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Cambio de manija por Andrés Muriel

La Razón
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AArenas se le ha escapado el último tren que tenía en Andalucía. No habrá una quinta oportunidad. El presidente del PP-A ha llevado a la formación al pico más alto conquistado hasta ahora. Por primera vez en la historia, el Partido Popular es la fuerza más votada en Andalucía en unas elecciones autonómicas, pero el poso es de vitriolo puro, el amargor de unos resultados que sin duda abocan a este partido a emprender una travesía de reformulación integral. Al PP se le han quedado por el camino 400.000 votos respecto a las elecciones generales. Queda ahí la filosofía dejada por Arenas. Ocho años de carretera y manta, de pesca de votos en las esquinas, en la barra de bar, almidonando un proyecto del cambio que en 2004, cuando Arenas cogió el AVE de vuelta de Sevilla para quedarse, era una pura entelequia.

La senda está trazada, pero la situación es extremadamente complicada. Era el ahora o nunca. Nunca hasta ahora el PP lo ha tenido tan a favor para gobernar en el último reducto que se le resistía en España. Ni el 31 por ciento de desempleo, ni la corrupción masiva, ni los 1.400 millones irregulares del «fondo de reptiles», ni el dinero de los parados que ha ido a financiar cocaína y a las falsas prejubilaciones de suegras, madres y concuñados. A partir de hoy el afán en el PP andaluz es buscar quien coja la manija. Hay exitosos alcaldes, pero no hay delfín a la vista. El futuro de Andalucía se queda en manos de una coalición de izquierdas con proyecto piloto: el desastre de gobierno en el Ayuntamiento de Sevilla. Paradojas: Griñán es ahora el político socialista con más poder de España y del sur de Europa.