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Un hombre de confianza

¿EL FIN DE ETA? El proceso «de paz» –pactado por nacionalistas y socialistas con ETA a través de intermediarios– es la principal herencia que deja el Gobierno de Rodríguez Zapatero al nuevo titular de la cartera de Interior, y cuyas consecuencias todavía están por verse.

FIRMEZA. Jorge Fernández tiene en sus manos el fin de ETA
FIRMEZA. Jorge Fernández tiene en sus manos el fin de ETAlarazon

De Jorge Fernández se habló como candidato a la presidencia del Congreso de Diputados, pero no había nada que hiciera previsible su destino en Interior. Tampoco tenía nada en contra para ello. Es lo que se entiende por un hombre de Estado y de peso en el partido, que ha desempeñado una larga lista de cargos de gran responsabilidad institucional, aunque no estuvieran en la más visible línea de la política nacional. Ha sido tres veces secretario de Estado, la última de Relaciones con las Cortes durante la segunda Legislatura de Aznar. Los cargos de su currículum que más se aproximan al Departamento de Interior han sido los de gobernador civil de Asturias y Barcelona a comienzos de los 80, y siempre ha hecho bien sus deberes. Se le tiene por un hombre eficaz y templado, además de ser, desde hace 20 años, de la absoluta confianza de Rajoy, lo que no es poco para una cartera que exige esos requisitos: eficacia, temple y lealtad.

Su misión puede resumirse en tener la cabeza lo bastante fría como para convertir una patata caliente, como es hoy esa cartera, en un triunfo para la democracia. La sociedad española le va a pedir que maneje la cuestión de ETA con inteligencia para que sus miembros no tengan la tentación de volver a asesinar. Pero también le va a pedir que no se olvide de quiénes son y de que no deben conseguir por la vía política lo que no han conseguido asesinando a casi un millar de ciudadanos. Es el momento de capitalizar los innegables logros habidos en la persecución policial del terrorismo sin bajarse los pantalones, ya que eso equivaldría a dilapidar tales logros. En lo que «falló» Rubalcaba es en el plano ético e ideológico, no en el técnico. Desde el atentado de la T-4, la inédita unificación de las informaciones de la Guardia Civil y la Policía Nacional así como la eficiente puesta a punto del CNI, han sido admirables y los resultados de esa ETA que no tiene más remedio que jugar a la política lo demuestran. El nuevo ministro de Interior deberá rodearse de gente fiable pero también competente y no echar por la borda la tarea realizada. Deberá poner la astucia al servicio de la ética y no a la inversa, que es lo que últimamente hemos visto. Su reto es el de no permitir que la apuesta política y la supervivencia de la banda terrorista se combinen en un chantaje, que es lo que explicitan en estos días Amaiur y el propio Eguiguren. Y todo eso se debe hacer en sordina. En épocas de atentados, la labor del responsable de ese Departamento era dura pero también muy lineal. Un ministro de Interior para una época sin atentados no puede dramatizar su propia figura con decisiones espectaculares que «problematicen» su labor cuando el contexto de su campo de acción se ha desdramatizado por la ausencia de una violencia visible.

 

LOS RETOS
1.- TERRORISMO DE ETA
Es el asunto más complejo con el que se enfrenta el Ministerio, una auténtica herencia envenenada que le ha dejado el Gobierno socialista. Rajoy ha marcado las líneas a seguir, que pasan por la disolución irreversible de ETA.
2.- seguridad ciudadana
En una situación de grave crisis económica, el mantenimiento del orden público se convierte en un asunto complicado, pero necesario. Las Fuerzas de Seguridad, bien dirigidas, cuentan con la capacidad y medios suficientes.
3.- delincuencia internacional
España se ha convertido en los últimos años en el lugar escogido por peligrosas bandas y mafias de otros países para esconderse e invertir dinero. Se han logrado avances para erradicar esta delincuencia, pero no hay que bajar la guardia.