PSOE

Sánchez capta el doble de votos de los que cede a Iglesias

El 49,6% de los electores socialistas nunca votaría a los morados ni un 42,6% de éstos al PSOE.

Sánchez e Iglesias, en pantalla, durante un debate para las pasadas elecciones
Sánchez e Iglesias, en pantalla, durante un debate para las pasadas eleccioneslarazon

El 49,6% de los electores socialistas nunca votaría a los morados ni un 42,6% de éstos al PSOE.

La vuelta de Pedro Sánchez a Ferraz ha servido, entre otras cosas, para recuperar la relación del PSOE con Unidos Podemos. Una relación que nunca gozó de excelente salud, ya que estuvo marcada por la desconfianza mutua, y que alcanzó su momento más crítico cuando los morados votaron en contra de la investidura del líder socialista en marzo de 2016 impidiendo el «Gobierno del cambio». En la práctica, el acercamiento que se visibilizó el lunes con una primera reunión de los equipos de ambas formaciones es un movimiento meramente estético, que no se traducirá más allá de la típica colaboración parlamentaria y con el que ambas formaciones sólo buscan obtener rédito electoral. El escaso éxito de la cita se visibilizó sólo 12 horas después cuando cada uno de los partidos mantuvo su independencia legislativa, sin pactar siquiera el registro de las medidas que tenían previsto impulsar de manera inmediata como una comisión sobre el accidente del tren Alvia (PSOE) o una proposición de ley sobre el trabajo de los becarios (en el caso de Unidos Podemos). Sánchez pretende, desde que recuperó las riendas del PSOE, capitalizar el protagonismo de la oposición y atraer a los votantes que se habían ido a la formación morada, un objetivo que parece estar alcanzando de forma paulatina. Según los últimos datos de NC Report para LA RAZÓN, del flujo de votantes que recibe el PSOE, un 6% correspondería a ex electores de Pablo Iglesias, mientras que Sánchez sólo cedería un 2,4% a Unidos Podemos, lo que supone menos de la mitad de los que capta.

Con su giro a la izquierda, el líder socialista da por ganada la «batalla de la izquierda» y considera que el rol de «única alternativa a Mariano Rajoy» será suficiente para atraer el voto de centro que es clave, el que realmente decide la victoria en las elecciones. El viraje de Sánchez se mostró inequívoco desde el momento mismo de su proclamación como nuevo secretario general del PSOE cuando apeló directamente a los indignados del 15-M y a los votantes de la formación morada para recuperar su confianza. Sin embargo, los socialistas quieren agotar la legislatura y no tienen prisa por desalojar a Mariano Rajoy de La Moncloa, ya que les interesa rearmarse en la oposición. Esta estrategia no la comparten en Unidos Podemos que ya impulsaron una moción de censura contra el presidente del Gobierno, que no contó con el apoyo de los socialistas. Pero, cabe preguntarse, cuánto margen real existe entre estas dos formaciones para poder arañarse votos la una a la otra. En este sentido, es clave reseñar que los electorados del PSOE y de Unidos Podemos no son homogéneos, ni pueden trasvasarse como el agua de una cuenca hidrográfica a otra. No son tampoco complementarios ni pueden sumarse, aunque ambos registren un margen similar de fildelización de voto: un 74% los socialistas y un 74,4% los morados.

En el estudio del CIS número 3.173 del pasado mes de abril, se preguntaba a la ciudadanía por el partido político al que nunca votaría. El 49,6% de los votantes del PSOE aseguró que nunca votaría a Unidos Podemos. Pero la animadversión que se profesan ambos electorados es casi recíproca, pues el 42,6% de los votantes de Unidos Podemos aseveraba que jamás votaría al PSOE.

El juego del acercamiento mutuo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no es más que una escenificación que responde a un guión ya escrito: a la dirección morada le interesa crear la enésima expectativa de un entendimiento entre las izquierdas. Pero todo está calculado. Cuando haya que comprometerse saltará por los aires el acercamiento. Pero mientras tanto Unidos Podemos irá ganando.

Sin embargo al PSOE, electoralmente, no le beneficia seguir este juego de «hermanamiento» de las izquierdas; es el que más tiene que perder. Solo a nivel interno se refuerza, con una liturgia que gusta a sus bases, pero olvida que con los 190.000 votos de los afiliados no se ganan unas elecciones generales. El PSOE debe abandonar este juego y comenzar a pensar en su electorado.

El electorado del PSOE es mayoritariamente socialdemócrata, europeísta y constitucionalista. Es fundamentalmente de clase trabajadora y con niveles de estudios primarios y secundarios. Junto con los populares dominan entre los electores de 44 años en adelante. Los votantes del PSOE se reparten por todo el territorio nacional, con mayor presencia en municipios de mediano tamaño. Los votantes del PSOE se sienten identificados con la Transición política española, no cuestionan la Monarquía ni la unidad de España.

En cambio el votante de Unidos Podemos cuenta con un importante componente de clases medias y medias altas, con estudios medios y superiores. La mayor parte de sus votantes se concentra entre los ciudadanos de 18 a 30 años y en las confortables urbes. La edad es un elemento que corre en contra de Unidos Podemos ya que los ciudadanos a medida que cumplen años optan más por posiciones moderadas. Otro factor que juega en contra del tamaño numérico de la base electoral morada es la salida de la crisis económica. La mayoría de sus votantes han optado por esta alternativa política por creer que ni la socialdemocracia ni los conservadores podían resolver los problemas de la gente. Además aprovecharon que los jóvenes estaban generacionalmente desconectados del espíritu de la Transición y por su inexperiencia política eran fáciles presas del marketing político morado que planteaba una ruptura con la dictadura de Franco cuarenta años después de su muerte. Para ellos nuestro régimen democrático del 78 no es más que una continuación del régimen del 18 de julio. Sienten nostalgia de la Revolución de los Claveles que no puedo ser en España.