a sus vecinos al banco». Pero no sólo negocia por ellos con los directores de las sucursales. El consistorio que dirige acaba de aprobar nuevas medidas de inclusión social entre las que destaca la distribución de alimentos entre las familias más necesitadas, las ayudas para el pago del alquiler o los talleres de empleo. Ramón Marí, primer edil del municipio valenciano de Albal desde el año 2003, lo tiene claro: se pondrá frente a quien sea por los más vulnerables. Para él, éste debería ser el objetivo único y «la obligación» de cualquier político. Marí, del PSOE-PSPV, fue elegido por la famosa marca de refrescos después de convertirse en noticia por luchar activamente contra los desahucios en su municipio. «Mis vecinos venían a mi despacho llorando porque no podían hacer frente al pago de la hipoteca». Ante esta problemática, creó la Oficina Municipal de ayuda hipotecaria en diciembre de 2012. Desde entonces ha atendido ya a 70 familias y ha logrado detener unos siete desalojos. Tras recibir en un primer encuentro a los afectados por las ejecuciones presupuestarias, el alcalde remite el expediente al abogado y al economista que forman parte del servicio. Ellos se encargan, a partir de ese momento, de intentar buscar una solución que a veces pasa por la dación en pago y otras, por la refinanciación de la deuda. Pero, aunque no lleve personalmente la negociación, Marí no se desentiende, ya que acude junto a sus vecinos al despacho del director de la entidad bancaria, para dejar constancia de que el Ayuntamiento apoya a sus vecinos. En materia de vivienda además, ha impulsado el alquiler social.Las medidas se enmarcan en su plan por la inclusión social, cuya parte más ambiciosa es la relacionada con el empleo. El Ayuntamiento priorizará para la contratación a las personas sin ningún tipo de ingreso y a las que les queden pocos meses de trabajo para tener derecho a prestación. También impartirá talleres de búsqueda activa y de formación.

La finalidad de sus políticas es, en definitiva, intentar solucionar las preocupaciones de los ciudadanos. «Vocación de servicio», como él mismo lo define. Algo que, según destaca, mueve a multitud de políticos, sobre todo a los concejales y alcaldes de municipios pequeños. «Me sorprende que por ayudar a mis vecinos sea noticia. No todos somos iguales y eso hay que ponerlo en valor». En esta línea, subraya que los corruptos son sólo unos pocos, «normalmente unidos a algún cargo importante». ¿Cómo se explica, por tanto, la desafección ciudadana hacia la clase política? Para Marí, uno de los problemas es que muchos dirigentes no están en contacto con la realidad y discuten de asuntos que no interesan a la sociedad. «Me abochorna también que haya políticos que sean capaces de robar dinero público. Estaré siempre contra la corrupción».

R. Miralles