Presidencia del Gobierno

Rajoy intensifica la «Operación diálogo» pese al bloqueo soberanista

Mantiene contactos discretos en el ámbito político, económico y de la sociedad civil.

La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, en una imagen de archivo tras su última reunión con Junqueras en Barcelona
La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, en una imagen de archivo tras su última reunión con Junqueras en Barcelonalarazon

Mantiene contactos discretos en el ámbito político, económico y de la sociedad civil.

El Gobierno mantiene firme la agenda de diálogo a la que se ha agarrado en esta legislatura para hacer frente al desafío independentista, aunque la Generalitat no emita señal de revisión de su estrategia. La apuesta por esta política de mantener la mano tendida a la negociación es independiente de que, al mismo tiempo, el Ejecutivo tenga que seguir respondiendo legalmente a las decisiones de la Generalitat o del Parlament en el desarrollo de su desafío. Y esta precisión, que apuntan en Moncloa, implica que a diferencia de la anterior legislatura de Rajoy, en ésta hay otra política y otra estrategia de comunicación que no se va a revisar en función de las circunstancias.

«La “operación diálogo” no fracasa porque la Generalitat insista en avanzar hacia el precipicio. Hay un diálogo político, y si lo rechazan, tendrán que explicar ante sus ciudadanos por qué se quedan fuera de las decisiones que les afectan. Vamos a seguir ofreciendo una salida. Pero hay también un diálogo con la sociedad catalana, y por mucho que se empeñen en boicotearlo, no sólo no va a disminuir, sino que vamos a intensificarlo», explica un asesor del presidente.

Mariano Rajoy participa activamente de esta estrategia del diálogo, aunque sus contactos no sean públicos. En esta legislatura la situación de minoría ha obligado a Rajoy a abrir puentes de negociación diversificados. Habla con mucha gente, no sólo del ámbito político. Y esta agenda afecta también a Cataluña. El presidente tiene contactos políticos, económicos y con otros representantes de la sociedad civil, confirman fuentes gubernamentales. «La discreción es a veces muy necesaria para que el diálogo fructifique, sea útil, y no se quede sólo en fotos o en maniobras con intención política», explican.

Así que desde Moncloa advierten de que la bautizada como «operación diálogo» tiene un largo recorrido, y que no muere por el hecho de que la Generalitat se empeñe en seguir adelante con la agenda secesionista. «Aquí los únicos que tienen que estar preocupados son ellos. El referéndum no va a celebrarse y ellos lo saben. Hasta dónde quieran mantener la ficción es su problema, y aquí hay también de fondo una batalla interna entre los de Artur Mas y los de Junqueras en la que Esquerra tiene todas las de ganar ante una nuevas elecciones», comentan en el entorno de Rajoy.

En el Gobierno asumen, de hecho, que el pulso independentista lo van a intentar mantener hasta el final. Pero la estrategia del díálogo va «mucho más allá de las paredes de la Generalitat». Es otra manera de acercarse a la sociedad catalana y de contestar a la propaganda independentista. En el Gobierno han aprendido de la pasada legislatura, han tomado nota de los errores, y son conscientes de que en este escenario político el bloqueo sólo sirve para cubrir los flancos débiles del programa de Esquerra y de la antigua Convergència. «El acierto o fracaso de nuestra política no se mide en función de que la Generalitat ceda o no en su desafío. Ellos verán hasta dónde quieren tensar la cuerda. Nosotros nos dirigimos a toda la sociedad catalana y creemos que ha sido un error que el Estado haya dado pasos atrás en su presencia en Cataluña. Hay que estar allí y hay que mantener la puerta abierta a buscar soluciones hagan lo que haga. Si se saltan la Ley, el Estado de Derecho responderá. Y a ningún Gobierno se le puede pedir soluciones si está fuera de la ley vigente», apostillan. Hasta ahora, la respuesta de la Generalitat ha sido sólo la escenificación del bloqueo, a pesar de que saben que Moncloa trabaja en el desarrollo técnico de algunas de sus reivindicaciones. No se salen del mantra del «referéndum o nada», salvo para la negociación económica, de la que depende la Generalitat para afrontar sus problemas financieros.

La política que lidera la vicepresidenta y ministra para las Administraciones Territoriales, Soraya Sáenz de Santamaría, no va a ser, por tanto, revisada de acuerdo con los planes con los que trabaja el Ejecutivo. La intención es hacer compatible el diálogo con «la contundencia» en la defensa del Estado de Derecho. Y la oferta de negociación sobre todas las cuestiones planteadas por la Generalitat, salvo el referéndum de autodeterminación, tampoco caducará.

Los contactos a todos los niveles constatan «el cansancio» de los catalanes con la situación política, argumentan desde el PP, y en el Gobierno confían en que acabe haciendo mella la imagen de una Generalitat «ausente de los foros y de las decisiones que afectan a los catalanes». Esto no quiere decir que tengan esperanza en que la situación se reconduzca y no vaya a haber choque de trenes. Simplemente entienden que la apuesta por el diálogo y la negociación, dentro de la ley, debilita más los argumentos secesionistas. «Cataluña es mucho más que los políticos que ocupan la Generalitat. El diálogo es con todos los catalanes, y, por eso, seguiremos sosteniendo esta bandera aunque Puigdemont no deje de intentar boicotearla». Está pendiente, precisamente, una entrevista de Rajoy con el presidente de la Generalitat sobre la que en Moncloa explican que va a tener lugar «en cuanto Puigdemont dé el visto bueno». «El presidente ya ha dicho que está dispuesto a hablar con todo el mundo. También con el presidente de la Generalitat. Hay muchas cuestiones que afectan a Cataluña que exigen diálogo entre las instituciones a nivel político y económico. Si sólo se quiere hablar del referéndum, podemos reunirnos, pero no vamos a decir otra cosa que la que ya saben, que no vamos a autorizar una consulta que afecta a todos los españoles y sobre la que no tenemos potestad».