Juegos Olímpicos

Nueva York

Niebla digital en Londres

La torre mirador bautizada como «La nube» fue una de las propuestas para ser la imagen de la ciudad durante los Juegos Olímpicos de 2012. Aunque finalmente otro proyecto de acero se impuso, esta ligera estructura autosuficiente energéticamente e interactiva se construirá en la capital británica si encuentra financiación 

Niebla digital en Londres
Niebla digital en Londreslarazon

Se buscaba un icono para representar a la ciudad durante los Juegos Olímpicos de 2012, una torre que presidiera el parque olímpico y perdurase en el tiempo, y se consiguieron decenas de propuestas que había que descartar. «The Cloud», la nube, se perfilaba como una de las favoritas pero no ganó, terminó siendo desbancada por un amasijo de acero «orbital». El acero decimonónico ganó a los materiales del siglo XXI y a la sostenibilidad; aun así, el equipo internacional que lo ha proyectado no renuncia a verlo construido y busca financiación empresarial y donaciones privadas para llevarlo a cabo. Carlo Ratti, uno de los arquitectos y profesor del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), aseguró a la BBC que se trata de que la gente participe en su creación. «La podemos construir conseis millones de euros o 60. La flexibilidad del sistema estructural nos permite adaptar el tamaño de la nube a la cantidad de fondos recaudados», matizó.

Colaboración internacional
La efímera torre ha sido ideada por científicos del MIT y un equipo excepcional de arquitectos; ingenieros (como por ejemplo de la multinacional Vector Foiltec, una de las primeras empresas en desarrollar los cojines de ETFE –etileno-tetrafluoretileno– utilizados en el centro acuático de Pekín o el estadio Allianz Arena de Múnich); artistas como el argentino Tomás Saraceno; escultores, diseñadores y escritores como Umberto Eco. El mirador pretendía alzarse como símbolo entre el pasado y el futuro, recuperando la niebla de las antiguas postales londinenses con soluciones constructivas más modernas. Para ello se usa el EFTE, un tipo de plástico al que se da forma de cojín o lenteja; es decir, dos capas de este material rellenos de gas. Además su estructura incluye paneles fotovoltaicos y se recupera la energía generada por el movimiento de los visitantes en el interior.


Su liviana estructura parece rendir tributo a la revolución industrial con su aparente forma de chimenea; una chimenea del nuevo siglo y una propuesta hacia una nueva revolución industrial. Un mástil central haría de comuna de sujeción y de localización de los ascensores. Alrededor de él, diferentes rampas peatonales subirían «por encima de las nubes» o cojines de ETFE, anudándose al mástil y distribuyendo las tensiones y los pesos. La rampa estaría abierta tanto a paseantes como a ciclistas, mientras que los ascensores se encargarían de recuperar la energía del descenso de los visitantes para su reutilización. Se espera recolectar un total de 20 MW al año a través de este sistema.


Las membranas superiores podrían variar su tamaño desde los cinco metros hasta los 20, convirtiéndose en espacios abiertos al público y de alquiler. «Se dejarían espacios con función pública, cafés, escenarios para performance», detalla Walter Nicolino, arquitecto socio del estudio de Carlo Ratti. Estas mismas membranas estarían cubiertas en parte por células fotovoltaicas, siempre para hacer autosuficiente la estructura. Las aspiraciones energéticas en este sentido no se quedan cortas. Hasta 200 MW al año para alimentar el sistema informativo en LED de las esferas superiores y para alimentar a los barrios colindantes.
Al ser una estructura abierta, se ha pensado en la posibilidad de colocar colectores de agua en el interior de los pilares para recoger la lluvia y reutilizarla en los aseos, que de momento, no se han proyectado.

Interactividad
«La naturaleza de la escultura es la interactividad en tres niveles: físico, digital y creativo». Con estas palabras Nicolino resume los tres grandes ejes de la torre de nubes. Las membranas estarán dotadas de pantallas de LED en su exterior, con información de la ciudad, del estado del clima y, mientras fue candidata, del progreso de las competiciones olímpicas. Interactividad digital participativa, ya que gracias a la contribución de Google y ante la falta de financiación pública, el grupo ha iniciado una campaña de recaudación de fondos con el nombre de «una libra por un píxel» para conseguir montar «The Cloud» en otro emplazamiento dentro de la ciudad del Támesis. Cada persona contribuye con su movimiento y con su dinero a mantener encendido este enorme «display».


Una estructura escalable, como la definen sus autores, pensada para llegar a una altura de 115 metros aproximadamente, pero cuya configuración puede cambiar en función del dinero que se recaude. Como ha declarado Ratti se pueden invertir tanto seis como 60 millones, aunque su socio especifica «la estructura mínima sería un soporte de tres pilares ligeros, con unas 50 burbujas, a las que se podrán sumar más soportes. De ahí hasta donde el dinero permita. Queríamos una estructura que creciera desde abajo para que la gente se reconociera y viviera la experiencia de hacer yogging a más de 100 metros de altura», matiza Nicolino.

Órbitas de acero
Una gigantesca escultura de acero de 115 metros de alto, 22 más que la Estatua de la Libertad de Nueva York, será la encargada de presidir los Juegos Olímpicos de Londres 2012. La obra ha sido diseñada por el indio, Anish Kapoor, ganador del premio Turner. El artista ha incorporado los cinco anillos olímpicos en la peculiar maraña y asegura que en todo momento ha querido transmitir la idea de movimiento e inestabilidad.
La pieza se llamará «ArcelorMittal Orbit» en honor de uno de los hombres más ricos del mundo, Lakshmi Mittal, quien financiará gran parte de su construcción. En total, la escultura costará unos 23 millones de euros. Para el proyecto Kapoor trabajará con uno de los más reconocidos diseñadores estructurales, Cecil Balmond, de la firma de ingeniería Arup.
Tras los Juegos Olímpicos la pieza se quedará en el este de la capital británica de manera perpetua para que todo aquel que quiera subir hasta la torre situada dentro de la pieza pueda disfrutar de las vistas panorámicas de la ciudad del Támesis.
La elección de la escultura no ha estado carente de polémica. No sólo por el coste, sino porque entre las finalistas, «The Cloud» se perfilaba como una de las favoritas.