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Carmen Lomana: El poder transformador

Carmen Lomana con Niebla del Toro
Carmen Lomana con Niebla del Torolarazon

Ha empezado fuerte este otoño en Madrid lleno de eventos interesantes. Empecé la semana con un fiesta organizada por la revista ¡Hola! para celebrar su 75 aniversario. Esta revista que es referente de información con rigor y elegancia alquiló un edificio en el que se montó un paseo por su historia al que podían acudir sus lectores cada día de forma gratuita bajo previa reserva. Esto unido a tres fiestas por las que ha pasado la sociedad más conocida de Madrid: actores, empresarios, músicos, periodistas y, cómo no, un buen número de «instagramers» y gente de la moda. Que ahora se llaman «influencers». Lo que no tengo muy claro y si realmente influyen en algo.

Entre los muchos eventos que he acudido, hay uno que siempre me llena de satisfacción: la inaguración de la nueva temporada de ópera en el Teatro Real. Esta vez con la puesta en escena del «Don Carlo» de Verdi con la presencia de nuestros Reyes. Ésta es un ópera larga, compleja y densa. La había visto hace catorce años también en El Real. Me gustó mucho más que ésta, especialmente el montaje y puesta en escena. Recuerdo los fastuosos decorados que hacían revivir la corte de Felipe II en contraposición a los muros desnudos, columnas cuadradas que se esconden o resurgen, todo bajo un mismo decorado en color gris bastante opresor de donde parece que nunca van a salir los personajes.

«Don Carlo» es fantástica por su música pero no por su veracidad histórica.

En esta producción faltan personajes muy sobresalientes en la corte de Felipe II como la princesa de Éboli, con su parche en el ojo que le da una entidad única, al menos en el momento cumbre de la obra que es el auto de fe. Con toda la corte presente en un ambiente tétrico en el que dejan muy mal a La Corona y a España con su Inquisición y el peso abrumador de la religión y la Iglesia siempre presente sin piedad con el hereje. Dan una espantosa visión del trato de nuestro rey a Flandes y Brabante donde se sufría un espantoso yugo de la Corona y queriendo (algo absolutamente falso) mostrar al infante Don Carlos como el libertador y Salvador de los Países Bajos, enamorado de la mujer de su padre el rey que antes había sido su prometida, Isabel de Valois. Todo un drama de amor como suelen ser el 90% de la óperas.

Termina de una forma sorprendente con la muerte de Don Carlo atravesado por una espada delante de su padre, algo totalmente fantasioso y con el espectro de su abuelo Carlos V añadiendo aún más leña a la leyenda negra. No me pareció la más adecuada sabiendo que, como todos los años, los Reyes estarían presentes. No debe ser agradable ver cómo se miente y manipula la historia dejando muy mal a un antepasado suyo en un momento que España era el más grande imperio del mundo.

Otra noticia de esta semana que ha causado cierto revuelo ha sido la reinserción de Iñaki Urdangarín para realizar una labor social saliendo de la cárcel dos días durante ocho horas para trabajar de voluntario en un centro de discapacitados intelectuales, dando apoyo en las unidades de movilidad y psicomotricidad. Me parece estupendo y le ayudará a sobrellevar mejor sus días de encierro. La vida le ha puesto enfrente de su contradición ya que uno de los proyectos que tenía de tapadera para desviar fondos era la ayuda que nunca llegó para discapacitados. Hay poderes transformadores como la cultura, la belleza y la dignidad y a través de ellos espero que esta sociedad tan vulgar y absurda pueda ir abrieéndose y entendiendo los verdaderos valores de la vida.