Amnistía fiscal

Rajoy ve detrás del caso Rato «maniobras externas» contra su Gobierno

«Se está siendo injusto con Guindos y Montoro, hay que mirar a otros lados». El presidente cree que detrás del «caso Rato» hay maniobras para desestabilizar a su Gobierno. Conocía la investigación al ex ministro hace meses y pidió que el proceso siguiera su curso

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, llega a la cumbre extraordinaria sobre la inmigración irregular celebrada en Bruselas
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, llega a la cumbre extraordinaria sobre la inmigración irregular celebrada en Bruselaslarazon

El presidente conocía hace meses la investigación al ex ministro y niega cualquier filtración desde su equipo. «Se está siendo injusto con Guindos y Montoro, hay que mirar a otros lados»

Ni en el Gobierno ni en el PP dan crédito sobre cómo sigue creciendo el lío que está acompañando al «caso Rato». Una situación que, en teoría, debería haber servido para acreditar ante la opinión pública que el Ejecutivo respeta el funcionamiento de las instituciones sea quien sea el afectado y que deja que éstas actúen con absoluta independencia, se ha convertido en una «bomba», y no solamente por lo que representa Rodrigo Rato para el PP y su vinculación a estas siglas, sino, sobre todo, por todos los movimientos que se están produciendo alrededor de las investigaciones por parte de la Agencia Tributaria y del hecho de que ésta haya puesto en manos de la Justicia la causa por presunto blanqueo de capitales contra el ex vicepresidente de José María Aznar y ex responsable máximo de Caja Madrid y de Bankia.

Mariano Rajoy cree que detrás de todo lo que está ocurriendo hay maniobras para desestabilizar a su Gobierno y perjudicar al PP en vísperas de la campaña electoral. Y ahí entra el fuego enemigo y también el de algunos que «parecía que eran amigos». Aunque dentro del Gobierno hay divisiones, y dentro del partido también, en este caso el problema no lo focalizan en esas divisiones ni en las diferencias que pueda haber entre el Ministerio de Economía y el de Hacienda. Tampoco es cierto –dicen– que el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, haya ocultado información al propio Rajoy. El presidente sabía desde hace meses, desde que se inició el procedimiento, que la Agencia Tributaria había abierto la investigación de la que ahora se tiene conocimiento público. Únicamente dio una orden: dejar que el proceso siguiera su curso, sin injerencias de ningún tipo, ni en un sentido ni en otro. «Se está siendo muy injusto con Guindos y con Montoro. Aquí hay que mirar hacia otros lados», sentencian en Moncloa.

La polémica filtración a un medio digital, que no es cercano al Gobierno, de que se investigaba a Rato por presunto blanqueo de capitales puede venir de algún funcionario próximo a la oposición, sospechan en La Moncloa. Y en las filas populares creen, asimismo, que igual que en «la crisis de Semana Santa», que estalló dentro del partido y que reveló el enfrentamiento entre la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y otros dirigentes del PP, «en este caso también hay quienes desde dentro de la organización están aprovechando la situación para enredar y solventar cuitas internas sin importarles los daños colaterales sobre el Gobierno».

En cualquier caso, el problema serio no está en la filtración, «sino en los errores que hemos cometido en la gestión del polvorín», explica un alto cargo del Ejecutivo. La precipitación para evitar que pareciese que se tenía especial consideración con Rato se ha vuelto del lado contrario. Y, además, el Gobierno y el PP no están siendo capaces de construir un «relato» único, que aclare las dudas sobre las decisiones y el camino seguido. «Aquí se ha dejado que las instituciones funcionen y la imagen que llega a los ciudadanos es justo la contraria. Es evidente que algo no funciona», añaden.

Dentro del PP, para algunos esta crisis ha vuelto a poner en evidencia la incapacidad de articular una política de comunicación sólida que acalle el «coro de voces» que traslada a la opinión pública la impresión de que cada uno está haciendo la guerra por su cuenta. En la contradicción chirría hasta la dureza que emplea Montoro en su manera de marcar distancias con el ex vicepresidente del Gobierno y la contención que se ha visualizado en los mensajes de otros «primeros espadas», incluido el propio Rajoy.

Mientras, el partido también se ha dividido. Están los que creen que urge construir un argumentario claro y único con el que intentar hacer llegar a la opinión pública el mensaje de que el Gobierno se ajusta al principio de respeto absoluto de la ley, por encima de intereses de partido y de afinidades personales.

Y hay otro sector, más minoritario, que cuestiona el trato dado a Rodrigo Rato y su exposición al «escarnio mediático». La gota la colocó ayer el ex ministro y embajador en Londres, Federico Trillo, que para defenderse alegó: «Algo huele a podrido en Dinamarca».