Valencia

La libertad de quien no debe nada a nadie por Carmen Gurruchaga

La libertad de quien no debe nada a nadie por Carmen Gurruchaga
La libertad de quien no debe nada a nadie por Carmen Gurruchagalarazon

El inicio de Mariano Rajoy en la actividad política estuvo influido por su abuelo, uno de los redactores del Estatuto de Autonomía de Galicia. Casi todo el mundo sabe que fue el registrador de la propiedad más joven de España (23 años), pero pocos conocen que la barba se la debe a un accidente de coche que sufrió en la localidad gallega de Palas del Rey que literalmente le partió la cara. Desde entonces usa barba para tapar las cicatrices. Los detractores de Rajoy se empeñan en transmitir de él una imagen de indolente y poco trabajador, mientras que su biografía dice exactamente lo contrario. Su vida es y ha sido una continua carrera de fondo para lograr los objetivos que ha pretendido. Quizás por ello, su deporte favorito sea el ciclismo, el que más esfuerzo precisa para conseguir el éxito. Hay personas que nacen con estrella, a la que la suerte les acompaña toda su vida, pero no es el caso del actual inquilino de La Moncloa, que ha debido trabajar duro desde el momento en que decidió opositar a registrador. Es más, cuentan que durante una etapa de su vida se reunía todos los jueves a almorzar con unos amigos; pues bien, faltó el día en que repartieron un número de lotería que resultó premiado con el gordo. Y a él no le tocó nada.

Pero volviendo a su trayectoria política, tenía 26 años cuando se estrenó como diputado autonómico y 31 cuando tuvo en sus manos su primer presupuesto público desde la Diputación Provincial de Pontevedra. Pocas personas recordarán que Rajoy y Gallardón fueron partidarios de Hernández Mancha, breve sucesor de Fraga y predecesor de Aznar. Esta difícil experiencia de pelea interna en la que finalmente expulsaron a Hernandez Mancha bien pudo servirle para ganar el polémico congreso de Valencia en 2008.

Durante los gobiernos de Aznar demostró ser la eficacia en persona, capaz de negociar con todas las autonomías la financiación autonómica, desde la cartera de Administraciones Públicas; de ser un gran gestor al principio de la difícil legislatura de 1996 o de solucionar «marrones» como los del Prestige o las vacas locas por expreso encargo del presidente. Quizás por ello, Aznar le nombró vicepresidente y cinco veces ministro –de Administraciones Públicas, Educación, Presidencia, Interior y Portavoz–, además de nominarle como su sucesor en la candidatura a la Presidencia del Gobierno. Se casó con Elvira Fernández durante la primera legislatura de Aznar y se llevó el susto de su vida al encontrarse con 100 periodistas a la puerta de la Iglesia. El líder del PP es un hombre muy a la pata la llana por lo que no vacila al confesar que no ayuda en casa, pero que sí echa una mano a sus hijos con los deberes del colegio.

La otra etapa destacable y muy difícil en la biografía política de Rajoy es la de oposición durante dos interminables legislaturas en las que perdió otras tantas elecciones generales. Su carácter de corredor de fondo le hizo aceptar esas dos derrotas con afán de superación, sin tirar la toalla y dando ánimos a quienes le rodeaban. Le ayudó, sin duda, su sentido del humor y el hecho de que pocas veces las ramas le impiden ver el bosque. Fue capaz de mantener unido el partido, pese a los morteros que como él mismo ha reconocido le lanzaban desde dentro y, contra lo que hubieran hecho otros, no ha guardado rencor a sus agresores. Hay quien atribuye a su origen gallego su habilidad y prudencia a la hora de gestionar aquella crisis, pero parece más propio de alguien con criterio e ideas claras, poco influenciable y gran defensor de su independencia. Valora tanto la independencia que tiene a gala actuar como cree que debe hacerlo, independientemente de lo que le diga el director de un periódico, de un banco o cualquier otro. El ser libre a la hora de tomar decisiones le posibilita afirmar a los batasunos: «Yo a ustedes no les debo nada», pero podría utilizar la misma frase con el banquero más importante de España o con el editor más influyente.

Y finalmente ésta es su tercera etapa ya como presidente del Gobierno. En los pocos meses que lleva al mando del Ejecutivo ha demostrado una gran determinación para hacer las reformas necesarias sin perder un minuto. Rajoy sabe que hay quien dice de él que es lento en la toma de decisiones, pero lo cierto es que maneja los tiempos de una forma magistral. Pero está claro que son sus tiempos y no los del resto de los humanos. Además, nadie podrá achacarle tardanza a la hora de aprobar las reformas necesarias para conseguir los objetivos pretendidos. En siete semanas han puesto en marcha más reformas que los socialistas en siete años.