España

Hay que calentar la sopa por Martín Prieto

La Razón
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Coinciden los politólogos en que un partido que haya gobernado muchos años, cuando pierde el poder municipal, el autonómico y el central, necesita más de una legislatura para regresar al Gobierno. Rubalcaba, Valenciano, los pocos barones que han sobrevivido al hundimiento del «Titanic» rajado por el abrelatas de un iceberg financiero que no vieron o desdeñaron irresponsablemente, los sindicatos más de partido que de clase y los indignados de variado pelaje que ya están operando como infantería de choque son conscientes de que sólo recuperarán el mando perdido calentando la sopa. Como ha dicho Soraya Sáenz de Santamaría, no hay clima para hacer la política calentando la calle pese a la herencia socialista ominosa y engañosa de quiebra total o liquidación por derribo. Nuestro electroencefalograma no es tan plano como el griego ni tan desesperanzado como el portugués, pero nos salva que no hay dinero en la Unión Europea para rescatar a España e Italia, que vendría detrás. Además, ya estamos bastante intervenidos por el Banco Central Europeo, que apenas nos permite movernos. La charca recibida por Mariano Rajoy no tiene fondo y de ahí sus rectificaciones necesarias que tanto se le reprochan. Las haraposas cuentas del Estado no admiten ser sujetas a un programa electoral redactado sobre las falsedades de Elena Salgado, que se saltó más de dos puntos y medio de déficit y continuó haciendo yoga caliente, que es su principal dedicación. Debemos más de 59.000 millones de euros sin contar la deuda interna (hasta las familias han gastado más de lo que tenían)y unas autonomías agujereadas, de las cuales dos o tres trabajan ya con bono-basura y están en el cantil de la intervención. Los cinco millones de parados que en su inmensa mayoría pueden poner a San Zapatero en la peana seguirán subiendo como el termómetro de la fiebre y, con mucho optimismo, comenzará a crearse empleo a mitad de la legislatura y hacia el final de la misma podrán advertirse aquellos ilusorios y cursis brotes verdes que llamaremos puestos netos de trabajo. El Gobierno de Rajoy, por convicción u obligación, está tocando el acordeón según terminología economicista. Para extraer sonido del instrumento hay que cerrar sus fuelles y luego, al expandirlos se aspira aire y se toca la melodía.

Las diversas etiquetas de la izquierda, encabezadas por Méndez y Toxo, entendieron desde sus desastres electorales que no tenían otra que calentar la calle. No tienen muchas posibilidades porque los peor parados por la crisis se han instalado en la sabiduría de la resignación y de la espera. Y los socialistas están despidiendo a sus militantes-funcionarios porque están a la cuarta pregunta para pagar las deudas. Este largo puente puede ser un entrenamiento para la protesta irreflexiva y gamberra, dándole un aire helénico a la vida nacional, que no está para el reclamo del estacazo o el sabotaje de los trenes del Metro de Madrid. Los sindicatos llaman a la rebelión contra las reformas laborales olvidando que sin sus visitas nocturnas a La Moncloa de Zapatero no estaríamos ahora mordiendo el polvo y mirando entre las tinieblas. Mendazmente acusan a los recortes del Gobierno del nuevo crecimiento del paro cuando en un trimestre éstos no pudieron influir en la inercia de la curva del desempleo. Calentar la sopa es la única política del PSOE&Company para el resto de la legislatura porque sólo tienen ideas extravagantes, la carabina de Ambrosio de aumentar el gasto público y el deseo de revancha a toda costa de quienes creen ser los únicos históricamente legitimados para gobernar. Fraga desmintió haberle dicho a Ramón Tamames aquel «la calle es mía» que hizo fortuna. Éstos lo van a poner en práctica y lo vamos a pagar los peatones que nunca hemos visto un billete de 500 euros en el bolsillo.