Embarazo

La importancia de cuidar a las madres en el puerperio (postparto)

La importancia de cuidar a las madres en el puerperio (postparto)
La importancia de cuidar a las madres en el puerperio (postparto)larazon

Cuando nace un bebé también nace una mamá. Incluso cuando esa mamá repite maternidad hay un nuevo nacimiento a una nueva experiencia vital. Este hecho requiere de unos grandes cuidados, ya no solo físicos, sino también psicológicos. Si hay una experiencia en la vida que arrasa en el sentido literal de la palabra, ésa es la maternidad. Las mujeres recién paridas viven un momento que dura entre 40 días y hasta dos años que se denomina puerperio y en esa fase deben estar muy cuidadas y atendidas. Cuánto más lo esté, mayores expectativas de apego seguro tendrá con el nuevo bebé. Apego seguro y muchas otras cuestiones que no son en absoluto baladí.

Laura Perales Bermejo es psicóloga y una gran activista en lucha porque las madres y los bebés sean siempre cuidados. Convencida de que todo lo que se haga en la primera etapa va a repercutir de manera segura en el resto de la vida, Laura Perales se caracteriza por llamar la atención sobre la importancia del apego seguro y la importancia de que la madre sea atendida, querida y cuidada.

En sus charlas siempre lo explica y hoy lo comparte en esta entrevista: “Desde el embarazo la madre va a experimentar un notable movimiento neurohormonal que tras el parto va a seguir presente. Incluso el cerebro va a modificar su tamaño durante el embarazo. Además de todos estos cambios, desde el embarazo (al igual que en el parto y luego en el postparto) la madre va a vivir a nivel psicológico una especie de terapia natural cuyo objetivo es que esté de manera más presente y saludable con su bebé al nacer este, destapando episodios de su historia pasada que han quedado sin resolver. Por lo tanto es una etapa de mucho movimiento emocional, ya sea por las neurohormonas, esos cambios cerebrales o ese gran trabajo a nivel psicológico”.

Lo más bonito de todo esto que la psicóloga cuenta es que apenas los medios de comunicación se hacen eco y es una parte fundamental en la vida de todos los seres humanos. De hecho, si cambiásemos radicalmente la forma de nacer y del puerperio y los cuidados del recién nacido, cambiaríamos muchas cosas negativas del mundo en el que vivimos. Con seguridad habría menos depresiones, menos crisis de ansiedad, menos personas agresivas...”La naturaleza ha previsto que todo esto encaje perfectamente con lo que la madre necesita, pero ahí entra el choque con la cultura”, explica Perales. “Así, en vez de lo que debería pasar, vamos a encontrarnos embarazos tratados como enfermedades, desconectados, estresados, muchas veces con presión desde lo laboral. También partos de nuevo tratados como enfermedades, instrumentalizados, deshumanizados, en los que se aplican protocolos por norma que son causa de una cadena de problemas, en vez de intervenir sólo cuando sea necesario. Por no hablar de las dañinas separaciones postparto y todo lo que implican para madre y bebé, junto con todos los artefactos y consejos destinados a romper la simbiosis. Esto va a alterar el equilibrio a nivel emocional y físico, afectando al postparto y al vínculo con el bebé, que sentará la base para su psique futura”, sostiene.

¿Por qué hay que cuidar a la madre?

No es un capricho, no se trata de dar y otorgar lujos materiales. Se trata de favorecer un ambiente lleno de armonía, amor, carente de preocupaciones y en el que la madre se sienta cómoda. En realidad sí son lujos pero emocionales. A darlos también se aprende. “En el postparto la madre debería ser cuidada, estar descansada, arropada...todo lo contrario de lo que suele ocurrir, explica la psicóloga, ya que la realidad es que las madres suelen encontrarse solas, llegando ellas mismas a creer que pierden el tiempo si están con su bebé, sintiéndose culpables. Nuestros ancestros sobrevivieron debido a que la sociedad primitiva era de carácter matrifocal, es decir, el foco estaba en el cuidado de la maternidad, la cooperación y la preservación del vínculo. Y es que biológicamente no hemos cambiado. Los bebés necesitan un vínculo seguro y las madres necesitan el apoyo de una tribu que actualmente no existe. Si una madre elige esta vía de crianza, no debería verse sola e invisibilizada”, sostiene.

