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Esperanza Aguirre, la felina imbatible y liberal

Esperanza Aguirre.
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Hace muchos años, una echadora de cartas muy amiga de su madre, Piedad Gil de Biedma, se lo pronosticó: «Espe, tú tendrás suerte en la vida y en la política». Desde entonces, esta mujer combativa, sin pelos en la lengua, no ha parado de dar titulares. El día que decidió abandonar la presidencia de la Comunidad de Madrid muchos no creyeron en su salida. «Da un paso atrás sólo para coger impulso», decían en el PP madrileño. Así ha sido. La dama rebelde que se enfrentó a Alberto Ruiz-Gallardón, que incluso le echó pulsos a Mariano Rajoy, se ha salido una vez más con la suya. Nadie dudaba en el partido que era la única capaz de mantener la esencia del votante tradicional. Se retiró a medias y ha pasado por encima de quien fue su leal colaborador y sucesor, Ignacio González. «Soy felina y liberal», me confesó un día en un largo almuerzo cuando aún era primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid con José María Álvarez del Manzano. La astucia la ha demostrado con creces. Y sus convicciones liberales hasta la médula, sin pararse en barras. En los últimos meses, fue el gran azote de Podemos y otras fuerzas de izquierdas hasta llevarles a los tribunales. Su elección demuestra el fuerte pragmatismo de Rajoy y la necesidad elocuente de movilizar a un electorado harto y desencantado. Esperanza Aguirre, una vez más, es una triunfadora y una aspirante que avivará una campaña arisca y difícil. La gran dama de la derecha, con olfato de lince, lista e imbatible.