Investigación científica

Un antimicótico común reduce el crecimiento de los tumores

Un barato medicamento antimicótico, el tiabendazol, retarda el crecimiento de los tumores y se muestra prometedor como tratamiento contra el cáncer. Los científicos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Texas, en Austin, hicieron este descubrimiento mediante la explotación de la relación evolutiva de la levadura, las ranas, los ratones y los seres humanos.

Los investigadores Hye Ji Cha, Edward Marcotte, John Wallingford, y sus colaboradores, observaron que el tiabenzadol destruye los vasos sanguíneos de nueva creación, por lo que actúa como un 'agente perturbador vascular'. La investigación ha sido publicada en 'PLoS Biology'.

El tiabendazol ha sido aprobado por la FDA, y se trata de un fármaco genérico que ha estado en uso clínico durante 40 años, como antifúngico. Actualmente, no se utiliza para la terapia del cáncer.

La inhibición de los vasos sanguíneos, o vascular, puede ser una herramienta quimioterapéutica importante, ya que elimina los tumores -que inducen la formación de nuevos vasos sanguíneos para alimentarse y crecer fuera de control.

En ensayos con ratones, los investigadores observaron que el tiabendazol disminuyó el crecimiento de los vasos sanguíneos de los tumores del fibrosarcoma, en más de la mitad. Los fibrosarcomas son cánceres del tejido conectivo y, en general, crean una gran cantidad de vasos sanguíneos. Por otro lado, la droga también desaceleró el ritmo de crecimiento del tumor. "Este descubrimiento es muy emocionante, ya que hemos encontrado el primer agente perturbador vascular aprobado para su uso en humanos", señala Marcotte, profesor de Química en la Universidad de Texas, quien añade que "esta investigación sugiere que el tiabendazol podría ser utilizado clínicamente, en combinación con otras quimioterapias".

En un estudio anterior, Marcotte y sus colaboradores descubrieron genes en células de la levadura que están también presentes en los vertebrados -debido a su historia evolutiva compartida. En las levaduras, que no tienen vasos sanguíneos, estos genes son responsables de responder al estrés celular; en los vertebrados, los genes regulan el crecimiento de las venas y arterias (angiogénesis). "Pensamos que mediante el análisis de este conjunto particular de genes, podríamos ser capaces de identificar fármacos que se dirigieran a la vía de levadura, que también actúa como un inhibidor de la angiogénesis, apta para la quimioterapia", señala Marcotte. Los investigadores tenían razón.

Cha, estudiante de Biología Celular y Molecular en Texas, buscó una molécula que inhibiese la acción de los genes de la levadura, identificando como candidato para ello el tiabendazol. Posteriormente, Cha probó la droga en el desarrollo de embriones de rana -que, al ser de rápido crecimiento, permiten a los científicos observar el desarrollo de los vasos sanguíneos en animales vivos- observando que los embriones de rana que crecían en contacto con el fármaco, o bien no desarrollaron vasos sanguíneos, o los vasos sanguíneos que crecieron fueron disueltos por el fármaco. Curiosamente, cuando el fármaco se retiró, los vasos sanguíneos de los embriones volvieron a crecer.

La estudiante probó posteriormente el fármaco en las células de los vasos sanguíneos que crecen en placas de Petri, observando que el fármaco también inhibe su crecimiento. Por último, se evaluó el fármaco en tumores de fibrosarcoma en ratones, donde éste también disminuyó el crecimiento de vasos sanguíneos en los tumores. "No teníamos la intención de encontrar un agente perturbador vascular, pero es lo que conseguimos", afirma Wallingford, profesor de Biología del Desarrollo y asesor de postgrado de Cha, junto con con Marcotte. El investigador añade que "este es un excelente ejemplo del poder de la curiosidad y la investigación, impulsados por ideas que pueden venir de varias disciplinas".

Ahora, el objetivo de los científicos es probar la droga en ensayos clínicos con humanos.