Política

Constitución

Puigdemont rebaja la tensión de Mas

Testigos que compartieron el almuerzo con el president y Rajoy destacan que la relación es «menos fría» que la que había antes pero reconocen que «en política no hay avances».

Mariano Rajoy, Carles Puigdemont y Enrique Lacalle, ayer, en el salón del Automóvil de Barcelona
Mariano Rajoy, Carles Puigdemont y Enrique Lacalle, ayer, en el salón del Automóvil de Barcelonalarazon

Testigos que compartieron el almuerzo con el president y Rajoy destacan que la relación es «menos fría» que la que había antes pero reconocen que «en política no hay avances».

Siendo presidente de la Generalitat, Artur Mas solía decir que con Mariano Rajoy, a quien conocía desde hacía años, «es muy difícil enfadarse». Carles Puigdemont podría suscribir el comentario e incluso añadir que mantiene cierta empatía con el presidente del Gobierno a pesar de las gigantescas diferencias políticas que mantienen. Así, al menos, lo consideran quienes pudieron observar ayer su encuentro con motivo de la inauguración del Salón del Automóvil de Barcelona, rebautizado como Automobile en alusión al coche conectado. «Tanto en el almuerzo como en el paseo por el salón se les ha visto relajados, intercambiando impresiones sin ninguna tensión. Me ha parecido que tienen una relación mucho menos fría que la que tenían Mas y Rajoy», opinó un testigo directo de las charlas en público de los presidentes. Otro testimonio confirmó el juicio: «Todo ha sido muy correcto, tanto en la comida como en el paseo».

Puigdemont tuvo la cortesía de esperar a Rajoy a las puertas del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), donde se celebró el almuerzo de autoridades. Apareció el presidente del Gobierno poco antes de las 14.30 horas y se produjo el primer apretón de manos, cordial e incluso alborozado. Dieron juntos los primeros pasos entre sonrisas y no dudaron en volver a posar a petición de los fotógrafos, intercambiando nuevamente un saludo. Y en ese clima transcurrió toda su cita, aunque no se trasladó a ninguna aproximación política, ya que no hubo «nada serio» relacionado con el proceso soberanista.

En paralelo al almuerzo, el Govern difundió que Puigdemont acudirá a Madrid el 22 de mayo para proponer un referéndum de autodeterminación pactado en una conferencia en el Ayuntamiento de Madrid, en lo que plantea como su última propuesta al Estado para celebrar una consulta soberanista de común acuerdo.

Rajoy no piensa moverse en este sentido. Hace tiempo que fijó su postura y ayer la volvió hacer pública a su manera, aprovechando su intervención en el «Connected Hub». «El futuro nos exige innovación y conexión, nos impone tener la mente abierta, con espíritu emprendedor, y nos anima a entender que para competir en un mundo global y aumentar el bienestar de nuestros ciudadanos debemos evitar toda tentación de desconexión y aislamiento», dijo en una inequívoca alusión a los riesgos que entraña el proceso independentista.

Puigdemont, por su parte, optó por centrar su intervención en las infraestructuras y defendió que el rol de la administración pública debe ser «atender los deseos de las instituciones públicas y económicas que quieren estar conectados con Europa con el Corredor Mediterráneo».

Y así, sin más rasguños, concluyeron los intercambios de un encuentro cordial en el que no hubo avances.