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«Un mosso base gana más que un sargento con 30 años en tráfico»

Ejercen el mismo servicio que los Mossos y, sin embargo, existe un agravio comparativo en su remuneración. Concienciada con la seguridad en carretera, la Guardia Civil de Tráfico se juega la vida cada día que persigue al infractor

El sargento 1º Pelayo Cobián, guardia civil de Tráfico y miembro de la Asociación Escala Suboficiales de la Guardia Civil (ASESGC)
El sargento 1º Pelayo Cobián, guardia civil de Tráfico y miembro de la Asociación Escala Suboficiales de la Guardia Civil (ASESGC)larazon

Ejercen el mismo servicio que los Mossos y, sin embargo, existe un agravio comparativo en su remuneración. Concienciada con la seguridad en carretera, la Guardia Civil de Tráfico se juega la vida cada día que persigue al infractor.

Son 333 los agentes pertenecientes a la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil los que han fallecido en acto de servicio desde que se creara esta especialidad. Es la actividad con mayor número de fallecidos por accidente laboral en el Cuerpo y a veces, la sociedad, les mira con recelo al querer hacerles responsables de sus propias infracciones.

Pelayo Cobián, sargento 1º del Instituto Armado viste el uniforme verde y fosforito. Subido a su moto de 1.200 centímetros cúbicos vela por la seguridad de las carreteras y a su paso muchos comienzan a aminorar la marcha y recuerdan el código de circulación.

Tiene las cicatrices que provoca el aceite y el alquitrán del asfalto por un accidente que tuvo en Lérida cuando prestaba servicio y una placa metida en el radio del brazo derecho. «Gajes del oficio», asegura. De aquella caída pasó al tribunal médico y llegaron a plantearle si quería seguir o le buscaban una jubilación. «Yo dije que toda mi vida había querido ser guardia civil y que no lo dejaba». Fueron su abuelo materno, capitán del Cuerpo, su madre y su tía quienes le inculcaron la vocación.

De la academia de Baeza (Jaén) fue destinado a Barcelona al traslado de presos, luego pasó al GRS y fue fundador de una UBA (Unidad Base de Actuación) en León. Pasaron cuatro años hasta que entró en la especialidad que ahora ejerce: Tráfico, donde su primer destino fue también Cataluña, en Tremp. Confiesa que entonces ya existía el agravio comparativo entre el sueldo de Mossos y guardias civiles. La policía autonómica ya empezaba a hacer su despliegue en 1996. «Yo estaba allí ya de motorista y muchos de mis compañeros se pasaron a la policía autonómica». Fue el año en el que cerraban varias comandancias. «Nos dieron la oportunidad de irnos a los Mossos o a la policía local. Entonces lo veíamos como una policía nueva, con grandes medios. Yo me lo planteé, pero quería y quiero mucho a la Guardia Civil y sentí como si mi abuelo me tirara de la solapa de alguna manera y me dijera: “Tú lo que tienes que ser es guardia civil”».

Reconoce que ya entonces había diferencia con los sueldos. «Cuando fui sargento ya notábamos la diferencia con los Mossos que iban por la comandancia. De hecho, había compañeros que estaban de guardia y les preguntaban por ello. Llevamos con la desequiparación desde la creación, muchos años». Y es que a pesar del riesgo, las horas de trabajo y hacer la misma función que la policía autonómica, Cobián asegura que «un mossobase salido de la academia hace el mismo trabajo que yo, con los mismos medios, pero cobra más que alguien que está 30 años en tráfico».

¿Y por qué la gente tiene la sensación de que se multa mucho? «Porque somos muy buenos». El sargento 1º dice que todos los de Tráfico hacen una «labor excepcional» a la hora de denunciar porque «en la denuncia está que no se cometan barbaridades en la carretera». «Sí que tenemos que tener una mano izquierda especial para estar todo el día trabajando con sanciones» y reconoce que en muchas ocasiones eso se puede volver en contra. Subidos a su moto tienen que evitar las infracciones a la vez que controlar la conducción de su motocicleta, recuerda. «Ahí te la estás jugando todo el día». «Mi madre todavía me llama y me dice que no monte en moto».

Dice que se ha ganado mucho en concienciación al volante, que la retirada de puntos también ha contribuido a ello y las campañas. «Pero falta un poquito más de concienciación de la gente». Y es que, asegura que aún hay muchas distracciones por el teléfono móvil y el uso del WhatsApp además de la velocidad, el alcohol o las drogas, un problema que aún muchos conductores no asimilan.

Entiende que la equiparación es algo difícil para el Gobierno, pero «tienen que jugar el balón hasta que se salga de la línea. No pueden darnos “x” para contentarnos, tienen que lucharlo». «Nuestro ministro de Hacienda puede hacer sus números y sacar el dinero de donde sea, además, me consta que quiere a la Guardia Civil. La sociedad debería demandar esa equiparación».

Lo peor del día a día reconoce que son los accidentes mortales. «Ver la cara de un niño no se te olvida». Y que de lo mejor es ir a las aulas a instruir a los más pequeños en seguridad vial. «Lo primero que miran es la pistola. Cuando les hablamos del cinturón de seguridad los niños delatan las infracciones de sus padres».