Nueva York

El planeta se la juega

Hoy arranca, con exceso de escepticismo, la cumbre climática Río+20. La economía verde y la creación de una agencia global, claves de la negociación

El planeta se la juega
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Madrid- «No hay acuerdo. Todo sigue igual». Son las palabras de decepción de Milko Schvartzman, uno de los portavoces de Greenpeace que participan en las negociaciones de la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible Río+20, que arranca mañana, aunque «el texto final ya esté definido y sin ningún compromiso vinculante», sostiene el activista.

Hace 20 años, en la misma sede, los gobiernos que conforman las Naciones Unidas mostraron su empatía con los problemas climáticos. «Desde entonces, las convenciones sobre el cambio climático, la biodiversidad y la desertización han estado operando. Sin embargo, los acuerdos alcanzados no han sido efectivos para detener el deterioro del planeta. Por tanto, básicamente, los problemas de entonces siguen siendo los de ahora», explica el catedrático de Ecología de la Universidad de Castilla La Mancha José Manuel Moreno.

Desde el mes de febrero, para preparar esta cumbre, los países participantes se han reunido con asiduidad en Nueva York para concretar el texto que los jefes de Estado firmarán. Las 200 páginas de partida se han reducido en 56. En ninguna de ellas se introduce la palabra «compromiso» y esto es lo que más desmotiva a los participantes: «Es un texto que no va a solucionar la pobreza, los problemas a los que se enfrentan las sociedades en desarrollo ni las peocupaciones ambientales», insisten. Amalio de Marichalar, presidente del Foro Soria 21, también participa en los debates de Río de Janeiro y su visión es algo más optimista: «Esperamos que el acuerdo de mínimos no sea tan reducido y que, por lo menos, consigamos acuerdos globales en temas de gobernanza. Apostamos por una agencia internacional del agua y otra de medio ambiente, entre otras propuestas».

En lo que se refiere a los términos de sotenibilidad y economía verde, las cosas tampoco han cambiado. Persiste la ambigüedad. «Para que la capacidad de transformación del hombre no termine con los recursos, deben cambiar muchas cosas, entre ellas los indicadores que manejamos, como el PIB», afirma Moreno. Este cambio es el que se busca introducir en el texto final: el «PIB verde», o Índice de Riqueza Inclusiva (IWI), con el que se quieren introducir variables como la educación, las materias primas o los bienes e inversiones con los que cuenta un país.

 

Proteger los océanos
Uno de los párrafos en los que confían los participantes es el compromiso de los 130 jefes de estado en materia de protección de aguas internacionales. «Venezuela, Estados Unidos, Japón, Rusia y Canadá se oponen», explican desde Greenpeace, pero un acuerdo en esta materia protegería la biodiversidad del 64% de los océanos.