Hoy día, nuestra gran sociedad avanzada ha obviado y despreciado en muchos casoslo natural, lo que la naturaleza ha dispuesto para mantener un perfecto equilibrio. Mucha gente cuando escucha “natural” lo relaciona con algo hippie y esto con algo irresponsable cuando nos asociaciones que nada tienen que ver. Natural es que una madre sostenga a su bebé y no se separe de él nada más nacer y antinatural es que el bebé pase la noche en el nido donde todo le es ajeno provocándole un tremendo estrés. Ni siquiera es bueno para la madre por mucho que se venda la idea de que “así descansa”. El cerebro de la madre ha sido programado para cuidar al bebé no para descansar y desconectar de su criatura. Es antinatural ir contra la biología. “Lo que nos vamos a encontrar por lo general es que ya venimos de un embarazo y un parto en los que ese equilibrio biológico ha sido alterado (incluso con casos de trastorno por estrés postraumático debido a la violencia obstétrica), pero además al llegar al postparto no se van a dar las condiciones que necesitamos ya de por sí, que tampoco van a estar para compensar el daño anterior. Con lo cual aparece la desesperación, la depresión postparto, los vínculos dañados.

En una etapa, el puerperio, en la que estamos literalmente dadas la vuelta debido a todos los cambios mencionados antes, etapa en la que necesitaríamos más apoyo que nunca”, explica la experta. “Por eso urge conciencia social, tenemos que cuidar de las madres para que lo biológico pueda darse. Estamos hablando del futuro de la humanidad. El entorno de la nueva madre debe estar ahí, propiciando su descanso para que pueda cuidar de su bebé. También las madres tenemos que cambiar el chip, dejar de pensar o decir que nuestra pareja nos “ayuda”, cuando hablamos de corresponsabilidad, dejar de pensar que no hemos hecho nada porque estando en casa con el bebé (sin parar) no hemos realizado tareas domésticas (que pueden esperar), que para empezar no son función nuestra, sino de todos, y la única diferencia entre la pareja (si la hay) y nosotras es que su trabajo sí es remunerado y además tiene un número finito de horas”, agrega.

La realidad biológica es que el bebé necesita a su madre y la madre al bebé “porque durante los primeros años y especialmente los primeros 9 meses tras el parto, se está dando el proceso de desarrollo del yo e individuación, esencial para la salud mental. Para que esto pase, el bebé va separándose muy lenta y progresivamente de la madre que le ha llevado en su vientre. Al nacer son una sola persona, de ahí la gravedad de las separaciones postparto, con amplia evidencia científica del desequilibrio neurohormonal y el daño que puede darse, a veces de por vida”. Esos primeros nueve meses constituyen la exterogestación, “necesaria en nuestra especie debido a la bipedestación en la evolución del ser humano, que trajo de la mano el estrechamiento del canal del parto y la reducción de volumen craneal y cerebral del bebé, con lo que nacemos tremendamente inmaduros y dependientes, con mucho desarrollo cerebral por delante. Todos nacemos con 9 meses de prematuridad, con la necesidad de estar con nuestra madre. Pero si la madre está sola, agotada y dañada por todo lo ocurrido, todo esto también va a alterarse, desembocando en problemas posteriores, que van apareciendo en cascada y agravando la situación. Por eso, en el caso de que exista pareja, su labor durante los primeros años va a ser proporcionar sostén a la madre para que lo biológico ocurra”.

La información veraz es una gran herramienta, siempre sin pretender alcanzar una perfección imposible, haciéndolo lo mejor que podamos y cuando podamos, explica Perales, “pero la información contrastada nos va a facilitar el camino cuando podamos tomarlo. El mayor problema que vamos a encontrar en la crianza va a ser la información sesgada basada en opiniones, que va a hacer que hagamos cosas perjudiciales pensando que es lo que nuestro hijo necesita, como por ejemplo consejos infundados y dañinos como “no lo cojas en brazos que se acostumbra” o la aplicación de métodos para “aprender” a dormir. Otras herramientas muy útiles y reparadoras y protectoras del vínculo tanto para bebé como para la madre son hacer piel con piel o los masajes al bebé, que estimulan el sistema parasimpático, previenen la formación de bloqueos emocionales y facilitan la liberación de neurohormonas necesarias para que todo marche bien”

Pero sobre todo, culmina, “lo que más va a ayudar a las madres va a ser esa tribu que antes mencionaba, en forma de grupos, ya sean de amistades u organizados, como los grupos de crianza. Varios estudios demuestran el poder sanador del grupo en el postparto, incluso si hablamos de depresión postparto”.