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¿Qué vota el PSOE?

La Razón
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Pedro Sánchez lleva un mes de vértigo. Hasta hoy ha ido superando obstáculos y ahora, en tiempo de descuento, el secretario general del PSOE se juega el todo por el todo. Hoy tiene su primer examen con la consulta a la militancia socialista. Su convocatoria fue todo un golpe de efecto ante la opinión pública y, sobre todo, ante los barones de su partido que, de un plumazo, vieron anulada su luz y taquígrafos sobre los movimientos del secretario general. Hoy Sánchez puede tocar las mieles del triunfo o tragar hieles amargas cuando conozca la respuesta a: «¿Respaldas estos acuerdos para conformar un gobierno progresista y reformista?». Una pregunta, expresamente, ambigua que es un arma de doble filo.

1. ¿Cuál es el respaldo mínimo que debe obtener Sánchez?

189.167 afiliados tienen derecho a voto. En las primarias, que ganó Sánchez, participó el 66% de la militancia. Éste será el fiel de su balanza. Si la participación supera este listón será considerado un éxito. Si no llega a esta cifra, se tildará de fracaso. Si cae por debajo del 50%, Sánchez tendrá un serio problema en el partido y, sobre todo, en la investidura.

2. ¿Se votan los acuerdos o se vota su liderazgo?

Los barones socialistas han expresado escaso entusiasmo en pedir el voto favorable en la consulta. Esta posición hace presagiar lo peor. Los líderes territoriales se refugian en una excusa –la supresión de las diputaciones– para evitar dar respaldo público a Sánchez porque, para una mayoría –cualificada– de ellos, Sánchez la utiliza en su favor, para consolidar su liderazgo. Apoyar los acuerdos será igual que apoyar la gestión de Sánchez. Por eso, algunos no descartan –con la boca pequeña– utilizarla bajo el mismo prisma: votar no a los pactos para cuestionar al secretario general.

3. ¿Los resultados afectarán el poder de los barones?

Además, esta libertad de voto otorgada por los barones obedece a otro motivo. El riesgo que conlleva arriesgarse a recibir un revolcón en sus propios feudos. No sería la primera vez que sucede. En las primarias muchos barones perdieron el partido en casa. Muchos detractores de líderes locales y regionales aprovechan cualquier resquicio –la consulta lo es– para tomarse cumplida revancha por asuntos locales. Por eso, los barones deciden nadar y guardar la ropa aunque no pueden ocultar la realidad. Una victoria de Sánchez por amplio margen les reducirá su capacidad de maniobra. Una victoria ajustada dejará a todos velando armas y un fracaso de Sánchez dará alas a quienes propugnan un cambio de liderazgo. Quizás, en ese momento aparezca, por fin, un candidato, una vez Susana Díaz ha preferido mantener su poder desde Andalucía y no meterse en grescas de resultado incierto.

4. ¿Cuál debe ser el margen de su victoria?

Pedro Sánchez necesita un porcentaje de participación alto y, sobre todo, necesita que la votación le sea ampliamente favorable. Medias tintas no le sirven al secretario general. Lo ideal debería ser conseguir un mínimo del 60% de los votos afirmativos a su gestión. Resultados más ajustados serán un dolor de cabeza.

5. ¿Se la juega Sánchez o se la juega el PSOE?

Éste es el argumento estrella de los partidarios de Sánchez. Para ellos, los militantes deben volcarse con Sánchez porque eso significa volcarse con el PSOE para afrontar con garantías la sesión de investidura. Identifican a Sánchez con el partido y añaden, a quien quiera oír, que los que han puesto chinchetas en el camino deberán asumir, en primera persona, este fracaso porque es el fracaso de Sánchez, sí, pero también el fracaso del PSOE. Su propio fracaso.