Juegos Olímpicos

Pekín

Piragüismo / Súper Saúl

Craviotto, oro hace cuatro años en Pekín con «Perucho», se cuelga la plata en solitario en C-1 200

Saul Craviotto, medalla de plata en K1 200
Saul Craviotto, medalla de plata en K1 200larazon

Las pulsaciones a mil en la línea de salida. Esta vez no está «Perucho» a su lado, como en Pekín, como cuando ganaron el oro. Esta vez está solo y son 200 metros en lugar de 500, pura explosividad, de ahí los cuatro años de trabajo para ganar peso, masa muscular, cerca de diez kilos, «que ahora serán seis por los perdidos por los nervios», dice Saúl Craviotto; también de cambios en la alimentación, más proteínas, menos carbohidratos. Empieza la prueba, C-1 200. Mal comienzo, error en el primer empujón sobre el agua, toca remontar. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete...
Saúl irá a unas 153 paladas por minuto, y las cuenta para llevar la concentración, para llevar el ritmo, sin mirar a un lado ni a otro para no desequilibrarse, sólo con el rabillo del ojo, por el que ve que la remontada es posible. Uno fuera, otro, otro, otro... Del metro 50 al 150 es una bestia que supera a rivales. A todos menos al inglés, Ed McKeever, que resiste.
Plata... «Ahora que ha pasado un cuarto de hora, mejor», dice Craviotto, enfadado en un primer momento porque «el segundo puesto y el cuarto son los peores», contento después por lograr su segunda medalla olímpica, esta vez en solitario. «He echado de menos a "Perucho"», reconoce. «Perucho» estaba lejos, pero lloró en casa y se emocionó. Por culpa de una ola se quedaron fuera del preolímpico, pero Craviotto pudo reengancharse a Londres en individual por una plaza que dio la Federación Internacional a España. Sólo quedaban dos meses por delante y Saúl, policía en Lleida, donde acaba de sacarse la plaza después de haber estado en Gijón, fue liberado para poder prepararse a contrarreloj. «Tengo que dar gracias al Cuerpo Nacional de Policía porque me da muchas facilidades para el entrenamiento, si es por la mañana me pone el turno por la tarde, y al revés. Además, me ha liberado estos dos meses para prepararme». Dos meses yendo a Asturias a buscar el agua más dura y más parecida a la de Londres. Ayer era su segunda competición en esta distancia. Y plata. «Y no tocó techo», explica su entrenador, Miguel García, con acento asturiano, que busca soluciones para que progrese. «El año pasado intentamos cambiarle la pala por una más pequeña. Él utiliza una de 840 cm cuadrados y quisimos ponerle una de 815-20. Pero nos faltó tiempo, Saúl es muy sensible a los cambios, lo nota», dice Miguel. Y en Londres compitió con la de siempre. El cambio, en teoría, le dará mayor frecuencia de palada, una de las cosas que le diferencia del vencedor, que puede ir hasta a 171. «Nosotros no podemos llegar a tanto, pero Saúl tiene otras cualidades, es más fuerte y más potente», analiza el técnico. McKeever y Craviotto se pican hasta en los entrenamientos, en los que algunas veces coinciden. «Era la carrera más importante de mi vida», reconoció. Y la plata, que al principio no le supo tan bien, después le sabía a gloria.


Las decepciones de Sete y Teresa
Teresa Portela saludó a Saúl Craviotto por la medalla la plata. Ella también aspiraba a tocar metal, pero acabó cuarta, el puesto más doloroso. «Se ha hecho muy duro. Había viento en contra. Sabía que la regata iba a tardar más de lo normal. He hecho todo lo que he podido. Todos quieren medalla y es difícil», explicó. También lamentó que el ruido que hacía la gente le impidiera escuchar mejor el pitido de salida, y por eso se retrasó al principio. Pero no puso excusas. «Han sido mejores», dijo. Eran sus cuartos Juegos y, pese a un papel más que digno, no pudo evitar las lágrimas rodeada de sus compañeros y entrenador, que la consolaban. Sin muchas palabras se quedó también Alfonso Benavides, Sete, debutante en unos Juegos, pero igualmente con opciones de podio. «Me fastidia», acertó a decir. También maldijo el viento de cara. Otro cuarto puesto. «Es lo que hay», añadió. Tendrá más oportunidades.El piragüismo español ha rendido a gran nivel en los Juegos de Londres. Son tres medallas, una en aguas bravas (Chourraut) y dos en esprint (Cal y Craviotto). Los otros cinco participantes han obtenido un diploma olímpico.