Acoso a los políticos

No pisen las flores por Alfonso Ussía

La Razón
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Me figuro la charla de los líderes batasunos con el Delegado del Gobierno en Guipúzcoa y el Consejero del Interior vasco. «Nada, que nos vamos a manifestar en el Bulevar, con permiso o sin permiso, quemaremos lo que nos encontremos a nuestro paso y si hay que abrirle la cabeza a algún policía, lo haremos con muchísimo gusto». En ese momento, el Delegado del Gobierno, profundamente irritado, enfrenta su mirada a la del batasuno y le advierte con mucha seriedad. «Si un solo manifestante pisa las flores y machaca una planta de hortensias, les garantizo que actuaremos con contundencia. ¡Hombre, faltaría más! ¡A nosotros con chulerías!»

El ministro del Interior anunció que no se permitirían las manifestaciones invasoras de los llamados «indignados» en la Puerta del Sol. Lo del pasado año supuso una humillación de la ciudadanía ante la barbarie de la suciedad y la violencia, con el aplauso del Gobierno socialista y su encantadora Delegada. Resulta sospechoso que la indignación de esta gente sólo se produzca con buen tiempo. En enero la indignación tirita y todos están en sus casas. Pero la Delegada del Gobierno, la señora Cifuentes, ha encontrado la fórmula intermedia, tan digna como moverse en cuclillas por las calles de Madrid. Se autorizará a los «indignados» a manifestarse por horas desde el 12 al 15 de mayo. Cinco horas el sábado y 10 horas los días restantes. Eso sí, ha rogado a los convocantes que sean puntuales y no pisen las flores. Los convocantes no han respondido porque no asistieron a la reunión con la señora Delegada del Gobierno.

Por su cargo, deduzco que la Delegada del Gobierno lo es del Gobierno de la Nación. Y por ello, está obligada a cumplir las indicaciones que reciba del Gobierno que ha delegado su confianza y responsabilidad en ella. Por tratarse de un asunto que concierne al Orden Público, el interlocutor principal que tiene la señora Delegada en el Gobierno es el ministro del Interior. Y si el ministro del Interior no desea que el centro de Madrid se convierta de nuevo en un basurero ideológico, fisiológico y físico, las cuclillas del temor están prohibidas. No se permiten las concentraciones y aquí paz y después gloria. Pero lo de «sean buenos, cumplan los horarios, no ensucien la Puerta del Sol y no me pisen las flores» se antoja, a todas luces, ridículo y claudicante. La rendición ante la amenaza del estercolero.

Confío, y mucho, en la palabra del ministro del Interior, que ha navegado en política por aguas aún más difíciles que las de su ministerio. Con excepción de los medios propagandistas del socialismo y el comunismo, el clamor popular contra la ocupación de los «indignados» fue abrumadoramente mayoritario. Se trata de una cuestión que afecta directamente a la libertad. Los espacios públicos nos pertenecen a todos los ciudadanos, naturales y visitantes, y nadie está autorizado a ocuparlos en beneficio propio. Los comerciantes de la Puerta del Sol, centro turístico de Madrid, no tienen la obligación de soportar la degradación de su plaza y la ruina de sus negocios. Cambiar a una Delegada del Gobierno permisiva con los «indignados» por otra igualmente tolerante con ellos me parece una majadería. Al menos, la anterior, la socialista, decía cosas más divertidas para poder ser comentadas. Si aún está a tiempo la Delegada Cifuentes, que rectifique. La edad para andar en cuclillas le queda ya lejos y le van a destrozar las flores.