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Londres 2012: Los Juegos Olímpicos más sostenibles de la historia

Stratford se ha transformado de vertedero industrial a nueva zona verde. Los estadios desmontables y reciclables son sólo la muestra del interés de la ciudad por reducir la huella de sus Juegos, el equivalente a retirar 65.000 coches de la circulación 

Londres 2012: Los Juegos Olímpicos más sostenibles de la historia
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Aún no se sabe cuántas medallas dejarán en casa sus atletas, pero los británicos ya pueden ponerse una por haber batido un récord. Por partida doble, para ser más exactos. Londres no sólo pasará a la historia por ser la primera ciudad en acoger tres Olimpiadas, sino que además, la capital británica va a celebrar los Juegos más sostenibles que jamás se hayan visto. Como aperitivo, sólo un dato: la mismísima llama olímpica es cero emisiones de carbono.


El Comité Organizador (Locog) quiso que, desde el primer momento, cada uno de los pasos se diera «pensando en verde y en el futuro». La clave es hacer de los Juegos la mejor escuela para enseñar a los asistentes y a las cuatro mil millones de personas de todo el mundo que seguirán en directo las retransmisiones, que es posible vivir de otra manera. El «curso olímpico» –que ya ha comenzado involucra a «alumnos» de más de 200 países se compone de cinco asignaturas: Cambio climático, Residuos, Biodiversidad, Inclusión y Vida saludable.
La tarea no era fácil porque se partía totalmente de cero. A los que pasean hoy por el verde impoluto del Parque Olímpico les costaría creer que hace tan sólo unos años, todo aquello era un vertedero industrial. La zona de Stratford, al este de Londres –donde ahora se encuentra el estadio, el centro acuático y el velódromo era un área equivalente a 297 campos de fútbol, llena de escombros y en la que apenas se apreciaba el río Lea.


Tal y como explica David Stubbs, director de Sostenibilidad del Locog, se reconvirtieron más de 45 hectáreas de tierra para poder atraer a la fauna silvestre, se crearon 25 kilómetros de senderos y ciclovías; se plantaron 4.000 árboles, y se restauraron cinco kilómetros de río. Los cañaverales, pastizales y lagunas están llenos de animales que hacía décadas no se dejaban ver por los alrededores de la capital. Además, la ampliación del río, las defensas naturales y los sistemas de drenaje han dotado a esta zona de resistencia para que se reduzcan posibles efectos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar.


El resultado es un paisaje que, sin duda, no dejará indiferente a los que suban al mirador colocado en la torre ArcelorMittal Orbit, una estructura de 1.400 toneladas de acero y de 114,5 metros. Se trata de la escultura más alta de Europa, creada para la ocasión por el artista indio Anish Kapoor.
«Tanto en las tareas de demolición como en las de construcción del Parque Olímpico, se superó la meta de reutilizar y reciclar el 90 por ciento del material derruido», matiza Stubbs. Esto incluye el estadio, que cuenta con un techo formado por 2.500 toneladas de tubos de acero que anteriormente se usaban como tuberías de gas. El velódromo tampoco se queda atrás, ya que el cien por cien de la ventilación es natural y el agua de lluvia recogida en la parte superior se utilizará para los baños y el riego.


El pabellón donde se celebrarán los partidos de baloncesto y balonmano es una carpa cubierta de PVC reciclable, que será desmantelada tras los Paralímpicos para poder ser reutilizada en Río de Janeiro en 2016. El 60 por ciento de los materiales de construcción fueron entregados por ferrocarril o por buques a través del río, reduciendo así el movimiento de vehículos y, por tanto, la producción de CO2.
Estos Juegos serán también los primeros en medir la «huella de carbono». El objetivo es reducir la cifra al equivalente a retirar 65.000 coches de la carretera durante un año. «Nuestro propósito es asegurar que un millón extra de traslados se hagan andando o en bicicleta cada uno de los días que dure la competición», explica Stubbs. La ruta clave, la denominada «vía verde», también ha utilizado material rescatado de la demolición.


Con respecto a la parte culinaria, el Comité ha hecho firmar a todas las empresas de catering un estricto reglamento para que no haya ningún problema a la hora de servir los 14 millones de comidas elaboradas a partir de fuentes sostenibles. Las herramientas para la comida, como tazas de café y cubiertos (hechos con materiales compostables) tendrán una franja color naranja e irán en el cesto de basura de ese mismo color. Con esos residuos se planea hacer compost. Los plásticos se identificarán con color verde e irán al cesto del mismo color, luego serán llevados para continuar el ciclo y convertirse después de reciclarse, en nuevas botellas plásticas. Y aquellos residuos no reciclables irán en el cesto color negro, con ellos planean generar energía para la ciudad. Todo para conseguir unos Juegos «cero residuos».


«La complejidad de este proyecto ha supuesto un reto enorme, pero estamos entusiasmados con el resultado. Que nuestro informe obtuviera el BS 8901 Standard –certificado oficial británico de sostenibilidad para eventos– con una calificación A es una prueba real de nuestro compromiso y de nuestro éxito», se congratula Stubbs. Londres, de alguna manera, ya ha conseguido su propia medalla.