ETA

«Si hubiéramos tenido que tirar la nave para encontrarle, lo habríamos hecho»

Un agente relata la frialdad del etarra Bolinaga y la cautela de José Antonio al verles: «Tranquilo, somos guardias civiles»

«Si hubiéramos tenido que tirar la nave para encontrarle, lo habríamos hecho»
«Si hubiéramos tenido que tirar la nave para encontrarle, lo habríamos hecho»larazon

Un agente relata la frialdad del etarra Bolinaga y la cautela de José Antonio al verles: «Tranquilo, somos guardias civiles».

«Inasequibles al desaliento», «perseverantes» y con la convicción diaria de que José Antonio Ortega Lara estaba vivo. La Guardia Civil inició así la «operación Pulpo» donde escudriñó múltiples líneas de investigación hasta dar con la pista definitiva que condujo al zulo.

Fuentes del Instituto Armado destacan cómo inciaron la búsqueda del funcionario de prisiones desde el momento en que se tuvo constancia de su desapareción. No se buscaba tanto a los secuestradores sino «la liberación del secuestrado». La problemática que existía es que «no había un punto de origen nítido del que empezar a tirar del hilo», aseguran. Y es que, cuando hay un hecho criminal cualquier testigo es clave, pero en este caso había ausencia de noticias. Esa fue la primera dificultad con la que se topó la Guardia Civil. El grupo de Itxaurrondo de San Sebastián lideraba la investigación y no se podía descartar nada a pririori.

¿Era un comando especial? Las mismas fuentes recuercuerdan que el comando que había secuestrado al funcionario de prisiones «tenía una trayectoria peculiar». Este comando tenía sus orígenes a mediados de los 80. Posteriormente se supo que se trataba del comando «Txantxangorri», que se dedicaba inicialmente a «ametrallar a intereses franceses». Se movía en la zona de cooperativas de Mondragón entre concesionarios, camiones... Comienzan a realizar atentados terrroristas con artefactos donde fueron asesinados hasta cinco guardias civiles. Pero ETA les ordena que dejen de actuar y se dediquen a proporcionar infraestructura o apoyo logístico para cometer atentados.

Alquilaron una nave en Mondragón y adquirieron maquinaria para empezar a trabajar en piezas metálicas. Estaban en ese proceso de participación e intengración en ETA hasta que les dan la orden de que construyan un zulo en el interior de la propia nave. «Era un zulo que inicialmente estaba destinado a esconder armas y explosivos. Pero que con posterioridad fue utilizado no solo como depósito sino para mantener a personas secuestradas». De hecho, antes de que Ortega Lara ocupara ese zulo, también estuvo ahí Julio Iglesias Zamora. «Era un zulo con tres habitáculos en el cual, uno de ellos servía como depósito para material del propio comando: pistolas, placa de matrículas...». Luego tenía otros dos más. «Uno que era donde se encontraba secuestrado el funcionario de prisiones y otro desde donde se le vigilaba», recuerda.

Los miembros del comando desarrollaban una actividad –en la empresa JALGI– «lo que les hacía tener una cobertura consolidada». «No tenían trabajadores, pero las personas del comando iban por allí, hacían sus chapuzas con el metal y le daban uso a las máquinas que había. Era una cobertura muy consolidada», destaca la fisma fuente del Instituto Armado.

Pista cifrada

Gracias a la colaboración de la Guardia Civil con la policía francesa, tras la detención de un dirigente de ETA en Francia, se obtiene en un documento cifrado con una pista clave «BOL 5K». «En ese momento no se sabía si era una persona, un acrónimo, un coche con matricula de Barcelona...»

