Fernando Rayón

Viaje al centro

La Razón
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Resulta cómico el intento de PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos de hacerse con el voto de centro: esos diez millones de votos, un cuarenta por ciento de votantes, que decidirán la victoria en las próximas elecciones. Y resulta chusco, porque alguno de estos partidos no sólo no son de centro, sino que han hecho alarde de políticas radicales totalmente alejadas ese espacio político. También es cómico el intento de algunos medios de comunicación de que ésos y otros partidos –lo de la CUP ya produce risa– abandonen sus estrategias y suavicen sus propuestas ideológicas. No lo conseguirán porque Podemos no es un partido centrista: es un partido de extrema izquierda con ribetes neo-marxistas. Y aunque estén esperado a que pasen las elecciones para mostrar su verdadero rostro en los ayuntamientos y comunidades donde deciden, sus políticas y programas nada tienen que ver con la socialdemocracia europea. Pero, claro, como cambian de ideas según les conviene, pueden, gracias a la realidad virtual de sus televisiones, mostrarse como quieran.

Tampoco es centrista el PSOE, aunque lo fuera en época de Felipe González. Y no lo es porque el giro radical del zapaterismo tradujo las tontunas de la memoria histórica guerra civilista en una política económica desastrosa y. sobre todo, en un apoyo al nacionalismo independentista del que aún no han salido ni ellos, y del que veremos cómo salimos los españoles. Las cosas tampoco se arreglan fichando, para dirigir la regeneración del partido, a una antigua diputada de UPyD.

A Ciudadanos le gustaría, a juzgar por sus ideólogos económicos, ser un partido liberal; pero ese liberalismo implica hoy medidas poco sociales. Las prisas por tocar poder han llevado al partido de Rivera a posturas tan poco centristas como apoyar en Andalucía unos presupuestos más que intervencionistas, o estar a favor del aborto y la eutanasia. Es la esquizofrenia de un partido que quiere comer votos por todos lados.

¡Y qué decir del PP! Pensar que es de centro porque acuden a la boda de su ex alcalde gay, o porque archivan su recurso contra la ley del aborto de Zapatero es una simpleza. Ser de centro no es carecer de principios e ideología, sino querer un cambio que ponga fin a la corrupción de tantos años. Al final ganará no el que juegue a tactismos, sino el que aporte algo de ilusión al futuro de España.