Feria de San Isidro

Gonzalo Caballero, un trofeo a las bravas

El novillero arriesgó y entró a matar sin muleta al cuarto novillo de la tarde

Gonzalo Caballero resulta cogido de manera espectacular al entrar a matar sin muleta al cuarto de la tarde, del que paseó un trofeo
Gonzalo Caballero resulta cogido de manera espectacular al entrar a matar sin muleta al cuarto de la tarde, del que paseó un trofeolarazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@731b78c5

- Las Ventas (Madrid). Cuarta de la Feria de San Isidro. Se lidiaron novillos de la ganadería de El Parralejo, bien presentados en líneas generales. El 1º, noble, de calidad y sosote; 2º, de buen juego, con nobleza, repetidor y se entrega en el viaje; 3º y 4º, manejables, aunque puntean el engaño; 5º, movilidad pero con menos clase; 6, noble, repetidor y con la virtud de humillar. Tres cuartos de entrada en los tendidos.

- Gonzalo Caballero, de blanco y plata, estocada fulminante (saludos tras petición); estocada, dos descabellos (oreja protestada).

- Fernando Rey, de blanco roto y plata, pinchazo, aviso, estocada (saludos); estocada, aviso (silencio).

- Francisco José Espada, de azul pavo y oro, bajonazo (silencio); pinchazo, estocada, dos descabellos, aviso (silencio).

A las bravas. Como si no quedara otra. Ni horizonte más allá que esa suerte suprema a su segundo novillo de la tarde. Era Gonzalo Caballero el que estaba en el ruedo. En pie. Todavía. Y de milagro. Acababa de reponerse de una cogida fea cuando quiso, en esos terrenos de cercanía que nunca abandonó, pasarse al novillo por la espalda. Y el de El Parralejo no tragó. Arremetió contra él y lo curioso es que no le metiera el pitón. Andábamos reponiéndonos nosotros en el tendido más que él en el ruedo cuando prosiguió y en nada se perfiló para entrar a matar. Muy en corto. Muy en corto, por derecho y desprendiéndose del engaño segundos antes. Ocurrió todo tan deprisa que hubiera agradecido la televisión y más verlo en la superlenta para hacerme cuentas de lo que estaba por pasar, ¿o ya había pasado? Sin darse demasiada coba, se tiró entre los pitones en ese infierno que debe ser ir para allá sin muleta. No sé cómo hundió el acero, casi a la vez que el toro le levantaba por el pecho para dejarle después deshecho sobre la arena. Segundo round. Y otra vez en pie. Dos descabellos requirió para acabar con el novillo y cerrar una faena porfiona, en la que la distancia corta, incluso encimista, determinó el trasteo por encima de la esencia del toreo. El astado sacó nobleza como todo el encierro, aunque molestaba ese punteo de la muleta en el viaje. La faena de Caballero, queriendo por encima de todas las cosas, pecó de cortar la arrancada y darle poca continuidad para definir siempre su ajustado terreno con el animal. Luego sobrevino todo lo demás y esta vez sí el presidente le concedió una oreja que fue protestada.

Sacó todo el repertorio con un primero noble, con clase y sosote. Primero del fundamental y después por luquecinas, por la diestra sin la ayuda, bernadinas antes de acabar... Un despliegue repleto de voluntad, aunque tampoco salieron los números de manera espontánea.

La tarde estuvo un punto plomiza como la pesadez de estas temperaturas que asfixian por primavera. Fernando Rey dejó buen concepto con un segundo, que tenía muy buen aire. Noble, repetidor, con el fuelle justo pero para disfrutarlo. Fue interesante el comienzo con un cambio de mano superior y la manera en la que quiso encajarse al torear con la diestra o el poder al natural. Mas ahí quedó. Menos recorrido tuvo la faena a un quinto, que iba y venía, manejable aunque molestaba mucho ese vicio de puntear la muleta. Poco quedó además de la voluntad.

A Francisco José Espada le acompaña todavía el grato recuerdo del año pasado en Madrid. El sorpresón. En esta ocasión no encontró el ritmo a un tercero, que cumplía mucho mejor a mayor suavidad. Al vivir la faena en espacios de tiempo paralelos toro y torero, la cosa no fraguó. El sexto tuvo movilidad, nobleza como todos los que salieron por la puerta de toriles, y repetición. Con el fondo justo y más complicaciones por el zurdo. Quiso Espada pero la cosa no acabó de fluir. Tibia novillada y con un aviso a navegantes. En Madrid da la sensación de que se está bajando el listón. Madrid es el Everest. La cara o la cruz. Las noches en vela. La dureza del toreo y la credibilidad. Lo que ocurre, lo que se gana, cuenta con una verdad que pocas veces se cuestiona. Y no me refiero a lo de hoy. De siempre se marcó la diferencia entre lo bueno y lo excelso. Si Madrid cae, el resto va (vamos) en picado.

El cartel de hoy

Después de celebrarse la primera de las novilladas programadas en el serial, esta tarde vuelven las corridas de toros. Y lo hace con la actuación de Javier Castaño, que cumple con su primer compromiso en la feria de San Isidro; el segundo y último será en el cierre de feria, el domingo 7 de junio con la corrida de Miura. Por su parte, Paco Ureña vuelve a pisar la Monumental de Las Ventas pocos días después, al igual que el torero salmantino Juan del Álamo, que cortó en la primera corrida isidril un trofeo. Los toros son de la ganadería de Pedraza de Yeltes.