León

Mangalofo

La Razón
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El genio de Luis Sánchez Polack se inventó un idioma, el mangalofo, que hablaba con fluidez con sus amigos camareros de su bar valenciano, sito en el callejón de Mosén Femades. Cuando conversaban en mangalofo ante clientes no habituales, las expresiones de éstos merecían no un poema, sino todo un poemario. Porque entre Tip y sus amigos se entendían a la perfección y los no iniciados en los secretos del mangalofo no cogían una. Al cabo del tiempo, y siempre desde la melancolía que procura la ausencia de Tip, he llegado a la conclusión de que Zapatero es la única persona capaz de inventar otro idioma. No un idioma cimentado en el ingenio y la transgresión, sino en una solemne necedad. Zapatero habla el español, y no se sabe lo que dice. Mueve los brazos, arquea las cejas, solicita con la mirada el asentimiento de sus pelotas, y no hay cristiano que le entienda. Quizá por ello se ha sacado de la manga la gamberrada esa de la Alianza de Civilizaciones. Si no hay cristiano que lo entienda, siempre habrá algún islamista dispuesto a hacer un esfuerzo entre una lapidación y la siguiente.

El último pensamiento de Zapatero, emitido por su propia voz, no tiene desperdicio: «Da lo mismo subir o bajar impuestos, y lo mismo es progresista una cosa que la contraria». Todavía, tres horas después de haberlo leído, no he conseguido reponerme. Estoy de acuerdo con el segundo tramo de la oración: «Es lo mismo de progresista una cosa que la contraria». Nadie sabe en qué consiste el progresismo de los socialistas, y por ello el pensamiento encaja perfectamente en la oquedad del mensaje. Ser progresista es lo mismo, intelectual e ideológicamente, que ser un ornitorrinco. Pero la idea sustancial de la frase no puede dejarse pasar por alto. «Da lo mismo subir o bajar impuestos». Eso no. El cinismo no puede ser tan cutre, porque deja de serlo para convertirse en una chulería de barra de bar en León.

Todo para justificar el aumento del IRPF a las rentas superiores a 120.000 euros. En España se castiga al que trabaja y triunfa. Moderadamente, porque los triunfadores que cobran 120.000 euros al año, en otras sociedades son apenas triunfadorcitos. Subir los impuestos equivale a reconocer una mala administración del dinero público. Subir los impuestos equivale a reconocer una grave incompetencia gubernativa y administrativa. Subir los impuestos para mantener el derroche del dinero de todos es consecuencia del desbarajuste y la improvisación. Bajar los impuestos equivale a demostrar una buena administración, o lo que es igual, la honestidad en el uso de las arcas del Estado. Anima a los contribuyentes y se crean puestos de trabajo. No da lo mismo ser honrado que largo de mano. Subir y bajar son acciones adversas y contrarias. No da lo mismo subir al quinto piso que bajar al sótano, que es donde nos hallamos. No es igual ser el atracado que el atracador. Zapatero, que está perdido, habla un mangalofo sin gracia, sin talento y sin nada. Un mangalofo como él mismo, que eso sí que da lo mismo.