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«No sé cuánto peso ni lo quiero saber»

Cada año son miles las mujeres que caen en abismo de la anorexia y la bulimia, una espiral de destrucción de la que sin ayuda no se puede huir. Ana Bernárdez, de 34 años y residente en Tortosa (Tarragona), ha demostrado que se puede salir del infierno y se ha convertido en un referente para muchas jóvenes que consultan su blog en «www.1espejo1000ventanas.com», en el que se habla de estos trastornos alimenticios de forma positiva.

Ana Bernárdez tardó tres años en superar el problema y ahora comparte experiencias y consejos en la web 1espejo1000ventanas
Ana Bernárdez tardó tres años en superar el problema y ahora comparte experiencias y consejos en la web 1espejo1000ventanaslarazon

El problema de Ana comenzó a los 18 años, cuando su cuerpo de se transformó de niña a mujer. El detonante fue la soledad: «Mi padre murió cuando tenía nueve años y mi madre no me apoyó. Mi cuerpo, los estudios y mis amigas era lo único que podía controlar y quería que todo fuera perfecto». En ese momento comenzó un calvario que duró 12 años. «No me gustaba mi cuerpo y empecé a adelgazar. Mido 1,71 metros y llegué a pesar 43 kilos, pero mi madre decía que eran cosas de niñas.

Hubo un momento en el que mi cuerpo me empezó a pedir comida. En cambio, no aguantaba la sensación de ingerir alimentos y los vomitaba. De la anorexia purgativa pasé a la bulimia. Me daba atracones de comida de alto contenido calórico. De ahí pasé a una vida desenfrenada con chicos, drogas, alcohol y cualquier cosa que me hiciera daño». Cuando cumplió los 30, algo comenzó a cambiar. Rehizo su vida, conoció a su chico y después de un año de convivencia decidieron tener un hijo. Ése fue el punto de inflexión. Necesitaba cualquier excusa para intentarlo y el deseo de ser madre cumplió el objetivo: «Ingresé en un centro de rehabilitación y tardé tres años en superar las tres fases del programa». Ahora trabaja como profesora y continúa con su proyecto de tener hijos.

Para Ana, las web que hacen apología de la anorexia y la bulimia hacen mucho daño a las jóvenes. «Yo misma hice casos a los consejos que se daban en esas páginas y son durísimos». Ahora Ana está recuperada y tiene claro que no puede preocuparse por su peso y comprar artículos bajos en calorías. De hecho, «no sé cuánto peso ni lo quiero saber».