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Carmen Lomana: Faroles de quita y pon

Una fotografía de Carmen Lomana junto a Raúl del Pozo
Una fotografía de Carmen Lomana junto a Raúl del Pozolarazon

Estábamos a viernes y todavía no sabíamos quién iba a ser el alcalde o alcaldesa de Madrid. Se están echando faroles como en una partida de póker y no entiendo esta fórmula que se le ha ocurrido a Ciudadanos de quita y pon.

Estábamos a viernes y todavía no sabíamos quién iba a ser el alcalde o alcaldesa de Madrid. Se están echando faroles como en una partida de póker y no entiendo esta fórmula que se le ha ocurrido a Ciudadanos de quita y pon. Almeida ha tenido más votos que Villacís y cuatro concejales más. Si se reparten el pastel él tiene que ser el alcalde o rompemos la baraja y de nuevo tenemos a nuestra «venerable» Carmena haciéndonos sufrir con imposiciones, enormes carriles bici y patinetes... mientras soportamos tremendos atascos en las principales vías de salidas y entradas a Madrid produciendo contaminación al estar los coches parados quemando combustible. No quiero más cambios de nombres que nada tienen que ver con esa cantinela de la «memoria histórica» y mucho con la ignorancia. Qué poco sentido de Estado y que tomadura de pelo a los ciudadanos convocando elecciones sin parar para volver al mismo punto. Esta semana, Antonio Fournier dió una copa en su casa en la que consiguió reunir una representación de todas las fuerzas política. Su capacidad de convocatoria fue fantástica y para mí un verdadero gustazo poder cambiar impresiones con Ana Pastor, que en mi opinión es la personas más válida y mejor preparada junto a Isabel Tejerina del PP. También andaba por ahí Soraya Sáenz de Santamaría, muy contenta y sonriente. Me comentó que estaba feliz pudiendo disfrutar después de tanta presión y falta de tiempo de su hijo y su familia. Ciudadanos no podía faltar, Fernando del Páramo también estaba socializando con Javier Maroto. Me divertí mucho charlando con los chicos de Más Madrid, gente muy joven, encantadora y me gustó que iban muy bien vestidos, algo que parece debería ser lo normal pero no lo es en los sectores de la izquierda podemita. Hablamos de política, de Chile en la época de Salvador Allende, algo que a ellos les pilla muy lejos y yo viví de primera mano interesada por todo lo ocurrido en Hispanoamérica en ese momento en el que el «cono sur» era un hervidero político dominado por los golpes militares de Pinochet, Videla y Bordaberry en Uruguay. Fue muy bonito el momento en que uno de ellos me confesó que había leído mi libro «Los díez mandamientos de la mujer 11» y que le habían servido bastante algunos consejos de protocolo. Pensé: uno no sabe quién puede leerle y, desde luego, nunca me hubiese imaginado un chico tan joven y de izquierdas. A punto estuve de darle un gran abrazo. Me di cuenta de que esa sensación que a veces percibimos del mal entendimiento entre políticos no es tan real. Sería estupendo que de la misma forma agradable en la que se relacionan fuera del Congreso lo hiciesen también a la hora de llegar a acuerdos, pero eso ya es otra historia en la que entran la lucha por el poder y las ambiciones por encima de ideologías. No me gustan las personas sectarias que dividen en buenos y malos a la sociedad dependiendo de cuales sean sus ideas políticas. No me gusta la falta de respeto a los pactos con Vox, ellos han tenido muchos votos y tienen el mismo derecho a participar en las decisiones y pactos para formar gobiernos. Algo que me ha impresionado es una carta escrita a Manuel Jabois, periodista al que admiro, en la que le decían: «Es de noche y no sé como morirme...» Tenía 85 años y por lo visto ya no le dejaban conducir. Esto le producía un cansancio vital que le quitaba las ganas de seguir viviendo, «así no». Relataba todas sus frustraciones, enfermedades, relaciones y supongo que aburrimiento. En estos momentos que el debate de la eutanasia está encima de la mesa, Javier Sádaba habla de ello sin miedos ni complejos. La decadencia es dura, inquietante y difícil de asimilar. Tengo claro que si un día tengo que depender de alguien que me limpie y atienda con la cabeza perdida... «así no». De momento no tengo tiempo de envejecer... se me olvida.