Historia

Santo Domingo

Hoy toca por Alfonso Ussía

La Razón
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Hoy toca escribir una carta a dos mujeres admirables. Y a la Guardia Civil, que ha demostrado que no hay caso sin opción de ser resuelto a pesar del largo trecho de tiempo transcurrido. Como ciudadano, mi admiración profunda a la Benemérita, que ha dado con el maldito paradero de los tres terroristas del GRAPO que secuestraron a Publio Cordón 17 años más tarde de la cobarde ignominia. Y la carta, no podía ser de otra manera, se la dirijo a Pilar Muro y Carmen Cordón, esposa e hija del empresario aragonés torturado y abandonado en su muerte por esas tres piltrafas homínidas que mataban y torturaban en nombre del «comunismo internacional». Si los caracteres de mi teclado no se manchan de estiércol de animales, voy a escribir los nombres y apellidos de los primates. José Antonio Ramón Teijelo, Manuela Ontanilla Galán y Vicente Sarasa. Ya he limpiado el teclado y me dispongo a escribir la carta.

Admirables Pilar y Carmen. Y muy queridas, aunque no nos conozcamos, porque mi cariño lo tienen ustedes depositado desde que se inició su terrible ciclo de sufrimiento. Hoy, al fin, saben que el cuerpo torturado y herido de su marido y padre fue enterrado en el «Mont Ventoux», el Monte Ventoso, un monstruo que se alza caprichosamente y en soledad sobre el llano y la campiña.

Publio Cordón era, además de un hombre bueno y honrado, lo que ahora se ha puesto de moda. Un emprendedor. Lo escribe su hija Carmen. De la España arruinada por la guerra surgieron dos modelos de españoles. Los que trabajaron para rescatarla de la pobreza y los que dedicaron toda su fuerza al mantenimiento del odio y el enfrentamiento. Usted, Pilar, cuando se sintió sola después del secuestro de Publio, no sólo no se hundió, sino que mantuvo con firmeza el grupo empresarial fundado por su marido, y que en la actualidad es en el sistema sanitario español, muy posiblemente, el más prestigioso de España. Las clínicas Quirón. Además de dolor por la desaparición de Publio, tuvieron ustedes que soportar toda suerte de historietas lacerantes en los medios de comunicación, como aquella que aseguraba que Publio se había secuestrado a sí mismo y se había largado a Sudamérica con aquella amante que nunca existió. Ustedes, Pilar y Carmen, no han cejado en estos años en el intento de encontrar una débil y temblorosa luz que les guiara hasta la resolución del caso. Hoy se sentirán destrozadas, pero ya serenas. Hundidas, pero ya aliviadas. Han conocido los terribles pormenores de la muerte de Publio. Su reclusión durante dos semanas en un armario en el que no podía incorporarse. Su intento de fuga, su caída, y el abandono por parte de los criminales de Publio en su agonía. El GRAPO no se contentó con torturar a Publio. Extendió su perversidad hasta ustedes. Les anunció su liberación cuando ya lo habían enterrado tras el pago del rescate. En «Egin», esa podredumbre de papel, vuelven a anunciar su liberación al año de su secuestro y su fallecimiento, En 1998 «Euskadi Información» –los terroristas siempre se ayudan–, asegura que Publio Cordón está vivo en Santo Domingo. Continuaron las vilezas que alcanzaron extremos inconcebibles. Por ese lado, descanso, Pilar y Carmen, nunca consuelo porque sus vidas ya se han establecido, y para siempre, en un rincón desconsolado, pero sí descanso. Su obra ha sido respetada, crecida y consolidada, que es la manera más clara y valiente de recompensar su falta. Fueron muchos los terroristas que contribuyeron a la desaparición de Publio. Cuatro están en el talego. Sólo falta conocer el lugar exacto, en el gélido «Ventoux» donde se hallan esperando los huesos de Publio Cordón. El ministro del Interior ha declarado que el caso no está cerrado. Se cerrará cuando puedan ustedes, las dos grandes luchadoras, ayudar a descansar esos huesos bajo la cruz que ampara a las víctimas inocentes del rencor, de la envidia y de la perversión. Sigan haciendo el bien, señoras, en homenaje a Publio.