Política

Barcelona

Rajoy se implicará con Santamaría en el «deshielo catalán»

Buscarán complicidades en todo el tejido económico, cultural y social. La vicepresidenta se reunió ayer con Iceta y Arrimadas.

El delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, y Soraya Sáenz de Santamaría, a su llegada ayer a la sede de la Delegación del Gobierno en Cataluña.
El delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, y Soraya Sáenz de Santamaría, a su llegada ayer a la sede de la Delegación del Gobierno en Cataluña.larazon

Buscarán complicidades en todo el tejido económico, cultural y social. La vicepresidenta se reunió ayer con Iceta y Arrimadas.

Desde que tomó posesión en esta nueva legislatura, la vicepresidenta, ministra de la Presidencia y para las Administraciones Territoriales, Soraya Sáenz de Santamaría, ha visitado ya tres veces Cataluña. Un símbolo de la nueva etapa que el Gobierno de Rajoy, en minoría, ha abierto también en relación al desafío independentista. Por parte de La Moncloa, la estrategia es «dialogar hasta la extenuación». «Diálogo, diálogo y negociación». Acerca de todo, salvo sobre la unidad nacional. Y con la importante novedad de que en este diálogo el Gobierno esta vez no sólo se va a centrar en la política, sino que también va a implicar a la sociedad civil. A empresarios y otros agentes sociales, y también a otros colectivos que sostienen el tejido económico, cultural y social catalán. Esta iniciativa la dirigirá la vicepresidenta, en el ejercicio pleno de sus funciones, pero el presidente, Mariano Rajoy, también se implicará en ella. El despacho de Sáenz de Santamaría en la Delegación del Gobierno no es en sí más que una dependencia donde poder colocar su ordenador y trabajar durante el tiempo que pasa en Cataluña, pero es también un símbolo de la importancia que concede a estar sobre el terreno y a escuchar a todas las voces. Sáenz de Santamaría tiene los conocimientos jurídicos para manejar este problema, pero, además, según resaltan otros compañeros de Gabinete, tiene, asimismo, la «sensibilidad» necesaria.

Esta nueva apuesta del Gobierno por el diálogo con Cataluña va a servir para que la otra parte se retrate. Si se excluyen de los foros, como están anunciando, si no participan de las negociaciones en las que también están los temas que afectan a los catalanes, «serán ellos los que tendrán que dar explicaciones», sostienen en Moncloa. En su análisis creen que la recuperación económica, el empleo y la negociación de un nuevo modelo de financiación sirven para constatar que en la agenda nacional hay una agenda territorial y una preocupación por los problemas de las comunidades autónomas. Y ahí entra Cataluña.

El objetivo de Mariano Rajoy es aprovechar el clima económico a favor, y que hay margen para hablar de cuestiones que en su primera legislatura estaban vetadas por la crisis, para seguir restando apoyo social al desafío independentista. Y por eso Sáenz de Santamaría no va a dedicar sus esfuerzos a intentar convencer sólo a la Generalitat, objetivo que saben que es prácticamente imposible, sino a conectar con el tejido económico y social y combatir ahí, con datos y ofertas concretas, el argumentario independentista. «Los argumentos pueden no hacer mella en ERC o en la antigua Convergència, pero la gente está cansada de tensión y de conflicto. No quieren problemas, quieren soluciones. Y nosotros queremos convencerles de que estamos dispuestos a dárselas», explican.

En política hay margen «para todo», dentro del respeto a la Ley y al principio de igualdad y de solidaridad territorial. Pero igual que repiten esta consigna, en Moncloa advierten, a su vez, que el nuevo tiempo no quiere decir que vaya a haber experimentos en los ejes de la posición que mantuvieron en la primera legislatura de Rajoy. «Simplemente aquí hay voluntad de hablar, de acercar posiciones, de corregir incluso cosas que pueden funcionar mejor, pero Rajoy no va a hacer locuras». Rajoy ha aprendido también de la pasada legislatura. Y ahora quiere ofrecer una cara más amable, pero «no es pose», está convencido de que «hay una oportunidad para que la mejora económica a nivel nacional empuje a favor de rebajar tensiones y de reducir el apoyo al independentismo». «Que algunos se quieren estrellar es muy posible, pero allá ellos. Por nosotros no va a quedar. Aunque cada vez que haya que acudir a los tribunales, lo seguiremos haciendo, como hemos hecho hasta ahora». La Conferencia de Presidentes de principios de año, y que se convocará en los próximos días con la agenda de su contenido, será el primer escaparate que el Gobierno quiere aprovechar para confirmar su disposición al diálogo y a buscar soluciones, y para que también se retrate la Generalitat.

Antes de que se produzca la Conferencia de Presidentes, Sáenz de Santamaría se encargó ayer de escenificar en Barcelona la mano tendida del Gobierno. Lo hizo con dos reuniones en la Delegación de Cataluña, una con el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, y otra con la líder de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas. Ambos dirigentes pusieron en valor «el cambio de actitud» del Gobierno y aprovecharon para trasladarle a la vicepresidenta las prioridades de sus formaciones para afrontar el problema catalán. Iceta puso sobre la mesa la necesidad de una reforma constitucional y otros temas como Cercanías de Renfe, aunque insistió en la nueva actitud pidió «hechos concretos».