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Gemma Lienas: «No podemos prohibir las redes pero sí advertir a los jóvenes de sus peligros»

Gemma Lienas: «No podemos prohibir las redes pero sí advertir a los jóvenes de sus peligros»
Gemma Lienas: «No podemos prohibir las redes pero sí advertir a los jóvenes de sus peligros»larazon

En su libro «El rastro brillante del caracol» aborda nuevos problemas sociales que tienen los adolescentes, como el «ciberbulling».

Escribe novelas que sirven de ayuda a los adolescentes, aunque confiesa que no suele hacerlo con esa intención. Es la autora de los exitosos «Diarios de Carlota» que fueron incluso llevados al cine. «A Carlota ahora la tenemos aparcada», confiesa Gemma Lienas, que acaba de presentar «El rastro brillante del caracol» (Planeta) otro libro de carácter juvenil que aborda temas tan actuales y problemáticos como el ciberbulling o el síndrome de Asperger, una forma ligera de autismo.

–En sus libros, además de su inquietud creativa, muestra usted un gran interés en sus obras por abordar problemas sociales.

–A mí todo lo creativo me sugiere cuestiones sociales, cuestiones psicológicas. Quizás porque como lectora busco libros en los que haya conflictos con uno mismo o con los demás y que haya cuestiones sociales, esos son los libros que más me atraen, son los que me motivan.

–¿Por qué el síndrome de Asperger?

–Me motivaba mucho escribir sobre esto porque me interesa mucho la psicología. Si volviera a nacer sería neuropsiquiatra, tengo muchos libros de estas temáticas y este es un síndrome que me interesaba especialmente porque es especialmente común. Dicen que Steve Jobs o Einstein tenían este síndrome. Son personas que tienen problemas para relacionarse con los demás porque les cuesta mucho entender el lenguaje no verbal. No entienden por ejemplo las miradas, los tonos, las muecas... Además, no comprenden el sentido figurado de las palabras y nuestro lenguaje está muy lleno de metáforas, de ironías...y se pierden, por eso le cuesta mucho entablar relaciones con los demás.

–Y también abarca el problema incipiente del cyberbulling en esta última novela.

–Sí. El libro es un thriller y hay tres miradas, la del protagonista, Sam, que es el que tiene Asperger y me interesaba mucho que el lector se pusiera en su piel y entendiera cuáles son sus dificultades. Luego está Martina, que es la chica de la que está enamorado Sam y crea una línea de misterio de si conseguirá establecer una relación con Martina y luego hay un tercer personaje que es un pederasta que sigue a Martina por la red, la tercera es si Sam conseguirá pararlo antes de que haga algo a Martina. Hay un acoso por la red hacia Martina y también un acoso de compañeros de clase a Sam a través de su Facebook. Por tanto el ciberacoso se da en dos planos.

–¿Está en auge este problema?

–El bulling ha existido siempre, cuando tú eres algo distinto a los demás tienes más posibilidades por ejemplo de que te sometan a bulling. Lo que es nuevo es que las redes favorecen que la gente que no se lanzaría en la vida real se lance a hacerlo porque existe un anonimato que no existe en la vida real y eso sí que hace que se incremente más la tasa de bulling por este anonimato.

–¿Cómo podemos evitarlo?

–Hay que estar avisado, no se pueden prohibir las redes, pero hay que explicarles muy bien los peligros que tienen. Es importante que los ordenadores no estén en las habitaciones si no en sitios comunes en los que se pueda ver qué hacen y enseñarles a tener criterio. En qué páginas entran, cómo entran, qué ven...

–¿Se debe llegar a invadir la intimidad de un adolescente en las redes para evitar problemas?

–Me cuesta decirlo pero entiendo que padres que tienen miedo porque en un momento raro ven cosas raras, invadan la intimidad. Me da miedo decirlo porque yo no habría soportado cuando era adolescente que me miraran la correspondencia y sería algo parecido. Tampoco puedo decir taxativamente no se puede hacer en ningún caso porque igual hay casos que lo requieren, pero antes de llegar a eso es preferible tratar de educar e inculcar los peligros que hay y cómo sortearlos.

–¿Ayudan las nuevas tecnologías a expresarse a los jóvenes o favorecen la aparición de sentimientos ficticios?

–Yo creo que les es más fácil. También por ejemplo a un chico con Asperger expresarse a través de su pantalla porque no necesita interpretar nada. El escrito tiene la ventaja de que te permite filtrar y pensar lo que vas a decir y puedes decir cosas que no te atreverías a decir de viva voz y las puedes decir mejor.

–¿Se siente más joven escribiendo novelas para adolescentes?

–Yo he escrito para niños, adultos, jóvenes... Cuando escribo para jóvenes me pongo en la piel de los jóvenes, vuelvo a ser una adolescente. Es lo mismo que supongo que hacen los actores. Cuando estoy escribiendo hago lo que llamo la ceremonia de transformación, me meto en la piel del personaje, vuelvo a ser adolescente cuando escribo para ellos.

–¿Es más divertido escribir para jóvenes o para adultos?

–Me divierto de las dos maneras. Me gusta más escribir para jóvenes y adultos que para niños. Pero si tuviera que elegir entre jóvenes y adultos no sé con qué me quedaría.

–Sus libros de jóvenes suelen tener una vocación de ayuda

–La verdad es que no pretendo ayudarlos. No los hago con esta intención, salvo la serie de «El diario de Carlota» que sí están pensados para tratar temas que me parecen importantes. El resto de novelas no están pensadas para ser educativas, escribo sobre lo que me apetece escribir, pero luego, quizás se ve como que enseñan cosas, y además, ellos conectan con mis novelas, tampoco sé por qué.

–¿Le gustaría vivir como joven estos tiempos?

–Me gustaría porque hay mayor libertad. Yo viví durante la dictadura y las familias eran muy autoritarias y si eras una chica, peor. Yo no lo soportaba bien.

–Ya que la ha citado no puedo terminar sin preguntarle por Carlota, ¿cómo está?

–La Carlota adolescente tiene sus dos novelas y sus cinco diarios. Luego también escribí libros con una Carlota más pequeña. De momento creo que voy a parar con Carlota, porque ya he escrito mucho sobre ella, aunque hay gente que me dice que tengo que escribir algo con una Carlota de 30 años. Todavía no sé. De momento no está planteado.