El desafío independentista

Retroceso separatista

La Razón
La RazónLa Razón

La guerra a España de los separatistas catalanes se libra en diversos frentes, pero los más significativos y cuatificables son la calle, la opinión pública y las urnas.

Las manifestaciones de la diada han sido claro ejemplo de instrumentalización política de una jornada festiva. Desde la que vio arrancar el proceso independentista en 2012 hasta la última de 2016, hemos asistido a importantes bailes de números según la fuente consultada. La media de participación en esos cinco años según el Ministerio del Interior ha sido de 488.000 mientras que la Guardia Urbana informaba de 1.400.000. Pero es más significativo el brusco cambio de tendencia confirmado por todos en 2016, los asistentes bajaron a 370.000, según la Delegación del Gobierno en Cataluña, o a 800.000 según fuentes de la Guardia Urbana. La calle se agota como instrumento de agitación para el separatismo.

Otra muestra del retroceso separatista lo confirma el último sondeo del Centro de Estudios de Opinión, realizado en el pasado mes de marzo, ante la pregunta «¿Quiere que Cataluña se convierta en un Estado independiente?», el 48.5% de los catalanes respondió con un no y el 44.3% contestó que sí.

En el anterior barómetro del CEO, de noviembre de 2016, ante la misma pregunta recogió un 45.1% de respuestas negativas y un 44.9% de respuestas afirmativas. En un cuatrimestre la distancia entre el sí y el no, aumentó 4.5 puntos a favor del no.

Y tenemos el resultado de las urnas en las últimas elecciones autonómicas del 25 de septiembre de 2015: Las candidaturas independentistas sumaron 1.966.508 votos y los contrarios a la independencia consiguieron 2.079.760. El pueblo de Cataluña bloqueaba el proceso separatista. Pero incluso ante una fractura social de esta envergadura Mas y Puigdemont continuaron su huida hacia adelante.

El escenario político que dibujan las encuestas a nivel autonómico ante un adelanto electoral es que ERC se impondría como primera fuerza política seguida de Cs y el partido de Colau. Quedando el partido de Puigdemont relegado a la cuarta o quinta posición. No habría mayoría parlamentaria independentista.

En las elecciones autonómicas de 2015 los convergentes no acudieron en solitario a las urnas por no quedar ya entonces por detrás de ERC y perder así el liderazgo del procés y se asociaron a ERC bajo las siglas electorales de Juntos por el Sí.

Las de 2010 fueron las últimas elecciones autonómicas en las que CIU se mantuvo como primera fuerza política, recibió 1.198.000 votos y ERC sumó 218.000. Fueron las últimas elecciones al Parlament con CIU como fuerza más votada. Fin de un ciclo. Así, el nacionalismo conservador catalán se ha quedado sin sus dos iconos; Pujol y Convergencia Democrática de Cataluña.