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Representación para el 26-J

Iglesias traslada a Sánchez la presión de repetir elecciones. El líder de Podemos renuncia a ser vicepresidente, pero mantiene su veto a Rivera y aboca al socialista a romper con C’s para gobernar

Pasarela San Jerónimo. Iglesias y Sánchez llegaron caminando juntos al Congreso para escenificar su buena sintonía tras los ataques del pasado
Pasarela San Jerónimo. Iglesias y Sánchez llegaron caminando juntos al Congreso para escenificar su buena sintonía tras los ataques del pasadolarazon

Iglesias cede la vicepresidencia pero exige excluir a C’s del «gobierno del cambio» ►Sánchez mantiene su pacto con Ciudadanos y le pide que se siente a negociar a tres ►Rivera no gobernará con Podemos y advierte de que prefiere ir a elecciones ►Rajoy espera que «acabe el postureo» para llamar al líder de los socialistas

Cambio en las formas, no en el fondo. Detrás de la ilusoria apariencia de un avance en las negociaciones trasciende la implacable aritmética parlamentaria que no atiende a gestos de complicidad y sigue antojándose imposible para llevar a Pedro Sánchez a La Moncloa. Los vetos mutuos que se profesan Pablo Iglesias y Albert Rivera siguen hoy tan «vigentes» como lo está el acuerdo rubricado entre el PSOE y Ciudadanos que Podemos quiere defenestrar, transformando una alianza de gobierno en un pacto de investidura para que los naranjas favorezcan un ejecutivo de izquierdas. El arte del parecer –en lugar del afán de hacer– que ha imbuido a los principales dirigentes políticos se lee ya en clave preelectoral y en la necesidad de buscar un culpable para la inminente convocatoria de nuevos comicios. Sólo así se entiende el movimiento que ayer realizó Pablo Iglesias.

Al líder de Podemos le bastó lo que duró su comparecencia ante los medios para desmontar el argumento capital que esgrimirá el PSOE si se producen elecciones: culpar a la formación morada de haber bloqueado el cambio y de haber cercenado la posibilidad de desalojar a Mariano Rajoy de La Moncloa.Iglesias, en una autoinmolación tan controlada como su ofrecimiento de ser vicepresidente, renunció públicamente a un cargo que nadie le había prometido, salvo él mismo, para evitar ser un «obstáculo» para el acuerdo. «Si para que haya un gobierno a la valenciana mi presencia es una dificultad, estoy dispuesto a ceder y no estar en ese ejecutivo», destacó. En un ejercicio de cesión continua, el líder de Podemos también rectificó en su negativa al diálogo con Rivera y anunció su disposición a sentarse en la mesa a tres que le brindaba Sánchez. Eso sí, para apelar cara a cara al sentido de la responsabilidad del presidente de Ciudadanos para que permita –por activa o por pasiva– un gobierno de coalición entre PSOE y Podemos. Ahora la pelota está en el tejado de Sánchez, que tendrá que decidir entre aliarse con la izquierda y buscar la abstención de Ciudadanos o aferrarse a su pacto de 131 diputados con una formación de centro derecha y concurrir de nuevo a las urnas ante al imposibilidad de articular una mayoría suficiente. En ese caso, la responsabilidad será sólo suya.

El paso a un lado de Iglesias y su voluntad de dialogar con C’s no eran gratuitos; el secretario general dejó claro que «no ve posible» un gobierno en el que convivan morados y naranjas y al tiempo que daba una de cal demandaba una de arena. «Ahora le toca ceder al PSOE», requirió al tiempo que emplazaba a Sánchez a olvidar su idilio con Rivera para explorar el frente de izquierdas. En opinión de Iglesias, la ineficacia probada de su acuerdo con Ciudadanos le empuja a buscar otras salidas para llegar al poder y él le ofrece la «vía del 161». Un pacto que aglutine a PSOE, Podemos e IU-UP y que sigue cojeando si los soberanistas no le dan viabilidad con su abstención. En este sentido, Iglesias también dio un revés a su estrategia, pues, consciente de la imposibilidad manifiesta del socialista de valerse de apoyos independentistas, pidió abiertamente la abstención de Ciudadanos. «No le pedimos –a Sánchez– que rompa con C’s, sino reconvertir el pacto de gobierno en uno de investidura», destacó. El líder de Podemos incluso idealizó con la conversación que mantendría con Rivera. «Le diría: Albert, no te parece que sería bueno para España probar otra cosa. Entiendo que preferirás un gobierno a la valenciana que mantener en La Moncloa a Rajoy», destacó.

Sin embargo, la abstención de Ciudadanos no es una opción que el PSOE valore de momento en público, aunque en privado algunos socialistas ya sopesan esta tesis como la única fórmula para evitar elecciones. Sánchez defendió que si Rivera cambia el sentido de su voto sería «un retroceso» y se comprometió a que «todo acuerdo tiene que tener el sí de C’s», porque esta alianza es «mucho más ambiciosa» que la que propone Iglesias, basada en el modelo valenciano. El optimismo dio paso al realismo. El líder socialista comenzó su comparecencia señalando que veía más cerca un gobierno del cambio que una repetición de elecciones y acabó su intervención reconociendo que el acuerdo era «difícil, complicado y casi imposible». No en vano, asume la ingente empresa de transitar la «vía del 199», una mayoría que incluya los proyectos antagónicos de Podemos y Ciudadanos, arbitrados por el PSOE.