Elecciones catalanas

Un escenario cada vez más fragmentado

La polarización de la política catalana se refleja en el elevado número de candidaturas que complican la gobernabilidad.

Un escenario cada vez más fragmentado
Un escenario cada vez más fragmentadolarazon

La polarización de la política catalana se refleja en el elevado número de candidaturas que complican la gobernabilidad.

Finalmente el PDeCat ha quedado aislado y se presentará en solitario, pero como viene siendo habitual desde el verano de 2015 bajo diferentes marcas para disimular su fracaso anunciado por las encuestas. El PDeCat restaría en lugar de sumar en cualquier coalición de independentistas. Las cabezas visibles del procés ha sido Puigdemont, junto con Mas y ahora abandonados por sus antiguos socios de ERC y CUP concurren bajo la denominación de Juntos por Cataluña, muy similar a la de septiembre de 2015, Juntos por el Sí. En aquella ocasión convencieron a ERC para ir en alianza electoral. De este modo se evitó que quedara patente el sorpasso de ERC a los convergentes. Veintisiete meses después no se podrá evitar que todo el mundo sea testigo del naufragio de la antigua Convergencia, que durante décadas dominó la vida política catalana y que la próxima jornada electoral del 21-D quedará reducida a una mera caricatura de lo que fue.

Su gran rival, ERC, lleva camino de doblar en votos y escaños a Puigdemont. Jamás había ocurrido tal circunstancia desde que en 1980, año de las primeras autonómicas. ERC se prepara para celebrar una triple victoria, ser el partido más votado, restar votos a CUP y acabar con los convergentes. ERC se erige como fuerza hegemónica del independentismo catalán, ha invadido y conquistado los espacios electorales a su izquierda (CUP) y a su derecha (PDeCat).

Pero entre los constitucionalistas también nos encontramos con una fuerza emergente, Cs que por primera vez en 2015 superó en votos al PSC y PP, cuenta nuevamente con una expectativa de voto positiva, que mejorará sus resultados del 27-S y se mantendrá como la fuerza unionista más votada, nuevamente por delante del PSC y PP. De ambos partidos sustrae votantes con los que se refuerza.

Los votantes perciben un duelo entre dos grandes formaciones, ERC y Cs. El voto útil y pragmático reforzará a ambas candidaturas en detrimento de otras opciones. El 21-D serán las elecciones autonómicas más importantes desde la aprobación del Estatut en 1979. Se decide la vuelta a la normalidad que se abandonó en 2012 o la profundización del caos.

Por otra parte, la biporalización de las elecciones, pasará factura a los de la «tercera vía». Cataluña en Común-Podemos, que se presentó en 2015 como Cataluña Si Que Puede, sufrirá una erosión electoral al encontrarse en medio del fuego cruzado. La mayor parte de su electorado es contrario a la independencia mientras que los dirigentes no ocultan sus simpatías con los separatistas. Obviamente hay que esperar que una parte del electorado se abstenga, otra que marche al lado constitucionalista y otra fracción opte por los separatistas.

En la historia de nuestra democracia tenemos ejemplos de elecciones generales en las que circunstancias excepcionales exigieron un cambio de rumbo. Sucedió en las elecciones de 1982, 1996 y 2011, un tsunami de votos llevó a la Moncloa a González, Aznar y Rajoy. Las circunstancias de emergencia nacional exigieron que ciudadanos que votaban otras opciones políticas cambiasen el color de su papeleta por una vez para facilitar el cambio político.

Por lo que es muy probable que asistamos a una concentración de voto entorno a republicanos y naranjas. Se da la circunstancia de que el votante de los partidos constitucionalistas es más activos en Cataluña en las elecciones generales que en las autonómicas. El 21-D esperamos una gran participación electoral de los unionistas, pues percibe que el futuro de Cataluña depende de su voto a las listas constitucionalistas. Sin embargo entre buena parte de los independentistas cunde el cansancio y la desmoralización. Unos quieren acabar con la pesadilla del procés y otros en cambio quieren seguir con su conducta suicida. En unas semanas conoceremos el porcentaje de exvotantes de Juntos por el Sí que finalmente se abstendrá el 21-D o que incluso votará excepcionalmente a los constitucionalistas.