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Pataleta feminazi

La Razón
La RazónLa Razón

En este rincón del periódico –cada vez más recóndito, oculto y «par»–, escribo ideas, observaciones, graciosas y/o irritantes tonterías a montones… Y compruebo que tanto las ideas como las observaciones y las tonterías son repetidas sin cesar, por tierra, mar y aire (prensa, radio y televisión) por señores importantes que me «fusilan» hasta las comillas pero que no me citan jamás. ¿Influencia? No: ninguneo. Verbigracia, escribo aquí que el mercado laboral español es una herencia franquista. Al día siguiente, lo copia, pega y le hace un estilismo el ilustre vocero de la prensa digital, que predica la muerte del periódico tradicional, por cierto, y que vivió el franquismo aunque entonces no observaba nada raro; lo publica en un folleto –como si se le acabara de ocurrir aunque un mes más tarde que a mí– el célebre catedrático «liberal»; lo publica en un cañero periódico el avezado analista político, etc. Hago una comparativa entre el «realismo mágico» literario y el socialismo del siglo XXI. Sucede lo mismo. Se me ocurre una chorrada sobre ZP. Me la calcan para hacer un vídeo… Etc. Si bien, nadie cita mi nombre. Antes se ahogarían con una esdrújula. Estoy acostumbrada. Una vez, en un acto coincidí con un colega al que le expliqué una idea. Llegó al poco la Prensa y mi ilustre compañero les repitió a los periodistas, delante de mí, palabra por palabra lo que yo acababa de contarle como si él mismo acabara de deducirlo. Ni siquiera se ruborizó por cometer ese acto de rapiña en mi presencia. Espanistán no es precisamente el paraíso de los derechos de autor, como ya sabemos. El de los modales exquisitos, me temo que tampoco. Así, por la derecha me «fusilan» miércoles y domingos (cuando aparece esta cada vez más recóndita, oculta y «par» columna) pero seguramente muchos de los que lo hacen ni siquiera recuerdan mi nombre. En Hispanistán las mujeres, como los negros, parecemos todas iguales y no merece la pena fijarse mucho. Por la izquierda, sin embargo, claro que me citan: puntualmente, miércoles y domingos no sólo se acuerdan de mí, sino de mi familia y mis muertos. Esto no pasaría si yo fuese un hombre con toda la barba. ¡Pero cuando no eres más que una mujer con toda la barba…! Si yo fuese miembra de la braguetocracia de «estepaís», acaso recibiría respeto y reconocimiento aunque escribiese, como es habitual, sobre los topicazos más manidos (y me pagarían más). Me he hartado de criticar a la ministra Aído por su Ley del Aborto, por lo demás estoy convencida de que necesitaríamos una Aído en cada casa, en cada esquina, en cada bar y en cada puticlú. Y así y todo… el machismo –o mejor: la misoginia– de «estepaís» tardará siglos en desaparecer. Es estructural, como el paro. Sé que abuso del estilo «serioburlesco» y que por eso muchas personas no saben cuándo hablo en serio y cuándo en broma. Averigüen si este artículo (recóndito, oculto y «par») está escrito en serio. O no.