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“Viaje chamánico”: Imanol Arias busca el más allá en Perú

El actor aprovechará cualquier parón artístico para ir a esas tierras con su mujer, Irene Meritxell

Imanol Arias e Irene Meritxell, en una imagen de archivo
Imanol Arias e Irene Meritxell, en una imagen de archivolarazon

El actor aprovechará cualquier parón artístico para ir a esas tierras con su mujer, Irene Meritxell

Es un sueño incumplido, un interés por el “más allá”, por el universo del chamanismo y todo lo que conllevan las prácticas desarrolladas por esta especie de “brujos” que ocultan misterios difíciles de destapar para el profano.

A Imanol Arias le seduce ese mundo y confiesa a quien quiere escucharle que tiene pendiente un viaje de dos o tres meses a Perú para estudiar el complejo trabajo de los chamanes. Y asegura en “petit comité” que aprovechará cualquier parón artístico para viajar a esas tierras con su mujer, Irene Meritxell, también muy interesada en el tema. Ambos comparten el deseo de ver cara a cara a esos personajes tan dados al secretismo en su casi totalidad. Será una experiencia distinta, nada que ver con su quehacer cotidiano, una oportunidad de descubrir misterios y sensaciones inesperadas.

En el norte de Perú, exactamente en la ciudad de Chiclayo, a 800 kilómetros de Lima, están algunos de los chamanes más conocidos de Latinoamérica, aquellos que potencian los rituales milenarios de magia y hechicería. Imanol los podrá encontrar en Cajamarca, Lambayeque, Piura, La Libertad... ciudades “sagradas” de estas prácticas. Algunos realizan magia blanca, pero otros, negra y roja. Esta última se ocupa del amor y la pasión. De la negra, mejor ni hablar... No es fácil contactar con ellos si no vas recomendado por antiguos clientes. Muchos, se rumorea, ingieren el cactus de San Pedro, que contiene mescalina y causa alucinaciones y, presuntamente, les conecta con el más allá.

Pero expertos en chamanismo avisan que indagar en asuntos que mueven fuerzas desconocidas, si no se está preparado para ello, puede ser una experiencia peligrosa. Uno de ellos, Ezequiel B., residente peruano en España y que lleva muchos años investigando este fenómeno, y que prefiere ocultar su identidad, lanza un aviso a Imanol: “Le recomiendo que no vaya a la aventura, que se informe antes de lo que le espera. Existen escuelas de chamanes que engañan a extranjeros, a esos que se inscriben en un curso, asisten a talleres, les dan un certificado y obtienen el título de chamán, algo que repudian los verdaderos “brujos” peruanos, los que han recibido sus conocimientos de generación en generación. Los verdaderos chamanes rechazan a los visitantes que, lejos de padecer una enfermedad, tan solo buscan experiencias de aventura, o descubrir los efectos de la ayahuaca, una planta medicinal alucinógena usada por este colectivo tan particular y especial en sus rituales. De ahí que estudien a conciencia a sus posibles clientes. Se da el caso de gente de mucho dinero que procede de países lejanos y aparece en el norte peruano se tienen que volver sin conseguir sus propósitos. Allí no son bien recibidos los curiosos ni los charlatanes. Lo aseguro”.

Para los que no tienen conocimientos sobre el asunto, aclarar que el chamán se considera intermediario entre el mundo real y el espiritual, y que viaja entre ambos en estado de trance.