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Rebloqueo

Sánchez gana pero retrocede tres escaños y solo sumaría con un pacto Frankenstein. Abascal se dispara por encima de los 50 diputados y Rivera se derrumba.

Abascal celebró ayer el ascenso de su partido, que ha logrado sumar 28 escaños en siete meses. Foto: Cipriano Pastrano
Abascal celebró ayer el ascenso de su partido, que ha logrado sumar 28 escaños en siete meses. Foto: Cipriano Pastranolarazon

Sánchez gana pero retrocede tres escaños y solo sumaría con un pacto Frankenstein. Abascal se dispara por encima de los 50 diputados y Rivera se derrumba.

Rebloqueo. Un Congreso sin pactos viables y un país ingobernable en la práctica. Más fragmentado. Más radical. Y con un Gobierno, el que salga, más débil que en abril. En la izquierda Pedro Sánchez consigue 120 escaños, tres menos de los que tenía, y sigue sin sumar una mayoría salvo que recurra al «gobierno frankestein» que rechazó tras las anteriores elecciones generales por el coste y por la dificultad de hacer viable un acuerdo con Podemos, independentistas y PNV.

Sánchez se queda muy lejos de los 140 diputados que apuntaban sus previsiones al arranque de esta nueva batalla electoral.

La frustración por la falta de acuerdo en la izquierda también la paga Podemos, que cae siete escaños. Aunque Pablo Iglesias aguanta, no obstante, mejor de lo que pensaban en Moncloa. En este contexto lo lógico es que Iglesias sostenga el pulso a Sánchez y conserve las mismas condiciones que dijo en campaña que estaban encima de la mesa. Es decir, el Gobierno en coalición. También añadió su incorporación a ese gobierno, a diferencia de julio, cuando la formación morada llegó a aceptar el veto a su líder para seguir avanzando en unas negociaciones que acabaron frustradas.

El reparto entre bloques queda muy similar al que había en abril. Baja la izquierda. La suma de PSOE, Podemos y Más País llega a los 158 diputados. En abril, Podemos y PSOE sumaban 165 escaños.

La derecha paga otra vez su fragmentación. Ciudadanos se queda en los huesos, 10 diputados, y es el partido al que más factura le pasa la repetición electoral hasta el punto que deja en el aire el futuro de Albert Rivera. Por contra, Vox confirmó su fortaleza y taponó el crecimiento que el PP tenía hace dos semanas al llegar a los 52 escaños, 28 más. Los populares mejoran sus resultados de abril en 21 escaños y llegan a los 87, pero cargan con la frustración de no conseguir el empate con el PSOE que creyeron tener a su alcance. No cumplen la previsión de tocar los cien escaños ni acercarse al PSOE. La suma de PP y Ciudadanos se queda en 98 diputados. Vox no entraría nunca en un gobierno en coalición con estos dos partidos.

El candidato socialista podrá seguir en La Moncloa con el citado acuerdo por la izquierda y con los independentistas. Pero desde su debilidad tiene todas las papeletas para que la cesión cargue sobre sus espaldas, no sobre las de sus socios. Y ahí quedan reflexiones lapidarias suyas de meses atrás como la de que el Gobierno en coalición con Iglesias le quitaba el sueño.

En cuanto al pacto por la vía de la derecha, Génova dejó su primera condición teórica encima de la mesa: que Sánchez renuncie a ser el candidato. La realidad es que el ascenso meteórico de Vox complica la negociación de una abstención del PP a un Gobierno socialista porque supondría dejarle el pilotaje de la oposición al partido de Santiago Abascal. Anoche a más de uno dentro del PP le temblaban las piernas, pese a la victoria, por las consecuencias de este crecimiento de Vox en su política de oposición.

Además, ese hipotético pacto PSOE-PP sólo valdría para la investidura y condicionando las grandes políticas. ¿Y con quién gobernaría después en el día a día Sánchez? Podemos no podría validar esas políticas consensuadas con los populares en el Parlamento en ningún caso y pasaría a la oposición. Iglesias lo tiene claro: el pacto con el PSOE desde fuera del Gobierno ya se ensayó después de la moción de censura contra el Gobierno de Rajoy y sólo sirvió para fortalecer al líder socialista. Sánchez lleva persiguiendo desde la noche electoral de abril un Gobierno en solitario, y que los demás partidos le facilitasen gratis la investidura para luego tejer sus alianzas sin comprometerse en el reparto de su Consejo de Ministros. Pero ese objetivo, al que hipotecó los 123 escaños con la repetición electoral, queda diluido con el nuevo reparto de poder tanto dentro de la izquierda como en el bloque de la derecha. El PSOE pierde más de un millón de votos. El independentismo catalán mantiene su hegemonía en Cataluña. El reparto de fuerzas deja a ERC con dos diputados menos, a costa del crecimiento del partido de Puigdemont, que sube un diputado, y de la CUP que debutan con dos representantes.