Cataluña

La misma educación para toda España

El Gobierno aprueba el anteproyecto de la reforma educativa que garantiza que los alumnos adquieran el mismo nivel de conocimientos en todo el territorio. Educación resta poder a las autonomías sobre los contenidos de las asignaturas. El aprendizaje del castellano y de las lenguas cooficiales gana horas de estudio

Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro de Educación, José Ignacio Wert, durante la rueda de prensa
Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro de Educación, José Ignacio Wert, durante la rueda de prensalarazon

MADRID- La nueva reforma educativa del Gobierno está ya en marcha. El Consejo de Ministros aprobó ayer el anteproyecto de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa que pretende lograr que todos los estudiantes, independientemente de la comunidad en la que residan, alcancen los mismos conocimientos al final de cada etapa, mejore el nivel de la educación, y se acabe con las altas tasas de abandono escolar temprano (del 26,5%), uno de los lastres del sistema educativo.

Con esta ley, el Gobierno gana mayor control en los contenidos educativos de tal manera que decidirá el 65% de lo que estudian los alumnos en las comunidades con lengua propia y del 75% en el resto, un 10% más de lo que ahora tenía (55% y 65% respectivamente).
Medidas como estas impedirán las diferencias tan grandes que existen en rendimiento educativo entre comunidades autónomas y evitarán el «grave riesgo de desigualdad del que ya nos han advertido en informes internacionales», destacó el ministro de Educación, José Ignacio Wert, tras el informe del Consejo de Ministros. En definitiva, «se trata de reducir una dispersión de los contenidos educativos que ya era inmanejable», añadió Wert.

El ministro justificó este aumento de la cuota de poder del Gobierno central en contenidos amparándose en la idea de que «será necesario» al ganar peso las asignaturas instrumentales, es decir, las Ciencias, Matemáticas y Lengua.

La nueva reforma educativa implantará la «cultura de la evaluación», lo que significa que todos los alumnos españoles tendrán que someterse a exámenes que permitan constatar que han logrado los objetivos académicos previstos para cada etapa. Así, a lo largo de la enseñanza no universitaria, el alumno tendrá que pasar hasta cuatro exámenes. Los resultados serán orientativos, en algunos casos y, en otros, será obligatorio aprobar ese examen para obtener el título. En Primaria, las evaluaciones se realizarán en 3º (sólo para detectar dificultades de aprendizaje) y en 6º curso (sin efectos académicos). En la ESO, el examen se hará en 4º y en Bachillerato en 2º. Y habrá que aprobar para conseguir el título. El Ministerio ha insistido en las últimas semanas en que pruebas de este tipo mejoran los resultados académicos hasta tal punto que mejoran en 16 puntos los resultados de Pisa.

La reforma, que está sobre la mesa pretende reducir el número de materias, ya que se daba el caso de que los alumnos llegaban a tener hasta 13 asignaturas distintas. Por poner sólo un ejemplo, actualmente en 4º de la ESO hay tres itinerarios y hasta 56 combinaciones posibles entre materias de itinerario que los centros deben ofrecer, salvo que hubiera un número insuficiente de alumnos y bajo criterio de la autoridad educativa.

La norma, que tendrá que pasar ahora por el trámite parlamentario, también pretende da mayor importancia al conocimiento de los idiomas. Ganará peso la expresión oral y escrita y algunas asignaturas se impartirán en inglés.

El aprendizaje del castellano y de las lenguas cooficiales también ganará horas, aclaró Wert tras el Consejo de Ministros. Sobre este punto pidió ayer explicaciones Cataluña. Precisamente Irene Rigau, la consejera de Enseñanza de la Generalitat catalana que no cumple con las sentencias que obligan a que el castellano sea lengua vehicular. Tachó la reforma de «ofensiva recentralizadora». La consejera de Educación, Universidades e Investigación del Gobierno vasco, Isabel Celaá también consideró que el cambio legal «es un ataque directo al autogobierno.

Las asignaturas «zapateristas» por excelencia desaparecen: Educación para la Ciudadanía y Conocimiento del Medio. En lugar de Ciudadanía se creará una nueva materia en Secundaria: Educación Cívica y Constitucional, mientras que Conocimiento del Medio quedará suplantada por Ciencias de la Naturaleza y Ciencias Sociales. El Latín es una de las asignaturas que sale malparada. En principio se pensó que tuviera más peso en el currículum, incluso hay un sector del PP que lo pidió expresamente, pero ahora puede que un estudiante pase por el sistema educativo sin haber visto Latín en su vida.

Con la reforma los centros tendrán más autonomía y los directores mandarán más porque los consejos escolares quedan reducidos a meros órganos consultivos.

 

EL FIN DE LOS LIBROS DE TEXTO COMO HERRAMIENTA NACIONALISTA
Evitar el adoctrinamiento a través de la enseñanza es uno de los objetivos de la reforma. ¿Para qué? Pues para que, entre otras cosas, los alumnos de toda España sepan dónde nace y por dónde pasa el Ebro, no como ocurre ahora en Cataluña, donde muchos libros enseñan que es un río catalán que nace fuera de Cataluña. Si bien no se trata de eliminar aspectos importantes de la cultura local, se trata de evitar que en el País Vasco se enseñe, por ejemplo, que el acontecimiento más importante de 1978 fue el Festival de Cine de San Sebastián y no que se aprobara la Constitución. O que aprendan que la Península Ibérica no está «al sur de Euskal Herria».