Ciencias humanas

Un deportista «diez» gracias a la medicina

Con los actuales avances en investigación biomédica en campos como la genética y la farmacología, ¿existe la posibilidad de crear un atleta perfecto para competir? 

Un deportista «diez» gracias a la medicina
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Llegará un día en el que el Comité Olímpico dé luz verde al dopaje. Pero entendida esta mala práctica como la forma de expresión de hasta dónde puede llegar el ser humano. Con ayuda de una serie de herramientas que la medicina desarrolla para curar enfermedades, se podría crear al deportista perfecto: genética, fármacos, cirugías... Así, los atletas, todos en igualdad de condiciones, participarían en unos Juegos Olímpicos en los que se mediría la condición humana modificada por los cerebros de la ciencia.


El problema del dopaje es hoy un tema crítico entre los deportistas. Quienes toman algo para rendir más se convierten en «fraudes» para el deporte. Pero, ¿compiten todos en igualdad de condiciones ahora? La prestigiosa revista «Nature» publica en su último número una serie de reportajes sobre esta cuestión, en un especial Olimpiadas. En sus páginas aparecen algunos científicos destacados en sus áreas terapéuticas, pero cuyos logros se podrían extender a la «mejora física» de los atletas según la disciplina que ejerzan. Ronald M. Evans, profesor e investigador del Instituto de Salt Lake y del Instituto de Investigación Médica Howard Hughes en EE UU, afirma que «uno de los santos griales de la medicina es el desarrollo de un fármaco que otorgue los beneficios del ejercicio sin hacer ejercicio. Mientras que todo el mundo nace con su propio potencial genético específico para funcionar, el desbloqueo de este ‘‘potencial'' requiere normalmente el factor rendimiento». Esto que parece imposible podría llegar a ocurrir si se conociese la «llave maestra» que liberase ese «potencial».


Quizás una combinación de alteraciones genéticas, cirugías y demás podría meterse en una coctelera, agitar... y ¡listo!: un deportista 10. Estudios científicos han demostrado por qué la raza negra es más explosiva y por tanto más apta para pruebas cortas de atletismo y por qué la raza blanca es mejor en otras, como la natación. Lo que es seguro es que conociendo qué genes se necesitan y cómo son se pueden alterar. «Mientras que la ingeniería genética es posible en ratones y otros animales, no es práctico, confiable o legal utilizar este enfoque en las personas. Y, en cualquier caso, la manipulación del código genético sólo debe ser considerada para curar una enfermedad genética, no para mejorar el rendimiento para una competición», apunta Evans. Un dilema ético, que se vería solventado, con los límites propios de la salubridad de los métodos: «El inconveniente es que la seguridad, a largo plazo, de empujar hasta el límite el rendimiento físico con fármacos e ingeniería genética es una incógnita. Y hoy los fármacos y lo métodos sólo se investigan para las personas enfermas, no sanas», subraya Evans.