La Guardia Civil recuerda que muchas veces se pone en valor el trabajo del operativo de aquellos que pasan 15 horas vigilando un lugar, pero nadie recaba en el trabajo del que está durante horas «como ratón de biblioteca» cotejando y escudriñando las operaciones anteriores para tratar de descifrar la pista. Y eso es lo que hicieron, escudriñar entre las carpertas, la memoria, estudiar, analizar y cotejar viendo las mil y una posibilidades o conexiones que llevaron a Bolinaga. El etarra Josu Uribetxeberria Bolinaga fue la primera persona del comando sobre la que se inician las investigaciones. «Fueron infinitas las líneas de investigación que se desarrollan con una perseverancia digna de encomio».

Y es que fueron meses y meses trabajando casi infinitas líneas de investigación. «Por cada línea existe un esfuerzo común para al final desechar esa vía de trabajo» que no conduce a nada

Durante prácticamente dos meses la nave fue vigilada «de manera sistemática», 24 horas al día. Decenas y decenas de agentes participaron en la vigilancia de la nave e incluso de cerca. «Se les sometió a seguimientos muy cercanos para ver qué compraban, dónde y qué cantidades». Eso hizo que llegaran a la convicción de que esa comida que compraban no era solo para los etarras que frecuentaban la nave sino que estaban alimentando a otra persona que no entraba y salía de la nave, y se consideró por ello que allí podría estar José Antonio Ortega Lara.

Para la Guardia Civil la operación supuso «la satisfacción del deber cumplido» más aún cuando «el reto era de proporciones colosales», destacan. Los valores que se pusieron de manifiesto en la búsqueda de Ortega Lara «posibilitaron localizarle. Rendirse no estaba en su vocabulario. Y esos mismos valores fueron los que permitieron lograr la derrota de ETA».

¿El mayor temor? Que «Ortega Lara podría haber muerto allí si no hubieramos sido capaces de encontrar el zulo». «Ése era el principal temor y contra lo que luchábamos», destaca la Benemérita. La seguridad de las operaciones es siempre una premisa, pero «en esta ocasión éramos conscientes de que debíamos evitar que detectaran nuestros seguimientos sobre ellos. Porque entendíamos que esa detección podría hacer que los terroristas mataran a José Antonio de inanición».

Los miembros del comando fueron detenidos de madrugada. La Guardia Civil estaba convencida de que tenían en su poder a Ortega Lara. En el registro estuvo presente el juez Baltasar Garzón. En la vivienda se comprobó que allí no había nadie secuestrado y se trasladó a Bolinaga a la nave. «Todos los detenidos mostraban incredulidad tras la detención», recuedan las mismas fuentes. «Os estáis metiendo en un lío, nosotros no tenemos nada que ver con eso», repetían los etarras para exculparse. La determinación de la Guardia Civil le llevó a comprobar todas las posibilidades para detectar el zulo. Bolinaga también mantuvo en la nave el discurso de que allí no había nadie. Pero los agentes siguieron insistiendo, buscaron por los recobecos y los falsos muros sin resultado. «Se miró desde lo más obvio hasta lo más complejo». Ya en el último empuje, entre una gran número de agentes se decidió mover una de las máquinas que empleaban para el metal. «Pesaba 2000 kilos», recuerda. «Funcionaba mediante un dispositivo hidráulico que permitía que la máquina se moviera. Pero al desconocerlo, se recurrió a la fuerza para poder moverla» fue entonces cuando se movió una parte del suelo. Es en ese momento en el que Bolinaga claudica y reconoce que ahí está Ortega Lara.«Si no hubiera sucumbido hubiéramos seguido mirando y si hubiera habido que tirar la nave, la habríamos tirado para encontrar a Ortega Lara», destacan.

Bolinaga mostró en todo momento «desprecio» e incluso cuando los agentes acceden al pasadizo que da al agujero. «No sabíamos si debajo había otro terrorista custodiándole, si la zona estaba trampeada, y preparado para repeler una eventula agresión. Al llegar al zulo le dijeron: «Tranquilo, somos guardias civiles», pero el funcionario de prisiones al principio «se mostró cauteloso».

La liberación de Ortega Lara supuso un duro mazazo para la banda terrorista que decidió vengarse con el secuestro y asesinato del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco.