Historia

Cataluña

Un paraíso de la literatura nazi

El TS ha absuelto a los miembros de la librería Kalki, acusados de difundir ideas genocidas. España se ha convertido en el país ideal para publicar esta clase de libros.

Versión fascista del saludo romano. Adolf Hitler
Versión fascista del saludo romano. Adolf Hitlerlarazon

Aquella demanda acababa con cuarenta años de impunidad en España. Violeta Friedman sabía que cuando las guerras terminan, comienza la batalla por la memoria. Y ella estaba predispuesta a librarla con todos los resortes que permitiera la ley. Léon Degrell negó el Holocausto en 1985 en unas polémicas declaraciones. El ex oficial de las Waffen SS había eludido la Justicia internacional refugiándose en España. En 1954, camufló su identidad con un nombre falso. Pero ella estaba predispuesta a llevarle a los tribunales. Había sobrevivido a la campaña de exterminio del Tercer Reich. Presentó una denuncia y obtuvo una condena.
El pasado mes de junio, el Tribunal Supremo, amparándose en que la Constitución «no prohíbe las ideologías» y que tampoco se pueden perseguir «las ideas», absolvió a los cuatro miembros responsables de la librería Kalki, anulando la sentencia que la Audiencia Provincial de Barcelona había dictado contra ellos. Estaban acusados de difundir ideas genocidas que vulneraban la libertad y los derechos. La Embajada de Israel mostró su desacuerdo absoluto. «Israel ve con mucha tristeza y preocupación la sentencia absolutoria del Tribunal Supremo de España para los dueños de la Librería nazi Kalki, permitiendo así la difusión de libros que incitan al odio y niegan el Holocausto. Israel cree que es una decisión que apoya la violencia racista y demuestra falta de conocimiento histórico. El derecho a la libertad de expresión no puede amparar acciones o ideologías que incitan a la violencia y al genocidio».

Una barbaridad
Esta decisión reabre el debate sobre la permisividad de las leyes españolas en este aspecto. «Es una barbaridad, porque fomenta la literatura de esta clase de grupos de extrema derecha. La letra impresa reviste de autoridad los mensajes que intentan transmitir», afirma Clara Sánchez, ganadora del Premio Nadal con «Lo que esconde tu nombre» (Destino), una novela sobre el amparo y la protección que recibieron muchos dirigentes nazis en nuestro país. Antonio Salas, autor de «Diario de un skin» (Temas de Hoy), que se infiltró entre neonazis para escribir este libro, comparte su opinión: «España está en medio de los grupos de Iberoamérica y Europa. En los años 80, una librería de Barcelona era la que difundía mayor propaganda nazi. En Gran Bretaña y en Alemania está prohibido este material. Sin embargo, los nazis de América Latina podían conseguir estas obras porque se imprimían en España». Para Salas, los libros, revistas y fancines que se distribuyen aquí contribuyen a reforzar la ideología de extrema derecha y respalda su «modus operandi» con impunidad. Y alerta: «Cada vez están mejor organizados. Han aprendido de sus errores. Están muy activos. Existe una relación muy estrecha entre los que viven en Portugal y España. Y a las actividades que organizan se les unen personas desde Francia y otros lugares. España es algo laxa en este asunto, por decirlo de alguna manera. Sólo cobra trascendencia cuando se comete un asesinato».
Antoni Daura, presidente del gremio de libreros de Cataluña, tiene una idea precisa sobre este tema: «No creo que sean ediciones rentables a nivel comercial, porque la gente en general no adquiere estos títulos. Son personas que difunden estas obras no por una valoración comercial, sino ideológica. No les importa perder dinero. España, en este sentido es permisiva. Alemania va de una manera clara contra ellos. Lo cierto es que estas ideas son peligrosas. Los libreros, en general, somos amigos de la libertad de expresión, pero existe una línea roja muy clara». María Royo, portavoz de las comunidades judías de España, es directa: «Hay un vacío legal. La UE animó a todos los países a revisar sus códigos penales para eliminar, precisamente, estos vacíos y combatir los delitos de xenofobia y racismo. España no lo ha hecho. Sólo se pide una revisión para que nadie se ampare en la libertad de expresión para difundir libros racistas o que se divulguen ideas como discriminación por raza o etnia». Clara Sánchez, que, como Antonio Salas, ha recibido amenazas de estos grupos por su último libro, erradica cualquier clase de dudas sobre cómo actúan y qué defienden: «No es divagar sobre qué pueden hacer. Es que ya lo han hecho. Tenemos hechos, datos. Están en la historia». Respecto a la decisión del TS, asegura sentirse «abochornada»: «Que se apele a la libertad de expresión e ideológica para absolverlos no es lo más razonable, porque estos grupos coartan a los demás. Si algo tiene el nazismo es que es irracional y parcial en la libertad y el libre albedrío».

Tiempos de crisis
Salas resalta los buenos resultados que estos grupos, revestidos con la apariencia de formaciones políticas, han conseguido en las últimas elecciones. Incluso, revela con preocupación, que han entrado en algunos municipios. «La ultraderecha está directamente ligada a la inmigración. En tiempo de crisis, gente normal se acerca a estos partidos. Defienden el lema de "España para los españoles"». Clara Sánchez también hace hincapié en la situación económica que atravesamos: «Siempre hay gente que necesita sentirse superior, que tiene descontentos viscerales y que se refugia en los neonazis. Estos libros fomentan este tipo de sentimiento. Y más en esta época. Somos muy flexibles con la venta de iconografía y de libros nazis en España».

Libros contra la intolerancia
Antonio Salas y Clara Sánchez, con sus libros, «Diario de un skin» (Temas de Hoy) y «Lo que esconde tu nombre» (Destino), han sacado al nazismo de la «invisibilidad» que le protege en España. Si Clara Sánchez recibió amenazas, Salas, además de ellas –todavía tiene que tomar precauciones básicas–, al menos consiguió desenmascar los negocios de algunos dirigentes de extrema derecha. Muchos jóvenes se alejaron de esta ideología a raíz de su investigación.