España

Mecenazgo y patrocinio por Pedro Alberto Cruz Sánchez

La Razón
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Las expectativas y muchas esperanzas que está generando entre el sector cultural la redacción de la nueva Ley del Mecenazgo se explican, sobre todo, por la sensación generalizada de que nos encontramos ante una oportunidad histórica, irrepetible, de diseñar un marco fiscal vanguardista y pionero en el contexto europeo que aliente la inversión privada en cultura. El problema es que el tradicional concepto de «mecenazgo» resulta a priori muy estrecho para dar solución al amplio espectro de problemas que afecta a la industria cultural.

Sectores como el de la música miran con cierta preocupación que la futura Ley atienda solamente a un modelo tradicional de cultura y deje fuera de su plan de incentivos otras realidades como la de los festivales, igualmente en peligro de desaparición. Desde este prisma, enfatizan que una cosa es la noción de mecenazgo y otra bien distinta la del patrocinio. Porque, ¿permitirá el objeto de la nueva Ley considerar como mecenazgo la esponsorización por parte de una determinada marca de cualquiera de los grandes y numerosos festivales que se celebran en España?

Éste es, sin duda, el elemento clave que ha de cuidarse al máximo en la redacción de un texto en el que nos jugamos nada más y nada menos que la existencia o no de cultura en España. Creo, sinceramente, que de la misma manera que se está siendo ambicioso a la hora de fijar el porcentaje a desgravar por cada euro invertido, ha de mostrarse mucho arrojo y amplitud de miras en la determinación del objeto de la ley; hasta el punto de que la tradicional frontera entre mecenazgo y patrocinio se borre de una vez por todas y ambas modalidades puedan convivir con naturalidad en el espíritu y la forma del texto legal. La mayor parte de las empresas desarrollan su labor en el campo de lo que podríamos denominar «cultura popular». Sabido es, además, que con la transformación de los modos de consumo y el abandono del soporte disco como principal fuente de rentabilidad económica de la industria musical, el concierto se ha convertido en el pilar sobre el que descansa el peso del sector. Si no cuidamos estos aspectos, pudiera suceder que parte de la realidad cultural a proteger se quedara sin asideros, y desapareciera. Algo que con toda seguridad no se va a permitir.