Damasco

ANÁLISIS: La campaña de Alepo es clave por Michael Rubin

La Razón
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l ¿El desmoronamiento del régimen se está acelerando a raíz de la última deserción política en Damasco?
–Sí y no. Desde luego los acontecimientos se vienen desarrollando con gran rapidez. Parece que nos encontramos en el punto de inflexión. Sin embargo, solamente después de año y medio de baño de sangre, así que cuando se tiene en cuenta el panorama general de este tiempo parece que los acontecimientos no han transcurrido de forma tan rápida.

l ¿Bachar al Asad se está quedando solo?
–Hay un dicho árabe que dice que el caballo perdedor a nadie le cae bien. Que hasta el círculo de íntimos de Asad esté empezando a derrumbarse sugiere que ha dejado de haber un caballo ganador con el que la gente quiere asociarse, sino más bien un caballo perdedor al que ni sus amigos más íntimos ni sus aliados quieren condicionar su futuro. Desde que se produjo el levantamiento popular contra el presidente Asad en 2011, los reveses más importantes han sido la destrucción del cuartel de su seguridad nacional y ahora la deserción del primer ministro.

l ¿Quién integrará su círculo íntimo, ahora?
–El ex primer ministro Riad Hijab nació en una familia suní, y por eso sospecho que la reacción de Asad será jugársela y elegir exclusivamente a alauíes –su confesión– para ocupar los puestos de mayor importancia.

l ¿Determinarán los combates de Alepo el transcurso de la guerra siria?
–Alepo es el municipio más grande de Siria y un importante enclave financiero. Más allá de esta ciudad y de la capital, Damasco, la ciudad clave que las dos partes se ven obligadas a controlar es Homs, porque se encuentra en la encrucijada de las carreteras y las autovías de todo el territorio. No sería erróneo ni exagerado afirmar que todos los caminos conducen a Homs.
Desde el punto de vista militar, las tropas regulares carecen de razón ideológica para combatir. Si el régimen del presidente Asad se enfrenta a su propia población, entonces los efectivos regulares tienen que decidir si abren fuego contra sus parientes y amigos o si desertan y se van a casa. Durante las últimas semanas, parecen haber elegido la segunda de las dos opciones.

 

Michael Rubin
Investigador de American Enterprise Institute