PSOE

Sánchez rechaza ahora la moción pero no la descarta para 2018

Necesita articular mayorías, resolver la situación de interinidad y volver a controlar el PSOE

Pedro Sánchez
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Necesita articular mayorías, resolver la situación de interinidad y volver a controlar el PSOE

Un recién elegido Pedro Sánchez dirigió sus primeras palabras como secretario general a «los millones de progresistas, hayan votado o no socialista», para prometerles que el nuevo PSOE se instalará en la «oposición útil» y hará «lo indecible por cambiar el rumbo del país y por acabar con la corrupción del PP». Su primera medida, ahora que ha ganado las primarias, será pedir la dimisión de Mariano Rajoy por los casos de corrupción que cercan al PP. Una iniciativa más estética que práctica, pues se impulsa desde el convencimiento de que no será efectiva. El PSOE sí pedirá que el presidente del Gobierno comparezca en el Pleno del Congreso para dar explicaciones por los últimos escándalos y comenzar así a minar la imagen pública del jefe del Ejecutivo. Sánchez no comparte el criterio de la gestora de priorizar la comisión de investigación sobre financiación irregular –donde Rajoy tiene obligación de decir la verdad– y fue muy crítico con la decisión del PSOE de vetar en la Mesa del Congreso la iniciativa de Unidos Podemos y Compromís para que declarara en la Cámara baja.

Todo se engloba en la nueva estrategia de los socialistas contra el Partido Popular. A partir de ahora el partido exhibirá un tono mucho más duro, pues desde el entorno de Sánchez se sostiene que la abstención volvió a colocar sobre la mesa la opción de ser superados por Unidos Podemos y es en esta batalla por la izquierda donde se quieren centrar los primeros esfuerzos. Una batalla que, en su opinión, se habría resuelto definitivamente si hubiera habido terceras elecciones. Por ello, los socialistas no le seguirán el juego a los morados. El PSOE no secundará la moción de censura de Pablo Iglesias ni aceptará su oferta de presentar una con sello socialista para recibir sus votos. Sánchez se reserva este as en la manga para el futuro, cuando sea capaz de articular una mayoría suficiente para que prospere y cuando resuelva los congresos territoriales y tenga controlado el partido internamente. En todo caso, si Iglesias mantiene el órdago y la moción llega a debatirse, no podría presentarse otra hasta que en septiembre se inicie un nuevo periodo de sesiones. El horizonte temporal que baraja Sánchez sería, en todo caso, 2018.

El nuevo líder socialista mantuvo ayer una conversación telefónica con el secretario general de Podemos, que ya le había hecho llegar la oferta de la moción conjunta a su jefe de Gabinete a través de Irene Montero. Ambos conversaron sobre la situación política de España y compartieron que es «insostenible la situación del PP, cercado por la corrupción, en el Gobierno». Hasta ahí el acuerdo, pues, desde el respeto mutuo, cada uno llevará a cabo la estrategia de oposición a Rajoy que considere más oportuna.

No obstante, la carta de la moción de censura se debe jugar con cautela cuando decida colocarse sobre el tablero, pues requerirá –para que prospere– del concierto de las fuerzas independentistas. Si el entendimiento con Unidos Podemos no es visto con buenos ojos por parte de los propios pedristas –no en vano Sánchez tuvo que eliminar de su proyecto la alusión a una «alianza de progreso» con los morados–, tampoco tiene predicamento el pacto con fuerzas que defienden la secesión y que hace un año hubieran llevado al PSOE a La Moncloa. Para que los socialistas articulen la mayoría absoluta que requiere la moción de censura, necesitarían sumar –además de a Unidos Podemos (69)– a ERC (9), al PDeCAT (8), a Compromís (4), a Bildu (2) y Coalición Canaria (1) o granjearse el apoyo del PNV (5) que ha firmado un cuantioso pacto –económicamente hablando– con los populares para aprobar los Presupuestos.

Hasta ese momento, Sánchez deberá mantener la ficción de que, en cualquier momento, puede plantear la moción de censura, dado que la infructuosa petición de dimisión no se sostendrá demasiado en el tiempo. «Por cuestión de relato está obligado a plantearla», reconocen incluso desde los sectores críticos a Sánchez en el PSOE. Pero esta medida no se impulsará, en ningún caso, mientras exista una dirección interina, esto es, hasta que Sánchez no tome oficialmente posesión de su cargo en el Congreso federal del 17 y 18 de junio. «Rajoy se tiene que estar frotando las manos», declaraba ayer un dirigente andaluz a este diario, en alusión al margen que tiene el presidente para «hacer lo que quiera» con Sánchez al frente del partido.

EL ANÁLISIS: ¿puede sumar 176 escaños ahora?

¿Es la moción de censura una opción real para el PSOE?

–El PSOE de Pedro Sánchez va a ejercer una oposición mucho más beligerante que la que ha llevado a cabo la gestora hasta ahora. El nuevo líder comenzará por solicitar la comparecencia del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el Congreso de los Diputados para pedir –entonces– su dimisión por los escándalos de corrupción que cercan al PP. Dentro de esta estrategia entra la opción de la moción de censura, pero como un as que Sánchez se guarda de momento en la manga.

¿Por qué no apoya la de Unidos Podemos?

–Junto a la estrategia de desgaste al PP está la de afianzar el liderazgo de la oposición. Por ello, Sánchez no le seguirá el juego a Pablo Iglesias ni aceptará su oferta de impulsar ahora una moción con sello socialista, apoyada por los morados. En todo caso, el PSOE esperará a articular la mayoría suficiente para que salga adelante, una mayoría que a día de hoy no existe.

¿A qué partidos necesitaría para aprobarla?

–Los requisitos para presentar una moción de censura son: venir avalada por un 10% de la Cámara (35 diputados), proponer un candidato alternativo –que sería el propio Sánchez– y ser capaz de concitar una mayoría absoluta de apoyos. Para alcanzar la cifra mágica de 176 escaños, el PSOE no sólo tendría que emplearse a fondo, sino que tendría que recurrir a los partidos soberanistas. El bloque del «no» formado por PP, Ciudadanos y un más que previsible PNV –después del acuerdo económico de los Presupuestos– colocaría ya a 174 diputados en contra, por lo que Sánchez tendría que atraer al resto del arco parlamentario a su iniciativa. Esto es, a Unidos Podemos, ERC, PDeCAT, Compromís, Bildu, Nueva Canarias y Coalición Canaria. El concurso de los partidos soberanistas es una alternativa que genera un amplio rechazo en el seno del PSOE y que despertaría las suspicacias que ya generó la posibilidad de un «Gobierno Frankenstein» hace un año.

¿Cuándo la plantearían?

–El horizonte temporal para la presentación de la moción es 2018. Sánchez necesita, además de la mayoría absoluta, resolver el cisma interno en el PSOE y volver a controlar el partido. A esto se suma que si Unidos Podemos mantiene su moción de censura, no se podrá presentar otra hasta septiembre, cuando se inicie un nuevo periodo de sesiones.