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España 1982: Del fracaso español al milagro de Italia

Paolo Rossi, con seis tantos, fue el máximo goleador y el jugador clave para que los italianos lograsen el título en la gran final ante Alemania.

La Razón
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Cuando Sandro Pertini se olvidó del protocolo y saltó como un apasionado hincha en el palco del Bernabéu, ante la complaciente mirada de Don Juan Carlos, tras conseguir Italia abatir a Alemania en la final, la mayoría de los españoles todavía no habíamos asimilado el ridículo de la selección de José Emilio Santamaría. España era la anfitriona del campeonato y el fracaso deportivo acabó con el seleccionador y propició la llegada de Miguel Muñoz al banquillo para renovar el equipo.Con Pablo Porta al mando de la Federación y con Raimundo Saporta, mano derecha de Bernabéu, al frente de la organización parecía que todo podría salir bien para un país que había quemado a Adolfo Suárez, que tenía a Leopoldo Calvo Sotelo como presidente y que esperaba la llegada de Felipe González después de unos convulsos años, con intentona golpista (23-F) un año antes.La Real Sociedad era el equipo de moda. Dos meses antes de que comenzase el Mundial había ganado su segunda Liga. Los Arconada, Alonso, Zamora, Satrústegui, Uralde y López Ufarte, entre otros, habían acabado con la hegemonía del Real Madrid. Y el duelo deportivo se llevó también al vestuario de la selección. Había capillitas, grupos bien diferenciados porque los madridistas Miguel Ángel, Gallego, Camacho, Juanito y Santillana también tenían mucho poder. No hubo, pues, dentro de la caseta el ambiente ideal, aunque como profesionales todos trataron de arrimar el hombro. Además, las medias blancas de Arconada, que no llevaban la bandera de España, contribuyeron a enrarecer todo lo que rodeaba a la selección, siempre fuertemente custodiada por temor a un atentado de ETA.España, que se concentró en La Molina, primero en altura, y luego en El Saler, a nivel del mar, tenía, en teoría, un calendario fácil para hacer algo grande. La Federación se había esforzado y creó una selección B, al frente estaba Luis Suárez, para tener controlados a todos los jugadores con opciones de estar en el Mundial.Y el debut contra Honduras en Mestalla no pudo ser más decepcionante. Un empate ramplón con gol de penalti de López Ufarte fue el principio del fin. Se ganó a Yugoslavia en el segundo partido con goles de Juanito, otra vez de penalti, y de Saura entre las quejas balcánicas por la actuación arbitral. Y el colmo llegó cuando un gol del irlandés Armstrong, en el tercer encuentro de la primera fase, mandó a España a un grupo con Alemania e Inglaterra, cuando lo previsto era jugar en el Calderón contra otros rivales.Santamaría seguía sin dar con la tecla y los jugadores sin dar la talla. Frente a los germanos, en el Bernabéu, el seleccionador colocó a Camacho y Gordillo en la misma banda y contó con Quini y Santillana como titulares. Dio igual. Littbarski y Fischer pusieron en ventaja a los alemanes y el tanto del realista Zamora quedó sólo para la estadística. La despedida fue contra Inglaterra (0-0) en otro flojo encuentro que fue el colofón, el triste adiós de una selección que nunca encontró su juego y en la que la labor de Santamaría quedó en entredicho porque dio la impresión de que el cargo le vino muy grande.Y si España fracasó, lo del milagro italiano tiene un nombre: Paolo Rossi. La escuadra de Enzo Bearzot hizo una primera fase penosa. Tres empates, ante Polonia, Perú y Camerún, llevaron el pesimismo a la «azzurra». Sin embargo, en Barcelona, en el viejo Sarriá, llegó la resurreción con los goles de Rossi. El marcaje de Gentile a Maradona quedó inmortalizado, mientras Italia superaba a los de Menotti (2-1) y se la jugaba ante Brasil. Los brasileños Sócrates, Falcao, Zico y Junior sucumbieron ante los tres goles de Rossi (3-2) en un espectacular y excepcional partido.Polonia, en semifinales, fue víctima de Paolo, que marcó los dos goles del triunfo, y llegó la final ante Alemania. Rossi hizo su sexto tanto. Tardelli y Altobelli se sumaron a la fiesta del gol y Pertini se volvió loco en el palco, mientras algunos nos acordábamos todavía del fiasco de los nuestros.

1982: CAMPEÓN ITALIA-Italia, 3:Zoff; Gentile, Collovatti, Bergamo, Scirea, Cabrini; Conti, Oriali, Tardelli. Grazziani (Altobelli, m. 7 y Causio, m. 89) y Rossi.-Alemania, 1: Schumacher; Kaltz, Stielike, K. Foester, Breitner; B. Foester, Dremmler (Hrubesch, m.62), Briegel, Littbarski, Fischer y Rummenigge (Müller, m.70).

Hechos y Figuras/ por JULIÁN GARCÍA CANDAU

El 82 nos llenó de vergüenzaDel Mundial del 74 salí sin traumas porque España no jugó. Perdió su clasificación en Fráncfort por el gol de Katalinski, que nos eliminó en el desempate. Del de Argentina regresé con frustración por el pobre rendimiento de la selección. Lo del 82, en España, fue peor. La primera fase se superó angustiosamente ante Honduras, con empate a un tanto; Yugoslavia, frente a la que hubo que repetir un penalti para que pudiera ser gol y se ganara por 2-1, y, para remate de la función, se perdió 0-1 con Irlanda del Norte. En la segunda fase no hubo mejoría. Se perdió 2-1 con Alemania y el mejor resultado fue empatar a cero con Inglaterra. El Mundial español fue el primero de veinticuatro selecciones. Hubo que aumentar el número para dar el gusto a todas las comunidades autónomas que habían solicitado sede. El primer error fue la elección de «Naranjito» como mascota. Hubo clamor contra tal decisión y el escritor Juan Benet escribió un artículo pidiendo la retirada del «mamarracho». La organización en el reparto de entradas, los hoteles –en algunos casos improvisados– no dio mejor imagen que la futbolística.La final del Santiago Bernabéu tuvo como protagonista al presidente de Italia, Sandro Pertini, quien mostró sus entusiasmos junto al Rey Don Juan Carlos. Aquellas imágenes fueron tan celebradas como los goles de Rossi, Tardelli y Altobelli. Breitner marcó el germano.Santamaría eligió a los mejores jugadores del momento y planificó la preparación dando descanso a la concentración para que los futbolistas no se aburrieran. Se aburrió el público. Santamaría salió del Mundial sin ánimos para seguir en el fútbol. Con él cometimos una injusticia.