Bruselas

Sin un líder para el postprocés

JxCat siembra dudas sobre el regreso del ex president, mientras ERC presiona para que cumpla su promesa electoral.

Puigdemont ofreció ayer una entrevista a la agencia Reuters
Puigdemont ofreció ayer una entrevista a la agencia Reuterslarazon

JxCat siembra dudas sobre el regreso del ex president, mientras ERC presiona para que cumpla su promesa electoral.

En el diagnóstico que haga ERC de su inesperada derrota electoral, uno de los factores que más peso cobrará es la gestión de la ausencia de Oriol Junqueras. Los republicanos, con todas las encuestas a favor, hicieron un ejercicio de realismo y asumieron que su líder no podría desempeñarse como presidente de la Generalitat por su situación procesal –está en prisión preventiva–, delegando esa posibilidad en Marta Rovira, sin tirón electoral. Ante el declive en las encuestas que suscitó la maniobra, Esquerra trató de rectificar el planteamiento los días previos al 21-D y volvieron a colocar a Junqueras como el presidenciable, pero ya era tarde y el electorado independentista se iba inclinando por JxCat.

Y es que JxCat, en cambio, basó prácticamente toda su campaña en pedir el voto para Carles Puigdemont con el compromiso de que si ganaba, regresaría a Cataluña para tomar posesión de president. Ahora, esa promesa parece tener los pies de barro, ya que desde la propia candidatura se empieza a dar marcha atrás y ya no se garantiza el retorno de Puigdemont, lo que incrementa las incógnitas sobre quién liderará esta nueva fase del postprocés, en la que aparentemente ninguno de los dos partidos apuesta por seguir por la vía de los hechos consumados y abogan por dar terreno a la distensión y el diálogo con el Estado.

Así lo dejó entrever ayer la directora de campaña de JxCat, Elsa Artadi, que quiso avanzar que no tienen otra alternativa que no sea investir a Puigdemont, pero no aseguró que vuelva y abrió la opción a un Govern desde Bruselas. «Contemplamos todos los escenarios», afirmó en una entrevista en Rac1. El abogado del ex president, Jaume Alonso Cuevillas, alimentó las dudas al decir que «se debería pensar mucho» si entra en territorio español porque su detención será automática. En cualquier caso, mientras desde JxCat se estudia cómo hacer efectivo el regreso de Puigdemont al Palau de la Generalitat, ERC ahora parece dispuesto a explotar esas reticencias y el portavoz en el Congreso, Joan Tardà, le retó a que cumpla y vuelva. «Le esperamos para que comande la Generalitat conjuntamente con el vicepresidente Junqueras. No tenga duda de que es lo que habría hecho Francesc Macià», presionó a través de las redes sociales poco después de que hablara Artadi.

En la hipotética situación de que Puigdemont finalmente no pueda ejercer como president, JxCat se vería obligado a explorar otras posibilidades sin perder de vista de que su idea de partida era restaurar el Govern cesado. Entonces, entraría en juego la opción de que Junqueras haya salido de prisión, ya que el 4 de enero tiene una nueva cita ante el Tribunal Supremo, donde podría quedar en libertad. De esta manera, ante la imposibilidad de que Puigdemont pueda ser investido desde Bruselas, no se podría descartar que el líder de ERC exigiera a JxCat que preste sus votos para que sea él investido con el mismo Govern.

Si bien, la fuga de los dirigentes independentistas a Bruselas, supone cinco bajas bajas en el Parlament –tres de JxCat y dos de ERC– (no ocurre lo mismo con los encarcelados, que seguramente podrán salir de prisión para acudir a las sesiones parlamentarias), lo que podría alterar las votaciones. En este sentido, si los diputados en Bruselas no delegan su escaño, el independentismo sumaría 65 escaños, igualando a los no independentistas –57 de Cs, PSC y PP y 8 de los «comunes»–, lo que impediría la investidura de algún líder secesionista. Los «comunes» si votarían a Junqueras, pero siempre que sea formando un Govern con ellos y el PSC, algo altamente complicado.

Más allá de los números, otra cuestión que también dificultaría la investidura de Puigdemont si regresa o de Junqueras es el rumbo que se tome a partir de ahora, porque la CUP seguirá siendo determinante para el bloque independentista. Los anticapitalistas, que ya han avisado que van a ser incluso más exigentes que con Artur Mas, van a poner como condición para facilitar la investidura empezar a construir la república catalana de forma unilateral. Esta vía, sin embargo, durante la campaña, tanto ERC como JxCat han abogado prácticamente por desterrarla y han empuñado la bandera del díalogo y la negociación con el Estado, algo que no gusta a los cuperos.

La estrategia que comparten JxCat y ERC para este postprocés es revertir los efectos del 155 en su totalidad y centrar sus esfuerzos en muscular la base social, que admiten que lleva años estancada. Puigdemont ha puesto mayor énfasis en el primer objetivo, ya que pretende que a través de la negociación con el Gobierno se cierre la causa abierta contra los dirigentes independentistas por presuntos delitos de rebelión, mientras Esquerra tiene una fuerte voluntad por desplegar una batería de medidas sociales se pueda seducir a una gran parte de la sociedad catalana y demostrar que el Estado propio es lo más conveniente.

En todo caso, todo se dilucidará después de las fiestas navideñas. El límite para la constitución del Parlament es el 23 de enero, y la primera sesión de investidura se celebrará el 6 de febrero.