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Sin una elemental brújula

Dirección: Guy Ritchie. Guión: P. Baynham y S. Smith. Interpretes: Robert Downey Jr., Jude Law, Noomi Rapace, Jared Harris. EE UU, 2011. Duración: 128 minutos. Acción.

La Razón
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Excepto por la publicitada aparición del profesor Moriarty, el argumento de la secuela de «Sherlock Holmes» se había mantenido en el más absoluto de los secretos. La ampulosidad, a la vez juguetona y arbitraria, del estilo de Guy Ritchie tiende a enmascarar las tramas de sus películas, aunque en este caso había poco que camuflar, acaso la ingeniosa idea de barnizar el brío contemporáneo de la primera parte convirtiendo al villano en un terrorista de élite, un Bin Laden de la aristocracia intelectual británica obsesionado por acelerar la decadencia del mundo occidental. El problema es que el tratamiento de anabolizantes que Ritchie inyectó en el personaje de Conan Doyle funcionaba por un anacronismo: el mito clásico revisado según el idioma de la musculosa superproducción. Agotada la sorpresa, queda el esquema de una idea azotada por un montaje histérico, que combina al azar ralentizados y acelerados marca de la casa, y que apenas deja entrever los giros narrativos que ayudarían a entender lo que se nos está contando. Se salva por los pelos un accidentado viaje de novios en un tren desbocado y la interpretación, a la vez arrogante y autoparódica, de Stephen Fry, extravagante hermano mayor de un Holmes desnortado.

lo mejor:
El desnudo de Stephen Fry a la hora del desayuno no hay que perdérselo
lo peor:

a Guy Ritchie le importan más las piruetas visuales que la carne del relato