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Un doble «careta» por Pilar Ferrer

La Razón
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Principal hostigador contra la reforma laboral, y que decir, contra Esperanza Aguirre, a quien llegó a calificar como «una reliquia cañí del tardo-franquismo», José Ricardo Martínez es el prototipo de un auténtico «jeta» del sindicalismo. Secretario general de UGT-Madrid, mano derecha del líder nacional, Cándido Méndez, es uno de esos izquierdistas privilegiados que percibe un buen sueldo de su antigua empresa, Renfe, en calidad de liberado, y otro mucho más jugoso de la antigua Caja Madrid, ahora Bankia, como consejero.

Enormes emolumentos, el último de casi doscientos mil euros, que permiten a este hombre aficionado al boxeo, de físico y verbo agresivos, tener su residencia en un confortable chalé del norte de Madrid, llevar a sus hijos a un elitista colegio privado y frecuentar algunos de los mejores restaurantes de la capital. Trabajador ferroviario en excedencia, nunca manejó un tren ni se apuntó al silbato del maquinista. Es la suya una estación de ida y vuelta. Es decir, aparentar un liderazgo sindical y, después, vivir a lo grande sin dar ni golpe.

Veinte años dedicados en exclusiva al sindicato dan para mucho. Ricardo, como le conocen en los medios políticos madrileños, logró la confianza absoluta de Cándido Méndez y es frecuente verle en almuerzos con líderes empresariales en afamados locales sin ningún reparo. También en algunas de las mejores tiendas de la capital, donde gusta adquirir camisas y cazadoras de marca. Su doble cara se pone ahora de manifiesto en el ERE que piensa acometer con sus propios compañeros. Es la diferente vara de medir de quien va de «rojeras» en la calle, y viste de otros tonos en su vida privada. Por supuesto, sin conocer el paro, ni de lejos.