Amnistía fiscal

Rajoy da por rota la campaña del PP tras el caso Rato

Rajoy junto al presidente de la Generelitat, Alberto Fabra la alcaldesa de Elche, Mercedes Alonso y el vicesecretario general de Organización del PP, Carlos Floriano
Rajoy junto al presidente de la Generelitat, Alberto Fabra la alcaldesa de Elche, Mercedes Alonso y el vicesecretario general de Organización del PP, Carlos Florianolarazon

Rajoy se desmarca del ex vicepresidente para limitar el coste electoral: no mantiene contactos con él y pide que se respete la decisión de la Justicia

La imagen que hoy dan en Moncloa del ex vicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato no puede ser más desoladora. En el entorno del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, explican su caída de una manera muy gráfica. «No hay operaciones políticas ni conspiraciones a favor o en contra.Su gran problema ha sido que se creía intocable», sostiene uno de los colaboradores de Rajoy. Ya no hay medias tintas ni matices para el que fue considerado como el artífice del «milagro económico» español.

En Moncloa ponen sordina a la tesis de que se han producido filtraciones internas que lo han precipitado todo. Mucho se ha hablado estos días de que lo que ha hecho que estallara todo ha sido una filtración no controlada desde un ministerio, en concreto, desde el de Economía y Competitividad. Pero en Moncloa dan una explicación más sencilla a todo esto: «Aquí no interviene la política; se abrió una inspección porque los datos no cuadraban y esa maquinaria del Estado, afortunadamente, es imparable».

Que éste no es un buen momento para que reviva el ruido de la corrupción no lo niega nadie, ni en el Gobierno ni en el partido. En la cúpula popular son conscientes de que es un debate en el que no tienen nada que ganar, ni siquiera con una lección de supuesta ejemplaridad. Esta Legislatura, con los casos de Gürtel y de Bárcenas, ha pasado factura a su credibilidad y, en consecuencia, su análisis constata que no les interesa que éste vuelva a ser un tema de la agenda cuando ya está rodando la difícil campaña electoral de las autonómicas y municipales de mayo.

En el partido hay críticas sobre cómo se han manejado los tiempos. Hay críticas hacia la gestión de Montoro y también hacia la utilidad que ha tenido realmente la amnistía fiscal de 2012, poniendo en la balanza sus resultados en recaudación, los 1.200 millones de euros, y el desgaste para la imagen del Gobierno y el coste en la conciencia fiscal ciudadana. Pero todo eso ya es pasado, y en el presente el «caso Rato» añade, sin duda, un problema a la estrategia electoral del PP.

En Moncloa explican que la única salida posible es «esperar a que escampe» y no dejar de insistir en el mensaje de que la Ley es igual para todos. Cuando se pregunta por qué explota la «bomba» justo ahora, en un momento tan inconveniente desde el punto de vista partidista, la respuesta es definitiva: «Mala suerte. La maquinaria del Estado debe seguir su ritmo al margen de intereses de partido».

El relato desde el círculo más próximo a Rajoy apunta que lo que precipita los acontecimientos es la «sensación de Rato de que está por encima de todo. Su convencimiento de que puede moverse con absoluta impunidad». «Las alarmas de la Agencia Tributaria saltaron cuando hace un año se tuvieron que actualizar las declaraciones de bienes en el exterior. La investigación sobre Rato estaba desde principios de año en el Sepblac, y en los últimos días se detectaron movimientos en sus activos en el exterior. Había que intervenir para evitar el alzamiento de bienes y la destrucción de pruebas».

Esta explicación deja vacíos sin sentido completo en el manejo de los plazos, pero es incontestable en lo que afecta a que el caso había cogido una dimensión que trascendía por completo la competencia de un Gobierno, por mucha mayoría absoluta que éste tenga. Con una dificultad añadida, la de que esta investigación «ha tenido en contra la capacidad de Rato para llegar a determinadas élites, lo que ha hecho mucho más complicado garantizar el secreto necesario para avanzar en la indagación». A partir de ahí, es cierto que hay quien se ha apresurado a intentar utilizar este complicado escenario para librar sus propias luchas internas, que como en todo Gobierno, también en éste las hay. De hecho, hay ministros molestos por haber sido excluidos del proceso que la semana pasada concluyó en la histórica foto de Rato detenido mientras se registraba su vivienda y su despacho.

En medio, Rajoy, a quien preocupan seriamente los acontecimientos sobrevenidos. El presidente rompió con el ex vicepresidente de Gobierno hace mucho tiempo, y lo mismo ha hecho la plana mayor del partido. De sus amigos del pasado, hay pocos que le hayan seguido siendo fieles en la adversidad. Se cuentan con los dedos de una mano, sobre todo desde que él se vio obligado a pedir la suspensión de militancia en el PP, en octubre del año pasado, a raíz del escándalo de las tarjetas opacas de Bankia,

El presidente del Gobierno está preocupado porque cree que esto rompe la campaña al PP. Una campaña que quería llevar al terreno autonómico y local, al debate más administrativo que ideológico. Y en la que sus candidatos marcaran su agenda propia en función de la coyuntura en la que se manejan sin interferencias nacionales. El «caso Rato» no es una interferencia, es un «terremoto», sentencia un presidente autonómico.

Ayer Rajoy aprovechó su participación en un mitin en Murcia para admitir que este caso afecta «especialmente» a su partido porque Rato ha sido uno de sus referentes. Rajoy ratificó su apoyo al trabajo independiente de la Agencia Estatal Tributaria y a la labor de los jueces, e insistió en que todos los españoles son iguales ante la Ley.

Desde que el pasado miércoles surgieron las primeras informaciones que apuntaban a la investigación por posible blanqueo de capitales de Rato, en el PP están encendidas todas las alarmas. Dirigentes de primer nivel y dirigentes territoriales han compartido el análisis de que el único camino para intentar amortiguar el coste de este escándalo exigía desmarcarse rotundamente del ex vicepresidente, repudiar lo que hoy representa su figura.

Rajoy se refirió ayer por su nombre a Rato, para resaltar que «ha sido un activo muy importante del partido». Sobre si había hablado con él, y preguntado por sus sentimientos hacia su ex compañero, Rajoy se negó a entrar «en detalles de este tipo, que no vienen al caso: soy el presidente del Gobierno». «En el caso del PP nos afecta especialmente porque Rodrigo Rato ha sido uno de los activos más importantes de nuestro partido», apuntó. Según precisaron fuentes de Moncloa, Rajoy no ha mantenido ningún contacto con Rato «desde hace tiempo».

La gravedad de la situación hizo que modificara su agenda y se acercara a los periodistas para valorar por primera vez la investigación fiscal abierta sobre el ex director general del Fondo Monetario Internacional (FMI). «Mi posición es la misma que ha realizado el Gobierno. Como a cualquier español no nos gusta que se produzcan este tipo de acontecimientos.Ojalá jamás se vuelvan a producir en el futuro».

El jefe del Ejecutivo insistió en el mensaje que ya había dejado el viernes el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro: que esta operación no tiene que ver directamente con la regularización fiscal que puso en marcha en 2012, sino con actuaciones normales de la Agencia Tributaria. Y también insistió en apelar a la independencia e imparcialidad de la Agencia Tributaria, de la Fiscalía y de la Justicia. «Todos debemos acatar lo que digan los tribunales», sentenció. «El Gobierno ha hecho batalla a lo largo de esta Legislatura de la lucha contra el fraude y gracias a ello han aflorado 100.000 millones de euros que antes eran bases imponibles», añadió, para poner en valor el trabajo de la Agencia Tributaria.